El pasado fin de semana se realizaron dos festivales vallenatos de los más importantes para nuestra música, en razón a que precisamente están ubicados en departamentos que no pertenecen al Caribe colombiano. Uno se realizó en Nobsa, Boyacá, y llegó a su versión número 35, mientras que el otro tuvo como escenario a Barrancabermeja, Santander, […]
El pasado fin de semana se realizaron dos festivales vallenatos de los más importantes para nuestra música, en razón a que precisamente están ubicados en departamentos que no pertenecen al Caribe colombiano. Uno se realizó en Nobsa, Boyacá, y llegó a su versión número 35, mientras que el otro tuvo como escenario a Barrancabermeja, Santander, en su edición 34. Confieso mi tristeza al no poder asistir a alguno de los dos eventos por razones estrictamente ajenas a mi voluntad, pero tengo reportes de mis amigos y corresponsales que me surten de información fidedigna.
Lo primero que debo sugerirles a los organizadores es que deben ponerse de acuerdo, para que estos dos festivales no se sigan realizando en un mismo fin de semana, porque esto perjudica a los potenciales participantes, especialmente a los músicos vallenatos del interior del País, que en ese caso deben escoger a cuál de los dos asistir. Espero que en adelante se corrija este impase.
Mis fuentes me informan que existe una queja generalizada de la cual ya he hablado en columnas anteriores, y hoy la reitero: Los padres de los acordeoneros jóvenes que participan en categorías infantiles y juveniles no están conformes con la costumbre que viene haciendo carrera por parte de los acompañantes (cajeros y guacharaqueros), quienes cobran por cada subida a tarima, o de imponer tarifa fija por acompañar durante el desarrollo del festival.
Dicho de otra manera, se ha conformado una especie de cartel de acompañantes, a los que los padres de los acordeoneros juveniles e infantiles deben financiar, gane o pierda el participante. Este tema es tan preocupante y grave que un amigo padre de un joven prospecto acordeonero ya me anunció su deseo de crear el Sindicato de Acordeoneros Jóvenes, para ponerle freno al problema.
Por otro lado, tanto en Barrancabermeja, como en Nobsa, hace rato que se viene presentando un dilema que viven sus organizadores: ¿A quién encargarle la difícil tarea de jurado? En principio, uno diría que el cuerpo de jurados debe estar compuesto por personas expertas en la materia, el problema es que los expertos en su gran mayoría provienen de la costa Caribe, y entre los participantes de estos festivales confluyen personas tanto del interior como de la costa, luego, la imparcialidad que se requiere se ve algo menguada por la figura del regionalismo.
Otra alternativa que tienen a la mano los organizadores es lo que hacen en Nobsa, invitan a un grupo de expertos para balancear el jurado y lo conforman con cinco miembros, tres de los cuales son de la región, sin importar que tengan suficiente experticia en el tema, sistema que también por obvias razones tiene su cuestionamiento. En general, estos dos festivales siguen avanzando y hay que aplaudir a sus organizadores, pero se requiere hacer algunos ajustes y ponerles más enjundia para que su estructura organizativa alcance la calificación perfecta.
COLOFÓN: No se puede seguir llevando a la final a todos los inscritos en las categorías, para darle contentillo a todo el mundo, como se hizo en Nobsa, insólita una final con 8 u 9 participantes. En los reinados de belleza, por muy lindas que sean todas, sólo van a la final cinco candidatas.
El pasado fin de semana se realizaron dos festivales vallenatos de los más importantes para nuestra música, en razón a que precisamente están ubicados en departamentos que no pertenecen al Caribe colombiano. Uno se realizó en Nobsa, Boyacá, y llegó a su versión número 35, mientras que el otro tuvo como escenario a Barrancabermeja, Santander, […]
El pasado fin de semana se realizaron dos festivales vallenatos de los más importantes para nuestra música, en razón a que precisamente están ubicados en departamentos que no pertenecen al Caribe colombiano. Uno se realizó en Nobsa, Boyacá, y llegó a su versión número 35, mientras que el otro tuvo como escenario a Barrancabermeja, Santander, en su edición 34. Confieso mi tristeza al no poder asistir a alguno de los dos eventos por razones estrictamente ajenas a mi voluntad, pero tengo reportes de mis amigos y corresponsales que me surten de información fidedigna.
Lo primero que debo sugerirles a los organizadores es que deben ponerse de acuerdo, para que estos dos festivales no se sigan realizando en un mismo fin de semana, porque esto perjudica a los potenciales participantes, especialmente a los músicos vallenatos del interior del País, que en ese caso deben escoger a cuál de los dos asistir. Espero que en adelante se corrija este impase.
Mis fuentes me informan que existe una queja generalizada de la cual ya he hablado en columnas anteriores, y hoy la reitero: Los padres de los acordeoneros jóvenes que participan en categorías infantiles y juveniles no están conformes con la costumbre que viene haciendo carrera por parte de los acompañantes (cajeros y guacharaqueros), quienes cobran por cada subida a tarima, o de imponer tarifa fija por acompañar durante el desarrollo del festival.
Dicho de otra manera, se ha conformado una especie de cartel de acompañantes, a los que los padres de los acordeoneros juveniles e infantiles deben financiar, gane o pierda el participante. Este tema es tan preocupante y grave que un amigo padre de un joven prospecto acordeonero ya me anunció su deseo de crear el Sindicato de Acordeoneros Jóvenes, para ponerle freno al problema.
Por otro lado, tanto en Barrancabermeja, como en Nobsa, hace rato que se viene presentando un dilema que viven sus organizadores: ¿A quién encargarle la difícil tarea de jurado? En principio, uno diría que el cuerpo de jurados debe estar compuesto por personas expertas en la materia, el problema es que los expertos en su gran mayoría provienen de la costa Caribe, y entre los participantes de estos festivales confluyen personas tanto del interior como de la costa, luego, la imparcialidad que se requiere se ve algo menguada por la figura del regionalismo.
Otra alternativa que tienen a la mano los organizadores es lo que hacen en Nobsa, invitan a un grupo de expertos para balancear el jurado y lo conforman con cinco miembros, tres de los cuales son de la región, sin importar que tengan suficiente experticia en el tema, sistema que también por obvias razones tiene su cuestionamiento. En general, estos dos festivales siguen avanzando y hay que aplaudir a sus organizadores, pero se requiere hacer algunos ajustes y ponerles más enjundia para que su estructura organizativa alcance la calificación perfecta.
COLOFÓN: No se puede seguir llevando a la final a todos los inscritos en las categorías, para darle contentillo a todo el mundo, como se hizo en Nobsa, insólita una final con 8 u 9 participantes. En los reinados de belleza, por muy lindas que sean todas, sólo van a la final cinco candidatas.