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Columnista - 1 marzo, 2021

Sin orejas para aretes y pidiendo candongas

El sentir popular ha elaborado decires y proverbios  sencillos pero llenos de una gran sabiduría, uno de ellos es el que encabeza este escrito y que se interpreta cómo es que al no poder con algo liviano se pide cargar otro de más peso, que es exactamente lo que le está sucediendo al Gobierno nacional, […]

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El sentir popular ha elaborado decires y proverbios  sencillos pero llenos de una gran sabiduría, uno de ellos es el que encabeza este escrito y que se interpreta cómo es que al no poder con algo liviano se pide cargar otro de más peso, que es exactamente lo que le está sucediendo al Gobierno nacional, pero sin pedirlo, pues las dos millones de dosis del laboratorio  Sinovac, provenientes de China, han complicado la situación, pues lo evidente es que como están planteadas las cosas sino han podido utilizar las cincuenta mil dosis, las famosas cincuenta mil dosis con bandera e himno incluidos,  en qué momento van a tener la capacidad para las dos millones, que llegan ya, el siete de marzo, además el show no se puede acabar tan rápido.  

Me parece que los chinos enredaron la situación, veo al presidente de la república y a su ministro de Salud haciéndose las señas que se traducen en y ahora qué haremos, porque vacunas sí hay.  

No tengo la menor duda: al Gobierno nacional no le ha funcionado bien el asunto de la vacunación contra la covid-19, y a veces creo que es que no quieren que les funcione bien.

 Le llegaron pinches cincuenta mil dosis que hasta ayer 26 de febrero aún no habían terminado de aplicar, lo que demuestra que habiendo vacunas, no muchas, no han sido capaces de utilizar, y entonces surge la duda: ¿Y a ese ritmo cuándo es que estaremos vacunados los millones de colombianos para lograr la inmunidad de rebaño? 

Vacunar unos cuantos médicos y personal de la salud de hecho es muy bueno pero es que estamos muy rezagados, no han sido realistas, sacrificado eficacia por yo no sé qué.  A estas alturas lo que  se evidencia no es falta de vacunas sino organización para aplicarlas. 

Mucho me temo que se esté intentando prorrogar al máximo este estado de excepción, pues esta situación permite dar manotazos jurídicos ilegales e inconstitucionales para manejar una crisis a cuya puerta estamos a golpes de pupitre.  No creamos que este año de encierro ha aplacado las cosas. No me quiero imaginar la Bogotá dos, después de la pandemia.

La covid-19 aplacó los sucesos, pero lo que veo venir al retornar a la normalidad es inquietante. 

Por allá en las épocas de Gandhi uno de los asuntos que detonó la independencia de la India fue el manejo de la sal. Todavía deben retumbar en los oídos de los ingleses de Londres The Salt March, lo que da pie para agregar que de grano en grano se llena el saco.

El futuro del país está en manos del gobierno y no los veo liderando un proceso de reconciliación. Le siguen dando la espalda, ignoran los tremores de la sociedad y piensan o esperan que los demás estén dormidos.

Las sorpresas no existen. 

Columnista
1 marzo, 2021

Sin orejas para aretes y pidiendo candongas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime García Chadid.

El sentir popular ha elaborado decires y proverbios  sencillos pero llenos de una gran sabiduría, uno de ellos es el que encabeza este escrito y que se interpreta cómo es que al no poder con algo liviano se pide cargar otro de más peso, que es exactamente lo que le está sucediendo al Gobierno nacional, […]


El sentir popular ha elaborado decires y proverbios  sencillos pero llenos de una gran sabiduría, uno de ellos es el que encabeza este escrito y que se interpreta cómo es que al no poder con algo liviano se pide cargar otro de más peso, que es exactamente lo que le está sucediendo al Gobierno nacional, pero sin pedirlo, pues las dos millones de dosis del laboratorio  Sinovac, provenientes de China, han complicado la situación, pues lo evidente es que como están planteadas las cosas sino han podido utilizar las cincuenta mil dosis, las famosas cincuenta mil dosis con bandera e himno incluidos,  en qué momento van a tener la capacidad para las dos millones, que llegan ya, el siete de marzo, además el show no se puede acabar tan rápido.  

Me parece que los chinos enredaron la situación, veo al presidente de la república y a su ministro de Salud haciéndose las señas que se traducen en y ahora qué haremos, porque vacunas sí hay.  

No tengo la menor duda: al Gobierno nacional no le ha funcionado bien el asunto de la vacunación contra la covid-19, y a veces creo que es que no quieren que les funcione bien.

 Le llegaron pinches cincuenta mil dosis que hasta ayer 26 de febrero aún no habían terminado de aplicar, lo que demuestra que habiendo vacunas, no muchas, no han sido capaces de utilizar, y entonces surge la duda: ¿Y a ese ritmo cuándo es que estaremos vacunados los millones de colombianos para lograr la inmunidad de rebaño? 

Vacunar unos cuantos médicos y personal de la salud de hecho es muy bueno pero es que estamos muy rezagados, no han sido realistas, sacrificado eficacia por yo no sé qué.  A estas alturas lo que  se evidencia no es falta de vacunas sino organización para aplicarlas. 

Mucho me temo que se esté intentando prorrogar al máximo este estado de excepción, pues esta situación permite dar manotazos jurídicos ilegales e inconstitucionales para manejar una crisis a cuya puerta estamos a golpes de pupitre.  No creamos que este año de encierro ha aplacado las cosas. No me quiero imaginar la Bogotá dos, después de la pandemia.

La covid-19 aplacó los sucesos, pero lo que veo venir al retornar a la normalidad es inquietante. 

Por allá en las épocas de Gandhi uno de los asuntos que detonó la independencia de la India fue el manejo de la sal. Todavía deben retumbar en los oídos de los ingleses de Londres The Salt March, lo que da pie para agregar que de grano en grano se llena el saco.

El futuro del país está en manos del gobierno y no los veo liderando un proceso de reconciliación. Le siguen dando la espalda, ignoran los tremores de la sociedad y piensan o esperan que los demás estén dormidos.

Las sorpresas no existen.