Mucha gente se pregunta ¿Por qué a los fallecidos por covid-19 prefieren cremarlos y no inhumarlos? Con el propósito de por lo menos aminorar tal inquietud, es importante hacer varias claridades, entre las cuales, la primordial es que los cadáveres inhumados formalmente no trasmiten ningún tipo de enfermedad; es decir, que los cuerpos de los […]
Mucha gente se pregunta ¿Por qué a los fallecidos por covid-19 prefieren cremarlos y no inhumarlos? Con el propósito de por lo menos aminorar tal inquietud, es importante hacer varias claridades, entre las cuales, la primordial es que los cadáveres inhumados formalmente no trasmiten ningún tipo de enfermedad; es decir, que los cuerpos de los muertos por covid-19 después de que sean manipulados con rigurosos protocolos de bioseguridad y enterrados debidamente no contagian a nadie.
Reitero, la idea de preferir la cremación de los cadáveres de quienes fallecen por la infección del tan fatal coronavirus es evitar la acostumbrada aglomeración de gente durante el proceso exequial, tradicional evento muy propicio para que se propague el contagio de covid-19.
También es necesario ratificar que la cremación de los difuntos por covid-19 no es obligatoria por ley, no obstante, la gran cantidad de muertos obliga a recurrir a la opción de la cremación, porque es un proceso no solo más rápido, sino más económico. Condición, sin duda alguna, favorable para paliar la crisis financiera generada por la prolongada pandemia que mantiene paralizada o a media marcha todas las actividades productivas de la humanidad.
Si bien es cierto que la actual forzosa cremación de cadáveres ha producido alta inconformidad, lo otro cierto es que, en el futuro después de la pandemia, la opción de la cremación será mayor, pues seguirá aumentando por los múltiples factores agregados que la hacen menos onerosa, además disminuirá las extensas áreas de tierra que requieren los cementerios, terrenos hoy tan indispensables para ser utilizados en otras necesidades, por ejemplo, para la construcción de viviendas y parques recreativos.
En las nuevas normas emitidas por la emergencia sanitaria, ningún cadáver por covid-19 debería ser trasladado a un lugar diferente del deceso y en los sitios carentes de hornos crematorios, los cuerpos deberán sepultarse adecuadamente, mejor dicho, cumpliendo las disposiciones tendientes a minimizar la infección por el virus Sars-Cov-2.
Las autoridades no han prohibido la inhumación de los fallecidos víctimas de covid-19, sus familiares conservan el derecho de elegir en enterrar o cremar a sus parientes; sin embargo, en caso de demora en el reclamo de los cadáveres, la mejor y más económica opción del gobierno es la cremación. En estos casos prima el factor económico ante la tradición cultural. El descalabro financiero no lo permite, porque es preferible el ahorro para la ayuda del bienestar de la población vulnerable.
En conclusión, después de la pandemia producida por el virus Sars-Cov-2 algunas costumbres y tradiciones culturales de la humanidad cambiarán y otras tal vez desaparecerán. Desafortunadamente, el cambio será de forma y no de fondo. La realidad histórica lo ha demostrado, ya que persistirá la gente egoísta y, por ende, envidiosa, mentirosa y criminal, con la gravedad de que es más mortífera que la covid-19.
Mucha gente se pregunta ¿Por qué a los fallecidos por covid-19 prefieren cremarlos y no inhumarlos? Con el propósito de por lo menos aminorar tal inquietud, es importante hacer varias claridades, entre las cuales, la primordial es que los cadáveres inhumados formalmente no trasmiten ningún tipo de enfermedad; es decir, que los cuerpos de los […]
Mucha gente se pregunta ¿Por qué a los fallecidos por covid-19 prefieren cremarlos y no inhumarlos? Con el propósito de por lo menos aminorar tal inquietud, es importante hacer varias claridades, entre las cuales, la primordial es que los cadáveres inhumados formalmente no trasmiten ningún tipo de enfermedad; es decir, que los cuerpos de los muertos por covid-19 después de que sean manipulados con rigurosos protocolos de bioseguridad y enterrados debidamente no contagian a nadie.
Reitero, la idea de preferir la cremación de los cadáveres de quienes fallecen por la infección del tan fatal coronavirus es evitar la acostumbrada aglomeración de gente durante el proceso exequial, tradicional evento muy propicio para que se propague el contagio de covid-19.
También es necesario ratificar que la cremación de los difuntos por covid-19 no es obligatoria por ley, no obstante, la gran cantidad de muertos obliga a recurrir a la opción de la cremación, porque es un proceso no solo más rápido, sino más económico. Condición, sin duda alguna, favorable para paliar la crisis financiera generada por la prolongada pandemia que mantiene paralizada o a media marcha todas las actividades productivas de la humanidad.
Si bien es cierto que la actual forzosa cremación de cadáveres ha producido alta inconformidad, lo otro cierto es que, en el futuro después de la pandemia, la opción de la cremación será mayor, pues seguirá aumentando por los múltiples factores agregados que la hacen menos onerosa, además disminuirá las extensas áreas de tierra que requieren los cementerios, terrenos hoy tan indispensables para ser utilizados en otras necesidades, por ejemplo, para la construcción de viviendas y parques recreativos.
En las nuevas normas emitidas por la emergencia sanitaria, ningún cadáver por covid-19 debería ser trasladado a un lugar diferente del deceso y en los sitios carentes de hornos crematorios, los cuerpos deberán sepultarse adecuadamente, mejor dicho, cumpliendo las disposiciones tendientes a minimizar la infección por el virus Sars-Cov-2.
Las autoridades no han prohibido la inhumación de los fallecidos víctimas de covid-19, sus familiares conservan el derecho de elegir en enterrar o cremar a sus parientes; sin embargo, en caso de demora en el reclamo de los cadáveres, la mejor y más económica opción del gobierno es la cremación. En estos casos prima el factor económico ante la tradición cultural. El descalabro financiero no lo permite, porque es preferible el ahorro para la ayuda del bienestar de la población vulnerable.
En conclusión, después de la pandemia producida por el virus Sars-Cov-2 algunas costumbres y tradiciones culturales de la humanidad cambiarán y otras tal vez desaparecerán. Desafortunadamente, el cambio será de forma y no de fondo. La realidad histórica lo ha demostrado, ya que persistirá la gente egoísta y, por ende, envidiosa, mentirosa y criminal, con la gravedad de que es más mortífera que la covid-19.