Se nos ha preguntado qué es ese vitrinazo que se dan los mandatarios llamado ‘Rendición de Cuentas’, y que se monta con sonidos, videos, colores, sabores, aplausos e inspiradores mensajes. También se nos cuestiona por qué señalamos, en el caso de algunos mandatarios, como el gobernador, que más que rendir cuentas, que corresponde a lo que se ha hecho, se ha cumplido de un programa o del plan de desarrollo, se dedican a mostrar sus promesas de futuro.
Se nos ha preguntado qué es ese vitrinazo que se dan los mandatarios llamado ‘Rendición de Cuentas’, y que se monta con sonidos, videos, colores, sabores, aplausos e inspiradores mensajes. También se nos cuestiona por qué señalamos, en el caso de algunos mandatarios, como el gobernador, que más que rendir cuentas, que corresponde a lo que se ha hecho, se ha cumplido de un programa o del plan de desarrollo, se dedican a mostrar sus promesas de futuro.
Lo cierto es que la rendición de cuentas tiene una definición en el Derecho civil, que es tal vez el más antiguo Derecho, como un acto por el cual una persona que conserva bienes o fondos ajenos a su propiedad, hace exteriorización parcial o total, procede a rendirle cuentas a su mandante, propietario de aquellos. “El mandatario da cuenta de su administración”, dice nuestro Código Civil (articulo 2181); agrega algo inolvidable: “La relevación de rendir cuentas no exonera al mandatario de los cargos que contra él justifique el mandante”. En el símil el mandante es el pueblo, la ciudadanía.
Nos serviremos de conceptos y cartillas de Planeación Nacional y Función Pública para ilustrar qué debe ser una cabal rendición de cuentas:
La rendición de cuentas puede entenderse como la obligación o responsabilidad de las organizaciones y servidores públicos de informar y explicar sus acciones u omisiones a otras organizaciones o personas, que tienen el derecho de exigir dicha información y explicaciones, así́ como la responsabilidad de retroalimentar –para mejorar o corregir– la gestión y castigar o reconocer comportamientos o prácticas de la administración pública territorial.
La rendición de cuentas representa una oportunidad de que se manifiesten incentivos –al menos simbólicos– para corregir, sancionar o promover determinados comportamientos. Junto con la visibilidad y la integridad, la rendición de cuentas es uno de los principales componentes de la transparencia, concepto que podemos asociar con la claridad y publicidad de la mayoría de las actuaciones públicas por parte de los gobernantes y sus equipos.
Es un espacio de diálogo constructivo permanente entre el gobierno y la ciudadanía para recibir retroalimentación de la comunidad y de otros actores institucionales (alertas, propuestas, sanciones, reconocimientos).
Un espacio para explicar, argumentar y hacer un balance de avances, dificultades y retos sobre competencias y compromisos de la administración.
No es un espacio para la confrontación encarnizada. No es un espacio para solamente recibir aplausos, mostrar los aciertos, o
ser escuchado.
No es un espacio que depende de la voluntad y benevolencia del gobernante. Es fundamental que la comunidad tenga conocimientos sobre los asuntos públicos para que cuente con criterios para exigir y aportar soluciones en los procesos de rendición. Contribuye al manejo de los recursos públicos con transparencia y responsabilidad.
En fin, nuestros gobernantes tan reacios a la crítica desaprovechan el ejercicio para contrastar ideas y alternativas y mejorar su gobierno.
Se nos ha preguntado qué es ese vitrinazo que se dan los mandatarios llamado ‘Rendición de Cuentas’, y que se monta con sonidos, videos, colores, sabores, aplausos e inspiradores mensajes. También se nos cuestiona por qué señalamos, en el caso de algunos mandatarios, como el gobernador, que más que rendir cuentas, que corresponde a lo que se ha hecho, se ha cumplido de un programa o del plan de desarrollo, se dedican a mostrar sus promesas de futuro.
Se nos ha preguntado qué es ese vitrinazo que se dan los mandatarios llamado ‘Rendición de Cuentas’, y que se monta con sonidos, videos, colores, sabores, aplausos e inspiradores mensajes. También se nos cuestiona por qué señalamos, en el caso de algunos mandatarios, como el gobernador, que más que rendir cuentas, que corresponde a lo que se ha hecho, se ha cumplido de un programa o del plan de desarrollo, se dedican a mostrar sus promesas de futuro.
Lo cierto es que la rendición de cuentas tiene una definición en el Derecho civil, que es tal vez el más antiguo Derecho, como un acto por el cual una persona que conserva bienes o fondos ajenos a su propiedad, hace exteriorización parcial o total, procede a rendirle cuentas a su mandante, propietario de aquellos. “El mandatario da cuenta de su administración”, dice nuestro Código Civil (articulo 2181); agrega algo inolvidable: “La relevación de rendir cuentas no exonera al mandatario de los cargos que contra él justifique el mandante”. En el símil el mandante es el pueblo, la ciudadanía.
Nos serviremos de conceptos y cartillas de Planeación Nacional y Función Pública para ilustrar qué debe ser una cabal rendición de cuentas:
La rendición de cuentas puede entenderse como la obligación o responsabilidad de las organizaciones y servidores públicos de informar y explicar sus acciones u omisiones a otras organizaciones o personas, que tienen el derecho de exigir dicha información y explicaciones, así́ como la responsabilidad de retroalimentar –para mejorar o corregir– la gestión y castigar o reconocer comportamientos o prácticas de la administración pública territorial.
La rendición de cuentas representa una oportunidad de que se manifiesten incentivos –al menos simbólicos– para corregir, sancionar o promover determinados comportamientos. Junto con la visibilidad y la integridad, la rendición de cuentas es uno de los principales componentes de la transparencia, concepto que podemos asociar con la claridad y publicidad de la mayoría de las actuaciones públicas por parte de los gobernantes y sus equipos.
Es un espacio de diálogo constructivo permanente entre el gobierno y la ciudadanía para recibir retroalimentación de la comunidad y de otros actores institucionales (alertas, propuestas, sanciones, reconocimientos).
Un espacio para explicar, argumentar y hacer un balance de avances, dificultades y retos sobre competencias y compromisos de la administración.
No es un espacio para la confrontación encarnizada. No es un espacio para solamente recibir aplausos, mostrar los aciertos, o
ser escuchado.
No es un espacio que depende de la voluntad y benevolencia del gobernante. Es fundamental que la comunidad tenga conocimientos sobre los asuntos públicos para que cuente con criterios para exigir y aportar soluciones en los procesos de rendición. Contribuye al manejo de los recursos públicos con transparencia y responsabilidad.
En fin, nuestros gobernantes tan reacios a la crítica desaprovechan el ejercicio para contrastar ideas y alternativas y mejorar su gobierno.