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Columnista - 15 noviembre, 2021

Cultura emprendedora en la formación profesional

Los programas académicos de formación han venido adaptándose conforme a los cambios y circunstancias que exigen los tiempos. En los últimos años se están empezando a incluir en los currículos de los programas contenidos de emprendimiento con el fin de capacitar a los futuros profesionales en dichas competencias, basado en el impacto que refleja en […]

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Los programas académicos de formación han venido adaptándose conforme a los cambios y circunstancias que exigen los tiempos. En los últimos años se están empezando a incluir en los currículos de los programas contenidos de emprendimiento con el fin de capacitar a los futuros profesionales en dichas competencias, basado en el impacto que refleja en la economía y los intereses de los estudiantes.

Hoy ya es muy común encontrar en las universidades e instituciones de educación oficinas de emprendimiento, incubadoras de empresas, vicerrectorías de emprendimientos en algunas otras y demás escenarios para el apoyo de sus estudiantes, profesores y egresados en temas de emprendimiento. 

Sin embargo, muy similar a lo que ocurre con la formación en investigación se puede manejar como actividades extracurriculares y no esperar un momento específico para adquirir estas habilidades. Por eso es conveniente fomentar espacios similares a los semilleros de investigación para desarrollar la cultura emprendedora en los estudiantes pudiéndose impulsar incluso desde la educación básica y secundaria. 

Todo ello implicaría un gran reto ya que, a diferencia de la investigación que es un pilar de la educación superior, y a pesar de que no todos los docentes se dedican a la investigación, conocen de alguna manera los procesos, mientras que la cultura de emprendimiento requiere más de experiencia y mentoría, que no se logra con solo capacitar a los docentes en temas de emprendimiento, sino más bien involucrarlos en los procesos reales de emprendimiento.

Un camino que puede dinamizarse aprovechando los puntos comunes entre la investigación y emprendimiento, donde ambos requieren esfuerzo y motivación para brindar soluciones a problemáticas de toda índole, es el acompañamiento a los proyectos de investigación, para que además de la generación de nuevos conocimientos y resolver problemas específicos, puedan aprovecharse los hallazgos en el desarrollo de ideas que logren evidenciarse en la satisfacción de necesidades de la sociedad a través de la comercialización de productos y/o servicios. 

Sin duda habrá excepciones, en las que será inconcebible la aplicación del conocimiento a ideas de negocio y es común en la comunidad científica, pero no está demás proceder en esa ruta y brindar capacitación a los investigadores al menos en propiedad intelectual. 

Es necesario brindar herramientas cada vez más robustas para dejar de ver el emprendimiento como un mecanismo de subsistencia o autoempleo y se logre una formación cada vez más integral en los profesionales, creando oportunidades de empleo, innovación, competitividad y productividad, para satisfacer necesidades plasmadas en la generación de valor con más opciones de negocios y empresas.

Por: Jesús Morales

Columnista
15 noviembre, 2021

Cultura emprendedora en la formación profesional

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jesús Morales

Los programas académicos de formación han venido adaptándose conforme a los cambios y circunstancias que exigen los tiempos. En los últimos años se están empezando a incluir en los currículos de los programas contenidos de emprendimiento con el fin de capacitar a los futuros profesionales en dichas competencias, basado en el impacto que refleja en […]


Los programas académicos de formación han venido adaptándose conforme a los cambios y circunstancias que exigen los tiempos. En los últimos años se están empezando a incluir en los currículos de los programas contenidos de emprendimiento con el fin de capacitar a los futuros profesionales en dichas competencias, basado en el impacto que refleja en la economía y los intereses de los estudiantes.

Hoy ya es muy común encontrar en las universidades e instituciones de educación oficinas de emprendimiento, incubadoras de empresas, vicerrectorías de emprendimientos en algunas otras y demás escenarios para el apoyo de sus estudiantes, profesores y egresados en temas de emprendimiento. 

Sin embargo, muy similar a lo que ocurre con la formación en investigación se puede manejar como actividades extracurriculares y no esperar un momento específico para adquirir estas habilidades. Por eso es conveniente fomentar espacios similares a los semilleros de investigación para desarrollar la cultura emprendedora en los estudiantes pudiéndose impulsar incluso desde la educación básica y secundaria. 

Todo ello implicaría un gran reto ya que, a diferencia de la investigación que es un pilar de la educación superior, y a pesar de que no todos los docentes se dedican a la investigación, conocen de alguna manera los procesos, mientras que la cultura de emprendimiento requiere más de experiencia y mentoría, que no se logra con solo capacitar a los docentes en temas de emprendimiento, sino más bien involucrarlos en los procesos reales de emprendimiento.

Un camino que puede dinamizarse aprovechando los puntos comunes entre la investigación y emprendimiento, donde ambos requieren esfuerzo y motivación para brindar soluciones a problemáticas de toda índole, es el acompañamiento a los proyectos de investigación, para que además de la generación de nuevos conocimientos y resolver problemas específicos, puedan aprovecharse los hallazgos en el desarrollo de ideas que logren evidenciarse en la satisfacción de necesidades de la sociedad a través de la comercialización de productos y/o servicios. 

Sin duda habrá excepciones, en las que será inconcebible la aplicación del conocimiento a ideas de negocio y es común en la comunidad científica, pero no está demás proceder en esa ruta y brindar capacitación a los investigadores al menos en propiedad intelectual. 

Es necesario brindar herramientas cada vez más robustas para dejar de ver el emprendimiento como un mecanismo de subsistencia o autoempleo y se logre una formación cada vez más integral en los profesionales, creando oportunidades de empleo, innovación, competitividad y productividad, para satisfacer necesidades plasmadas en la generación de valor con más opciones de negocios y empresas.

Por: Jesús Morales