Del resto, siete selecciones se disputan 3 cupos directos al mundial y 1 de repechaje. Nada está definido, y como fue toda la eliminatoria, los partidos seguramente serán reñidos. En la Eliminatoria de Suramérica perder cuesta, hasta varias posiciones. Y es que, por ejemplo, del puesto 4° al 7° solo hay 2 puntos de diferencia. Incluso, Colombia, Chile y Uruguay tienen los mismos 16 puntos.

Por eso creemos que en este lado del mundo gozamos de las eliminatorias más competitivas y entretenidas del mundo, mucho mejores que las europeas. Porque más allá de la calidad y el poder de sus selecciones, en Europa las eliminatorias son otro cuento. Inglaterra le ganó 10 goles por cero a San Marino, y Francia por 8 goles a Kazajistán. Aunque hay equipos con un alto poderío futbolístico, por las limitaciones de los rivales, el entretenimiento del fútbol, que está en la competencia, en jugar de tú a tú, no saber quién será el ganador, en muchos partidos, no se da. La diferencia es abismal.

Contrario a Suramérica, donde además de contar con potencias mundiales en el fútbol, los rezagados, en este caso Venezuela, Bolivia y Paraguay, siempre dan la pelea. Por la regularidad, la diferencia en puntos es amplia, pero en el campo casi todas las selecciones le complican la vida a Argentina y Brasil, las mejores selecciones del continente.
Ahora, imposible no destacar la trascendencia del partido que se juega Colombia ante Paraguay. ¿Definitivo? Lo más seguro, porque una derrota dejaría a Colombia fuera de la plaza de repechaje. Se juega en casa, con público local y necesitados, lo cual no puede servir de presión, sino un estímulo para jugar diferente.

Sin saber si dará resultados o no, Colombia debe tomar la iniciativa, liderar el juego, liderar las opciones. Sin perder la estabilidad del equipo, mañana deben liderar (así debe configurarse el once inicial) los creativos, los que saben manejar el balón. Si está en buen estado físico es el momento de James Rodríguez. La Selección necesita de su magia. Y esperemos ganar. Habrá con qué. Es la esperanza.

Pero hay otra selección que ve y no juega. La de nuestros lectores, nuestras audiencias. Porque ganemos o perdamos, siguen (seguimos) siendo los mismos, con la emoción triunfante del alka-seltzer o el desvanecido aire del fracaso. La de los dramas, la del día a día. La del pan diario y la vida rutinaria del trabajo. O del rutinario buscar el trabajo. Es la Colombia fragmentada, dividida, violenta y cruel, pobre y ansiosa por la angustias de trabajo o por la ausencia del mismo.