Los asesinatos de los periodistas cesarenses Amparo Jiménez Pallares, Guzmán Quintero Torres y Martin La Rotta Duarte dejaron secuelas en el periodismo investigativo y crítico del departamento. Los dos primeros casos aún permanecen en la impunidad
El silenciamiento y la autocensura en el gremio de los periodistas de Valledupar continúa vigente bajo el manto del miedo que dejó los asesinatos de los periodistas cesarenses Amparo Jiménez en 1998, Guzmán Quintero en 1999 y Martin La Rotta en el 2005, los cuales fueron atacados al cumplir su labor como gestores del cambio por medio del periodismo investigo y crítico en la época del “proceso de contratación e imposición del proyecto paramilitar en Valledupar”.
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De acuerdo con el periodista Hamilton Fuentes, entre 1995 y 2005 el Cesar estuvo bajo una década donde se consolidó el paramilitarismo y las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, a con el apoyo de las fuerzas militares, políticos y empresarios regionales. Debido a esto los grupos paramilitares identificaron a los periodistas locales de las regiones que representaban un riesgo para la imposición de su estrategia militar que se fundamentaba en el discurso anticomunista y la confrontación armada contra las guerrillas, con el fin de obtener el poder local y regional para por esta vía llegar al poder nacional.
“La comunicación fue instrumentalizada como parte de una estrategia donde fueron sometidos los periodistas y en particular aquellos críticos de pequeños medios para de esta manera controlar la producción y difusión de información sobre el accionar del mercenarismo y el de su oponente”, precisó Fuentes.
Esta postura la sostiene el periodista debido a una serie de investigaciones que fueron expuestas en su tesis aprobada con mención meritoria, titulada ‘Memoria del olvido: historia del caso del periodista Guzmán Quintero Torres, Valledupar, septiembre de 1999’, presentada el pasado lunes para optar a magíster en Sociología en Política y Conflicto de la Universidad Nacional en Bogotá.
A partir de un informe del Centro Nacional de Memorias sobre el contexto social y político que se vivía en el departamento del Cesar, entre los años 1995 y 2005, parte esta tesis que expone la cohesión de la prensa vallenata por las investigaciones y señalamientos críticos de los periodistas sobre las administraciones y los acontecimientos sociales de la época, que aun siguen teniendo repercusiones sobre la sociedad vallenata y el ejercicio del periodismo en el departamento.
De acuerdo con el sociólogo y periodista José Barrera, el periodismo en el Cesar sufrió una transformación a raíz de las mencionadas muertes debido a que en su mayoría “fue desplazado el periodismo de investigación y profundidad por el registro automático”, de noticias sin profundidad que carecen de la búsqueda imperiosa de los periodistas por descubrir sus repercusiones en la sociedad.
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“Estamos en el 2021, pero las consecuencias de los asesinatos de esos periodistas comprometidos cambió la percepción del periodismo real en el Cesar. Me refiero a que son pocos los profesionales de la comunicación dispuestos a ver más allá de las acciones de los políticos para exponer las realidades que afectan a los cesarenses”, comentó Barrera.
Esta misma postura la comparte Hamilton Fuentes, quien aseveró que en muchas salas de redacción de los medios de comunicación de Valledupar y del resto del departamento del Cesar sigue presente el miedo a raíz de los asesinatos de Amparo Jiménez, Guzmán Quintero y Martin La Rotta. Acotó que “hay nombres y familias prohibidas en los consejos de redacción, evidenciándose una censura y autocensura en la prensa del Cesar”.
Así mismo la periodista Johana Martínez aseveró que el ejercicio del periodismo muchas veces es confundido con “con una promoción o postura a favor o en contra de un sujeto” cuando en realidad es la investigación de un suceso que puede desencadenar graves afectaciones como beneficios a la sociedad”. Señaló que debido a las repercusiones que puede tener la labor de un periodista sobre la población, actores políticos y de corrientes militantes por medio de amenazas buscan silenciar al periodismo.
“Es rigurosa la tarea del periodista porque somos los ojos que debemos ver detrás y el futuro de una decisión o acontecimiento que afecte a la población y por ello existen esa crítica, sugestión y a veces hasta odio a nuestra labor. Por medio de la cohesión, la prensa cede y eso lo han demostrado algunos a los dirigentes políticos, por ello se debe luchar contra la censura y así recuperar la esencia del periodismo”, comentó Martínez.
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Los hechos del pasado, según los entrevistados, siguen teniendo secuelas en el ejercicio del periodismo en el Cesar. A pesar de esto señalaron que aún hay quienes a pesar de presuntas amenazas se atreven a indagar e investigar más allá del acontecimiento diario, lo cual debe ser reproducido por el gremio en general para no ser “los registros mecánicos de una noticia sin profundidad”.
Por: Namieh Baute Barrios / EL PILÓN.
Los asesinatos de los periodistas cesarenses Amparo Jiménez Pallares, Guzmán Quintero Torres y Martin La Rotta Duarte dejaron secuelas en el periodismo investigativo y crítico del departamento. Los dos primeros casos aún permanecen en la impunidad
El silenciamiento y la autocensura en el gremio de los periodistas de Valledupar continúa vigente bajo el manto del miedo que dejó los asesinatos de los periodistas cesarenses Amparo Jiménez en 1998, Guzmán Quintero en 1999 y Martin La Rotta en el 2005, los cuales fueron atacados al cumplir su labor como gestores del cambio por medio del periodismo investigo y crítico en la época del “proceso de contratación e imposición del proyecto paramilitar en Valledupar”.
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De acuerdo con el periodista Hamilton Fuentes, entre 1995 y 2005 el Cesar estuvo bajo una década donde se consolidó el paramilitarismo y las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, a con el apoyo de las fuerzas militares, políticos y empresarios regionales. Debido a esto los grupos paramilitares identificaron a los periodistas locales de las regiones que representaban un riesgo para la imposición de su estrategia militar que se fundamentaba en el discurso anticomunista y la confrontación armada contra las guerrillas, con el fin de obtener el poder local y regional para por esta vía llegar al poder nacional.
“La comunicación fue instrumentalizada como parte de una estrategia donde fueron sometidos los periodistas y en particular aquellos críticos de pequeños medios para de esta manera controlar la producción y difusión de información sobre el accionar del mercenarismo y el de su oponente”, precisó Fuentes.
Esta postura la sostiene el periodista debido a una serie de investigaciones que fueron expuestas en su tesis aprobada con mención meritoria, titulada ‘Memoria del olvido: historia del caso del periodista Guzmán Quintero Torres, Valledupar, septiembre de 1999’, presentada el pasado lunes para optar a magíster en Sociología en Política y Conflicto de la Universidad Nacional en Bogotá.
A partir de un informe del Centro Nacional de Memorias sobre el contexto social y político que se vivía en el departamento del Cesar, entre los años 1995 y 2005, parte esta tesis que expone la cohesión de la prensa vallenata por las investigaciones y señalamientos críticos de los periodistas sobre las administraciones y los acontecimientos sociales de la época, que aun siguen teniendo repercusiones sobre la sociedad vallenata y el ejercicio del periodismo en el departamento.
De acuerdo con el sociólogo y periodista José Barrera, el periodismo en el Cesar sufrió una transformación a raíz de las mencionadas muertes debido a que en su mayoría “fue desplazado el periodismo de investigación y profundidad por el registro automático”, de noticias sin profundidad que carecen de la búsqueda imperiosa de los periodistas por descubrir sus repercusiones en la sociedad.
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Esta misma postura la comparte Hamilton Fuentes, quien aseveró que en muchas salas de redacción de los medios de comunicación de Valledupar y del resto del departamento del Cesar sigue presente el miedo a raíz de los asesinatos de Amparo Jiménez, Guzmán Quintero y Martin La Rotta. Acotó que “hay nombres y familias prohibidas en los consejos de redacción, evidenciándose una censura y autocensura en la prensa del Cesar”.
Así mismo la periodista Johana Martínez aseveró que el ejercicio del periodismo muchas veces es confundido con “con una promoción o postura a favor o en contra de un sujeto” cuando en realidad es la investigación de un suceso que puede desencadenar graves afectaciones como beneficios a la sociedad”. Señaló que debido a las repercusiones que puede tener la labor de un periodista sobre la población, actores políticos y de corrientes militantes por medio de amenazas buscan silenciar al periodismo.
“Es rigurosa la tarea del periodista porque somos los ojos que debemos ver detrás y el futuro de una decisión o acontecimiento que afecte a la población y por ello existen esa crítica, sugestión y a veces hasta odio a nuestra labor. Por medio de la cohesión, la prensa cede y eso lo han demostrado algunos a los dirigentes políticos, por ello se debe luchar contra la censura y así recuperar la esencia del periodismo”, comentó Martínez.
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Por: Namieh Baute Barrios / EL PILÓN.