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Columnista - 19 noviembre, 2020

El ranking universitario y la UPC

La semana pasada salió el listado de clasificación de las mejores universidades del mundo, y dentro de las 100 latinoamericanas representando al sector público, por nuestro país aparecen en el puesto 10 la Universidad Nacional, en el 13 la de Antioquia, en el 50 la del Valle y en el 67 la Industrial de Santander. […]

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La semana pasada salió el listado de clasificación de las mejores universidades del mundo, y dentro de las 100 latinoamericanas representando al sector público, por nuestro país aparecen en el puesto 10 la Universidad Nacional, en el 13 la de Antioquia, en el 50 la del Valle y en el 67 la Industrial de Santander.

El ranking utiliza cinco criterios básicos de clasificación: impacto y productividad de la investigación (requiere recursos, convocatorias y espacios para conducir esas investigaciones); compromiso docente (usualmente es favorecido con bonos económicos que garanticen exclusividad); empleabilidad (mayor número de docentes nombrados en propiedad y con sueldos adecuados); impacto online (movimiento robustecido por citaciones y apariciones en buscadores) y; desde la edición 2016/17, internacionalización (convenios, dobles titulaciones, estudiantes y docentes en/de intercambio).

Considerando que los presupuestos de las mismas universidades dependen de su clasificación, y que como se evidenció en los paréntesis el factor económico posibilita varios de los criterios, es perentorio que las universidades locales tomen sus decisiones académico-administrativas en función de alcanzar altos estándares para ser efectivas y de paso evitar el círculo vicioso de la necesidad de recursos para obtener más recursos.

Aparte de los criterios anteriores, los elementos complementarios para establecer dicho listado son los indicadores clave de la clasificación global, como la reputación académica con un peso del 30 %, la reputación en los empleadores con un 20 %, más un grupo de aspectos con un 10 % cada uno: la proporción de profesores y estudiantes (1 para 15-18, es el ideal), la relación profesorado con doctorado (específico del área de desempeño, preferiblemente), las redes internacionales de investigación, las citaciones de publicaciones y por último, con un 5 % cada una: las publicaciones por facultad y el impacto en la web.

Tomando los anteriores elementos y aplicándolos a los profesores de planta de la UPC, ¿continuaríamos con los mismos bajos niveles dentro de 5, 10 o 20 años? ¡Indudablemente!, si no se hacen los ajustes administrativos adecuados. Estas son decisiones que no solo deben surgir desde el interior de la misma, sino que requieren el concurso del gobierno en todos sus niveles: nacional departamental y municipal, como también, por supuesto de la empresa privada y algo que vemos poco pero que es hora de que empiece a darse, el apoyo económico de muchas personas naturales. Las grades universidades del mundo deben muchos de sus logros a las muy generosas donaciones de exalumnos y almas caritativas que más que valorar, financian los proyectos académicos que ellas impulsan.

Por supuesto que estos criterios y elementos se relacionan directamente. Los unos llevan a los otros y también viceversa. De allí que los administrativos, docentes, estudiantes, egresados y la comunidad en general deben estar atentos y orientados al bienestar académico de la universidad, pues son estos estamentos los llamados a establecer y materializar dichas prioridades. ¡La UPC somos todos!

Columnista
19 noviembre, 2020

El ranking universitario y la UPC

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Cenaida Alvis Barranco

La semana pasada salió el listado de clasificación de las mejores universidades del mundo, y dentro de las 100 latinoamericanas representando al sector público, por nuestro país aparecen en el puesto 10 la Universidad Nacional, en el 13 la de Antioquia, en el 50 la del Valle y en el 67 la Industrial de Santander. […]


La semana pasada salió el listado de clasificación de las mejores universidades del mundo, y dentro de las 100 latinoamericanas representando al sector público, por nuestro país aparecen en el puesto 10 la Universidad Nacional, en el 13 la de Antioquia, en el 50 la del Valle y en el 67 la Industrial de Santander.

El ranking utiliza cinco criterios básicos de clasificación: impacto y productividad de la investigación (requiere recursos, convocatorias y espacios para conducir esas investigaciones); compromiso docente (usualmente es favorecido con bonos económicos que garanticen exclusividad); empleabilidad (mayor número de docentes nombrados en propiedad y con sueldos adecuados); impacto online (movimiento robustecido por citaciones y apariciones en buscadores) y; desde la edición 2016/17, internacionalización (convenios, dobles titulaciones, estudiantes y docentes en/de intercambio).

Considerando que los presupuestos de las mismas universidades dependen de su clasificación, y que como se evidenció en los paréntesis el factor económico posibilita varios de los criterios, es perentorio que las universidades locales tomen sus decisiones académico-administrativas en función de alcanzar altos estándares para ser efectivas y de paso evitar el círculo vicioso de la necesidad de recursos para obtener más recursos.

Aparte de los criterios anteriores, los elementos complementarios para establecer dicho listado son los indicadores clave de la clasificación global, como la reputación académica con un peso del 30 %, la reputación en los empleadores con un 20 %, más un grupo de aspectos con un 10 % cada uno: la proporción de profesores y estudiantes (1 para 15-18, es el ideal), la relación profesorado con doctorado (específico del área de desempeño, preferiblemente), las redes internacionales de investigación, las citaciones de publicaciones y por último, con un 5 % cada una: las publicaciones por facultad y el impacto en la web.

Tomando los anteriores elementos y aplicándolos a los profesores de planta de la UPC, ¿continuaríamos con los mismos bajos niveles dentro de 5, 10 o 20 años? ¡Indudablemente!, si no se hacen los ajustes administrativos adecuados. Estas son decisiones que no solo deben surgir desde el interior de la misma, sino que requieren el concurso del gobierno en todos sus niveles: nacional departamental y municipal, como también, por supuesto de la empresa privada y algo que vemos poco pero que es hora de que empiece a darse, el apoyo económico de muchas personas naturales. Las grades universidades del mundo deben muchos de sus logros a las muy generosas donaciones de exalumnos y almas caritativas que más que valorar, financian los proyectos académicos que ellas impulsan.

Por supuesto que estos criterios y elementos se relacionan directamente. Los unos llevan a los otros y también viceversa. De allí que los administrativos, docentes, estudiantes, egresados y la comunidad en general deben estar atentos y orientados al bienestar académico de la universidad, pues son estos estamentos los llamados a establecer y materializar dichas prioridades. ¡La UPC somos todos!