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Columnista - 24 octubre, 2021

La generación de las redes sociales

Si nos ubicáramos cuarenta años atrás para aquellos que son modelo setenta (70) en delante y dependiendo del medio donde hayamos nacido o el tipo de formación que hayamos recibido, encontraríamos abismos de diferencias entre lo que hoy se vive en la sociedad y lo que fue nuestro tiempo de años mozos. Para antes de […]

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Si nos ubicáramos cuarenta años atrás para aquellos que son modelo setenta (70) en delante y dependiendo del medio donde hayamos nacido o el tipo de formación que hayamos recibido, encontraríamos abismos de diferencias entre lo que hoy se vive en la sociedad y lo que fue nuestro tiempo de años mozos.

Para antes de los años noventa La juventud se movía hacia un mismo ideal y era la de terminar el bachillerato y empezar la Universidad lo antes posible; y por lo general la gran mayoría tenía como meta irse a estudiar a “la nevera” como se le conocía a la capital del país en los medios costeños, pero era un hecho que más de la mitad de estos bachilleres no cumplía su ideal por la misma razón de hoy (la falta de plata), algunos se metían a comerciantes, otros empezaban a trabajar en lo que saliera y el resto estudiaba lo que el medio económico le permitiera en ese momento.

Pero llegaron los noventa y empezaron nuestros dolores de cabeza, de los dos canales de televisión que teníamos para ver las series de la época, las transmisiones en directo de los encuentros de boxeo, las inofensivas Telenovelas y los cines ambulantes con pantalla de trapo y sus películas del oeste, la oferta se multiplicó por mil con contenidos cada vez más liberales y cargados de violencia y sexo explícito; se contaminó la publicidad, llegamos al punto donde hasta para publicitar la crema dental se acude al uso del cuerpo de la mujer como mercancía, la música se desprestigió con la llegada del reguetón convirtiendo prácticamente en un bagazo sus letras vulgares, sus grotescos videos donde se denigra a la mujer desplazaron a la inmortal balada, la salsa romántica y el merengue Dominicano.

No contentos con esto estrenamos constitución y ahí fue troya, en nombre de “las libertades individuales” y “el desarrollo de la libre personalidad” se perdió la figura de autoridad de los padres que históricamente tenían sobre sus hijos; se degradó la figura paternalista y de respeto que ostentaban los maestros sobre sus alumnos, se eliminaron los pensum académicos que formaban los muchachos en lo ético, lo moral, y en el respeto hacia sus semejantes y hacia la autoridad, se modificaron las leyes para que lo que antes era delito hoy no y viceversa, y por ende en nombre de la globalización nos abrimos al mundo sin saber que era el mundo el que se nos venía encima con toda la pestilencia de esta sociedad consumista.

Como una cosa lleva a la otra, los modelos a seguir cambiaron, las jovencitas encontraron mas importante tener un cuerpo voluptuoso a cualquier precio para poder exhibirlo sin tapujos y volverse famosas, la prostitución subió de nivel, internet dejó de ser un maestro en casa y se transformó en un antro, llegaron todas las formas y presentaciones de las drogas, se le abrió la puerta a la perversión como una cultura, la población de menores embarazadas se cuadruplicó, se legalizó el aborto, y el modelo de familia como núcleo de la sociedad desapareció. Gracias a esa misma publicidad, se fue creando una cultura de consumo cada dia mas voraz, pues pasamos de la alcancía, a las tarjetas débito y crédito, y ni hablar de los teléfonos móviles; pero como esa cultura había que sostenerla, se debía alimentar con algo mas, y ese algo era el dinero fácil, y es ahí donde aparece el narcotráfico como negocio rentable que corrompió todo a su paso, la política, la música, el arte, la moda, la iglesia, y lo que es peor, las conciencias.

En una sociedad que debió romper el vínculo familiar y salir todos a trabajar para poder pagar las facturas que se multiplicaron también, dejaron que internet y redes sociales formaran a sus hijos, desparecieron las comidas en familia, las reuniones al rededor del tv en la sala y los paseos a la casa de los abuelos para conformarse con hablar por chat y verse por videollamadas, y eso que llaman “tecnología” y “mundo virtual” se apoderó de la poca humanidad que nos quedaba e imbuirnos en un mundo que solo existe en la red.

Columnista
24 octubre, 2021

La generación de las redes sociales

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

Si nos ubicáramos cuarenta años atrás para aquellos que son modelo setenta (70) en delante y dependiendo del medio donde hayamos nacido o el tipo de formación que hayamos recibido, encontraríamos abismos de diferencias entre lo que hoy se vive en la sociedad y lo que fue nuestro tiempo de años mozos. Para antes de […]


Si nos ubicáramos cuarenta años atrás para aquellos que son modelo setenta (70) en delante y dependiendo del medio donde hayamos nacido o el tipo de formación que hayamos recibido, encontraríamos abismos de diferencias entre lo que hoy se vive en la sociedad y lo que fue nuestro tiempo de años mozos.

Para antes de los años noventa La juventud se movía hacia un mismo ideal y era la de terminar el bachillerato y empezar la Universidad lo antes posible; y por lo general la gran mayoría tenía como meta irse a estudiar a “la nevera” como se le conocía a la capital del país en los medios costeños, pero era un hecho que más de la mitad de estos bachilleres no cumplía su ideal por la misma razón de hoy (la falta de plata), algunos se metían a comerciantes, otros empezaban a trabajar en lo que saliera y el resto estudiaba lo que el medio económico le permitiera en ese momento.

Pero llegaron los noventa y empezaron nuestros dolores de cabeza, de los dos canales de televisión que teníamos para ver las series de la época, las transmisiones en directo de los encuentros de boxeo, las inofensivas Telenovelas y los cines ambulantes con pantalla de trapo y sus películas del oeste, la oferta se multiplicó por mil con contenidos cada vez más liberales y cargados de violencia y sexo explícito; se contaminó la publicidad, llegamos al punto donde hasta para publicitar la crema dental se acude al uso del cuerpo de la mujer como mercancía, la música se desprestigió con la llegada del reguetón convirtiendo prácticamente en un bagazo sus letras vulgares, sus grotescos videos donde se denigra a la mujer desplazaron a la inmortal balada, la salsa romántica y el merengue Dominicano.

No contentos con esto estrenamos constitución y ahí fue troya, en nombre de “las libertades individuales” y “el desarrollo de la libre personalidad” se perdió la figura de autoridad de los padres que históricamente tenían sobre sus hijos; se degradó la figura paternalista y de respeto que ostentaban los maestros sobre sus alumnos, se eliminaron los pensum académicos que formaban los muchachos en lo ético, lo moral, y en el respeto hacia sus semejantes y hacia la autoridad, se modificaron las leyes para que lo que antes era delito hoy no y viceversa, y por ende en nombre de la globalización nos abrimos al mundo sin saber que era el mundo el que se nos venía encima con toda la pestilencia de esta sociedad consumista.

Como una cosa lleva a la otra, los modelos a seguir cambiaron, las jovencitas encontraron mas importante tener un cuerpo voluptuoso a cualquier precio para poder exhibirlo sin tapujos y volverse famosas, la prostitución subió de nivel, internet dejó de ser un maestro en casa y se transformó en un antro, llegaron todas las formas y presentaciones de las drogas, se le abrió la puerta a la perversión como una cultura, la población de menores embarazadas se cuadruplicó, se legalizó el aborto, y el modelo de familia como núcleo de la sociedad desapareció. Gracias a esa misma publicidad, se fue creando una cultura de consumo cada dia mas voraz, pues pasamos de la alcancía, a las tarjetas débito y crédito, y ni hablar de los teléfonos móviles; pero como esa cultura había que sostenerla, se debía alimentar con algo mas, y ese algo era el dinero fácil, y es ahí donde aparece el narcotráfico como negocio rentable que corrompió todo a su paso, la política, la música, el arte, la moda, la iglesia, y lo que es peor, las conciencias.

En una sociedad que debió romper el vínculo familiar y salir todos a trabajar para poder pagar las facturas que se multiplicaron también, dejaron que internet y redes sociales formaran a sus hijos, desparecieron las comidas en familia, las reuniones al rededor del tv en la sala y los paseos a la casa de los abuelos para conformarse con hablar por chat y verse por videollamadas, y eso que llaman “tecnología” y “mundo virtual” se apoderó de la poca humanidad que nos quedaba e imbuirnos en un mundo que solo existe en la red.