La verdad objetiva acredita la imperiosa y urgente necesidad de acudir al instrumento constitucional de la declaratoria de la Conmoción Interior para la estabilidad de la república. La institucionalidad del Gobierno (presidente y ministros) ha sido conmovida con un atentado terrorista. Grave acto terrorista. Inclusive, declarar la conmoción interior, aún en algunos sectores del territorio, […]
La verdad objetiva acredita la imperiosa y urgente necesidad de acudir al instrumento constitucional de la declaratoria de la Conmoción Interior para la estabilidad de la república. La institucionalidad del Gobierno (presidente y ministros) ha sido conmovida con un atentado terrorista. Grave acto terrorista.
Inclusive, declarar la conmoción interior, aún en algunos sectores del territorio, para conjurar con medidas especiales la caótica situación en que se encuentra la patria, tiene perspectivas históricas prejuiciosas. Probablemente el presidente Duque piense que acudir a esa figura constitucional representaría un lastre. No.
Igualmente, concibe el presidente Duque que con las disposiciones ordinarias puede sortear los embates de los enemigos de la nación y de las instituciones. Tampoco es cierto.
Bogotá, Valle del Cauca, Norte de Santander, Nariño, el Catatumbo, son territorios hostigados y asediados por multitudes incendiadas por el odio recíproco contra todos, inclusive contra ellos mismos. Endiablados.
Algunos piensan que quienes provocan los embates terroristas buscan, por un lado, un golpe de Estado (¿Por quiénes?) y por el otro, acelerar las elecciones para aprovechar la situación de la pandemia y la exacerbación social para por esa vía pretender llegar al control del Estado y sus instituciones. A simple vista, transitamos de la guerra de guerrillas rurales a la guerra de vándalos urbanos.
El presidente Duque (pienso que en solitario) concibe tener suficiente liderazgo para terminar su gobierno sin acudir a la Conmoción Interior, empero, no avizora que vamos a quedar muy agrietados mientras llega un nuevo gobierno. La vía de la Conmoción Interna se recalca no en todo el territorio nacional, por ejemplo, no en la región Caribe. Es un freno constitucional a la barbarie en la que convivimos. Duele Colombia. La responsabilidad histórica del presidente es la de acudir a tiempo a medidas contundentes y eficaces que desaceleren la declarada guerra de guerrilla urbana. ¡No hay espera!
En este contexto, las medidas constitucionales urgentes tienen un soporte innegable: la pandemia -como hecho notorio- no debe permitir ni posibilitar que so pretexto del derecho a la protesta social se planten sistemáticamente espacios de terror y zozobra.
Señor presidente Duque: las gentes buenas de Colombia -que somos más- y la comunidad internacional lo apoyan en estos momentos que reclaman templado liderazgo sin apuestas políticas. La reacción nacional e internacional contra el atentado a su gobierno (presidente y connotados ministros) no se palia con recompensas para dar con los criminales, sino con urgentes y audaces medidas que pongan en cintura a unas bien planeadas y ejecutadas acciones de guerra de guerrillas urbanas en Colombia.
El demencial acto terrorista de ejecutar -atravesando una cuerda- a un hombre del pueblo que transitaba en moto en Bogotá, es detonante colosal para declarar la conmoción interior, como igualmente lo es el desafiante ataque a la figura del presidente de Colombia y dos de los más destacados ministros: el del Interior (Daniel Palacios Martínez) y el de Defensa (Diego Molano Aponte).
Al ministro Palacios le ha correspondido sortear con acierto, temperancia y dominio propio momentos de comprometedores desafíos para la patria. Conoce lo que hace en materia de seguridad, hay que darle herramientas constitucionales para controlar con rapidez los desmanes. El ministro de Defensa apropiará sus mejores hombres para armónicamente enfrentar los desafíos y la integridad de la república. ¡Hay ministros para tiempos dramáticos!
La verdad objetiva acredita la imperiosa y urgente necesidad de acudir al instrumento constitucional de la declaratoria de la Conmoción Interior para la estabilidad de la república. La institucionalidad del Gobierno (presidente y ministros) ha sido conmovida con un atentado terrorista. Grave acto terrorista. Inclusive, declarar la conmoción interior, aún en algunos sectores del territorio, […]
La verdad objetiva acredita la imperiosa y urgente necesidad de acudir al instrumento constitucional de la declaratoria de la Conmoción Interior para la estabilidad de la república. La institucionalidad del Gobierno (presidente y ministros) ha sido conmovida con un atentado terrorista. Grave acto terrorista.
Inclusive, declarar la conmoción interior, aún en algunos sectores del territorio, para conjurar con medidas especiales la caótica situación en que se encuentra la patria, tiene perspectivas históricas prejuiciosas. Probablemente el presidente Duque piense que acudir a esa figura constitucional representaría un lastre. No.
Igualmente, concibe el presidente Duque que con las disposiciones ordinarias puede sortear los embates de los enemigos de la nación y de las instituciones. Tampoco es cierto.
Bogotá, Valle del Cauca, Norte de Santander, Nariño, el Catatumbo, son territorios hostigados y asediados por multitudes incendiadas por el odio recíproco contra todos, inclusive contra ellos mismos. Endiablados.
Algunos piensan que quienes provocan los embates terroristas buscan, por un lado, un golpe de Estado (¿Por quiénes?) y por el otro, acelerar las elecciones para aprovechar la situación de la pandemia y la exacerbación social para por esa vía pretender llegar al control del Estado y sus instituciones. A simple vista, transitamos de la guerra de guerrillas rurales a la guerra de vándalos urbanos.
El presidente Duque (pienso que en solitario) concibe tener suficiente liderazgo para terminar su gobierno sin acudir a la Conmoción Interior, empero, no avizora que vamos a quedar muy agrietados mientras llega un nuevo gobierno. La vía de la Conmoción Interna se recalca no en todo el territorio nacional, por ejemplo, no en la región Caribe. Es un freno constitucional a la barbarie en la que convivimos. Duele Colombia. La responsabilidad histórica del presidente es la de acudir a tiempo a medidas contundentes y eficaces que desaceleren la declarada guerra de guerrilla urbana. ¡No hay espera!
En este contexto, las medidas constitucionales urgentes tienen un soporte innegable: la pandemia -como hecho notorio- no debe permitir ni posibilitar que so pretexto del derecho a la protesta social se planten sistemáticamente espacios de terror y zozobra.
Señor presidente Duque: las gentes buenas de Colombia -que somos más- y la comunidad internacional lo apoyan en estos momentos que reclaman templado liderazgo sin apuestas políticas. La reacción nacional e internacional contra el atentado a su gobierno (presidente y connotados ministros) no se palia con recompensas para dar con los criminales, sino con urgentes y audaces medidas que pongan en cintura a unas bien planeadas y ejecutadas acciones de guerra de guerrillas urbanas en Colombia.
El demencial acto terrorista de ejecutar -atravesando una cuerda- a un hombre del pueblo que transitaba en moto en Bogotá, es detonante colosal para declarar la conmoción interior, como igualmente lo es el desafiante ataque a la figura del presidente de Colombia y dos de los más destacados ministros: el del Interior (Daniel Palacios Martínez) y el de Defensa (Diego Molano Aponte).
Al ministro Palacios le ha correspondido sortear con acierto, temperancia y dominio propio momentos de comprometedores desafíos para la patria. Conoce lo que hace en materia de seguridad, hay que darle herramientas constitucionales para controlar con rapidez los desmanes. El ministro de Defensa apropiará sus mejores hombres para armónicamente enfrentar los desafíos y la integridad de la república. ¡Hay ministros para tiempos dramáticos!