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Columnista - 22 abril, 2020

La fallida muerte de José Orozco

Voy a contar esta historia que me contó mi papá Aquilino Alejandro Cotes Calderón quien nació y se crío en Manaure, hijo de Alejandro Cotes Oñate y Cleofe Calderón Márquez, seguramente miembros de distinguidas familias de la provincia de Padilla, con mucha raíz en La Paz. Mi papá murió a sus 95 años en Valledupar […]

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Voy a contar esta historia que me contó mi papá Aquilino Alejandro Cotes Calderón quien nació y se crío en Manaure, hijo de Alejandro Cotes Oñate y Cleofe Calderón Márquez, seguramente miembros de distinguidas familias de la provincia de Padilla, con mucha raíz en La Paz.

Mi papá murió a sus 95 años en Valledupar (1921 –  2016, enero 27). Contó que una vez, cuando joven, ocurrió un hecho en Manaure, Cesar, que pudo desencadenar una tragedia familiar, con José Orozco Orozco.

Orozco fue un agricultor guajiro quien llegó a Manaure orientado por su primo Enrique Orozco, con sus hermanos “Guille”, Beltrán, Isabel y Genoveva.

José Orozco compró tierras e hizo una finca.  Lo conocían en la región como “un hombre peleonero y respondón, no era muy amigable, siempre andaba con un revolver calibre 38 en la pretina”, contó mi papá. 

Un domingo, (mi abuelo) Alejandro Cotes salió a buscar leña cerca del río. Iba en un burro que le había comprado a Rudecindo Daza, quien años después se convirtió en su yerno porque se casó con su hija Rosa Dolores ‘La Tota’. Rudecindo fue un personaje en la vida de Poncho Cotes y compadre “carnal” de Emiliano Zuleta Baquero. Estuvo presente aquella noche con Emiliano, Juan Manuel Muegues, Escalona, mi papá y Poncho Cotes, cuando en la madrugada Emiliano cantó ese famoso verso en la ventana de Cleofe Calderón: “Niña Cleofe Calderón, así no se mata al cliente, porque donde la niña Pacha, venden el Andino a 20”.

El Andino era ron chirrinche que vendía mi abuela a 25 centavos, pero esa madrugada esos parranderos decidieron no ir donde Pacha, hermana de Cleofe.

A mi abuelo Alejandro siempre le gustó tener un buen burro, de buen paso. Eran apenas las 5 de la mañana, sábado, un día que presagiaba lluvia en las sabanas de Manaure. “Tío Alejandro fue un hombre muy querendón”, recuerda Alfonso Araujo Cotes.

Esa mañana no quiso salir a buscar leña a la Punta del Cielo, porque en días de invierno el camino era muy denso y no quería tener perturbaciones con su nuevo burro ni mucho menos con su perro que iba a las patas del burro. Nerón era un perro cazador, era un regalo preciado que le había hecho ‘El Cachaco’ Araque.

En la vía se encontró con José Orozco quien iba montado en un caballo. Se saludaron, pero el perro ladró al caballo y en seguida Orozco sacó su revólver y lo mató de un tiro. El perro quedó tendido en los pies de Alejandro Cotes.

Días después se reunieron varios hijos de mi abuelo Alejandro y decidieron “vengarse” por la muerte del perro y por la humillación.

Incluso, se habló hasta de darle unos tiros a Orozco, herirlo. Sin embargo, ninguno de los hermanos (7) se comprometió en hacerlo. Decidieron que lo hiciera Rogelio Pretel, quien era como un hermano para ellos. Pretel para la época arreglaba y tenía armas de fuego.

Le expusieron el caso y él se comprometió en hacerlo. Sin embargo, el asunto no prosperó porque Pretel se enfermó, pasaron los meses y el asunto se fue olvidando, hasta el punto que Beltrán Orozco, hermano de José, se enamoró de Carmen una de las hijas de Alejandro y se casaron.

Todo se fue olvidando y los “enemigos” se volvieron familia. Al final todo se solucionó con una parranda hecha donde ‘Tía Chayo’ en la que participaron Rafael Escalona, Poncho Cotes, Carlos Araque, Emiliano Zuleta, Simón y Toño Salas. Hasta la próxima semana.

Columnista
22 abril, 2020

La fallida muerte de José Orozco

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Voy a contar esta historia que me contó mi papá Aquilino Alejandro Cotes Calderón quien nació y se crío en Manaure, hijo de Alejandro Cotes Oñate y Cleofe Calderón Márquez, seguramente miembros de distinguidas familias de la provincia de Padilla, con mucha raíz en La Paz. Mi papá murió a sus 95 años en Valledupar […]


Voy a contar esta historia que me contó mi papá Aquilino Alejandro Cotes Calderón quien nació y se crío en Manaure, hijo de Alejandro Cotes Oñate y Cleofe Calderón Márquez, seguramente miembros de distinguidas familias de la provincia de Padilla, con mucha raíz en La Paz.

Mi papá murió a sus 95 años en Valledupar (1921 –  2016, enero 27). Contó que una vez, cuando joven, ocurrió un hecho en Manaure, Cesar, que pudo desencadenar una tragedia familiar, con José Orozco Orozco.

Orozco fue un agricultor guajiro quien llegó a Manaure orientado por su primo Enrique Orozco, con sus hermanos “Guille”, Beltrán, Isabel y Genoveva.

José Orozco compró tierras e hizo una finca.  Lo conocían en la región como “un hombre peleonero y respondón, no era muy amigable, siempre andaba con un revolver calibre 38 en la pretina”, contó mi papá. 

Un domingo, (mi abuelo) Alejandro Cotes salió a buscar leña cerca del río. Iba en un burro que le había comprado a Rudecindo Daza, quien años después se convirtió en su yerno porque se casó con su hija Rosa Dolores ‘La Tota’. Rudecindo fue un personaje en la vida de Poncho Cotes y compadre “carnal” de Emiliano Zuleta Baquero. Estuvo presente aquella noche con Emiliano, Juan Manuel Muegues, Escalona, mi papá y Poncho Cotes, cuando en la madrugada Emiliano cantó ese famoso verso en la ventana de Cleofe Calderón: “Niña Cleofe Calderón, así no se mata al cliente, porque donde la niña Pacha, venden el Andino a 20”.

El Andino era ron chirrinche que vendía mi abuela a 25 centavos, pero esa madrugada esos parranderos decidieron no ir donde Pacha, hermana de Cleofe.

A mi abuelo Alejandro siempre le gustó tener un buen burro, de buen paso. Eran apenas las 5 de la mañana, sábado, un día que presagiaba lluvia en las sabanas de Manaure. “Tío Alejandro fue un hombre muy querendón”, recuerda Alfonso Araujo Cotes.

Esa mañana no quiso salir a buscar leña a la Punta del Cielo, porque en días de invierno el camino era muy denso y no quería tener perturbaciones con su nuevo burro ni mucho menos con su perro que iba a las patas del burro. Nerón era un perro cazador, era un regalo preciado que le había hecho ‘El Cachaco’ Araque.

En la vía se encontró con José Orozco quien iba montado en un caballo. Se saludaron, pero el perro ladró al caballo y en seguida Orozco sacó su revólver y lo mató de un tiro. El perro quedó tendido en los pies de Alejandro Cotes.

Días después se reunieron varios hijos de mi abuelo Alejandro y decidieron “vengarse” por la muerte del perro y por la humillación.

Incluso, se habló hasta de darle unos tiros a Orozco, herirlo. Sin embargo, ninguno de los hermanos (7) se comprometió en hacerlo. Decidieron que lo hiciera Rogelio Pretel, quien era como un hermano para ellos. Pretel para la época arreglaba y tenía armas de fuego.

Le expusieron el caso y él se comprometió en hacerlo. Sin embargo, el asunto no prosperó porque Pretel se enfermó, pasaron los meses y el asunto se fue olvidando, hasta el punto que Beltrán Orozco, hermano de José, se enamoró de Carmen una de las hijas de Alejandro y se casaron.

Todo se fue olvidando y los “enemigos” se volvieron familia. Al final todo se solucionó con una parranda hecha donde ‘Tía Chayo’ en la que participaron Rafael Escalona, Poncho Cotes, Carlos Araque, Emiliano Zuleta, Simón y Toño Salas. Hasta la próxima semana.