No podemos negar que la transformación de Valledupar ha sido no tan majestuosa, pero sí una ciudad en proyección. Ahí están las otras del arque Lineal, Playa Maravilla, las glorietas, aunque muchas de ellas pequeñas, una ampliada, parques modernizados, avenidas nuevas, centros comerciales que no le envidian a cualquier otro centro comercial del país, un […]
No podemos negar que la transformación de Valledupar ha sido no tan majestuosa, pero sí una ciudad en proyección. Ahí están las otras del arque Lineal, Playa Maravilla, las glorietas, aunque muchas de ellas pequeñas, una ampliada, parques modernizados, avenidas nuevas, centros comerciales que no le envidian a cualquier otro centro comercial del país, un aeropuerto moderno con todas las de la ley, centros médicos, modernas clínicas, hoteles. Pero eso no impide, aun reconociendo y dejando a salvo las bondades de algunas administraciones, que nos detengamos en sus defectos superando con un poco de empeño.
Por ejemplo, el peatón en Valledupar carece de derechos. La agresividad del conductor llámese taxista, bus y especialmente los irresponsables mototaxistas contra los de a pie tiene proporciones bíblicas.
Además, hay un fenómeno de psicología social, conductores a carta cabal, se transforman en asesinos cuando están en el volante, no hay respeto por el silencio y los sicarios del descanso no son sólo los bares, estancos o discotecas sino también los “hijos de papi” que sacan inmensos parlantes bailables en los baúles de sus lujosos automóviles y se instalan en cualquier sitio, y la autoridad en muchas ocasiones no aparece. Por otro, muchas avenidas y algunos sectores de la ciudad tienen un nivel de polución sonora que ya se lo quisiera Calcuta. Usar el pito sin necesidad hace parte de un frenesí vallenato.
El cierre de vías es cosa cotidiana, sino que lo digan los moradores de la plaza Alfonso López. Se pierde inclusive de vista igualmente otros ingredientes del colapso de movilidad: la falta de respeto por el semáforo en rojo, la invasión de los cruces de manera totalmente incivilizada, entre otros.
Todo ello contribuye al trancón, y es algo sobre la cual no se trabaja con el ahínco que ostenta la lucha contra cualquier tipo de vehículo ¿Y de los mototaxistas qué? ¿Y de los huecos qué?
La comercialización de zonas residenciales es un monstruo devorador, la improvisación en la aprobación de lugares comerciales es absoluta, y no mide las consecuencias en la tranquilidad ciudadana, en el tráfico, en la vida de la gente ordinaria.
En fin…Valledupar, cómo te queremos, pero puedes mejorar, y debe llegar la hora de las grandes decisiones. Señor alcalde, Dr. Augusto Ramírez Uhía, acuérdese que hay mucho que mejorar en estas pequeñeces que, sin embargo, son cruciales en la calidad de la vida diaria.
Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: voy a referirme a algunos absurdos que indignan a los vallenatos, por ejemplo, tropezones con tornillos en los andenes de lámparas quitadas, carro mulas transitando por las calles, señales obsoletas y deterioradas por toda la ciudad. La falta de seriedad y estudio en planificación de algunas obras, los vallenatos tenemos que presenciar cada día auténticos monumentos a lo “absurdo” en nuestra ciudad: un puente peatonal que nadie utiliza en el barrio La Popa, estos son algunos de estos “absurdos de campeonato”.
En esta semana se destacan: En verde: José Luis Urón, director de la Cámara de Comercio. Por su extraordinaria labor. En amarillo: la higiene, en buen número de puestos de venta de comidas ubicados en distintos sectores de la ciudad anda por el suelo. A estas personas hay que meterlas en cintura y obligarlas a ampliar las más mínimas normas sanitarias a fin de preservar la salud de los vallenatos. Los bares ilegales y droguerías sin control. Las piscinas públicas y privadas. En rojo: la .usura, estoy alarmado cómo ha prosperado. En vez del trabajo honrado se quieren enriquecer a costa de las necesidades de los más pobres y gozan del dolor ajeno
POSTDATA: ¿Quién controla las motos en el centro de la ciudad?
No podemos negar que la transformación de Valledupar ha sido no tan majestuosa, pero sí una ciudad en proyección. Ahí están las otras del arque Lineal, Playa Maravilla, las glorietas, aunque muchas de ellas pequeñas, una ampliada, parques modernizados, avenidas nuevas, centros comerciales que no le envidian a cualquier otro centro comercial del país, un […]
No podemos negar que la transformación de Valledupar ha sido no tan majestuosa, pero sí una ciudad en proyección. Ahí están las otras del arque Lineal, Playa Maravilla, las glorietas, aunque muchas de ellas pequeñas, una ampliada, parques modernizados, avenidas nuevas, centros comerciales que no le envidian a cualquier otro centro comercial del país, un aeropuerto moderno con todas las de la ley, centros médicos, modernas clínicas, hoteles. Pero eso no impide, aun reconociendo y dejando a salvo las bondades de algunas administraciones, que nos detengamos en sus defectos superando con un poco de empeño.
Por ejemplo, el peatón en Valledupar carece de derechos. La agresividad del conductor llámese taxista, bus y especialmente los irresponsables mototaxistas contra los de a pie tiene proporciones bíblicas.
Además, hay un fenómeno de psicología social, conductores a carta cabal, se transforman en asesinos cuando están en el volante, no hay respeto por el silencio y los sicarios del descanso no son sólo los bares, estancos o discotecas sino también los “hijos de papi” que sacan inmensos parlantes bailables en los baúles de sus lujosos automóviles y se instalan en cualquier sitio, y la autoridad en muchas ocasiones no aparece. Por otro, muchas avenidas y algunos sectores de la ciudad tienen un nivel de polución sonora que ya se lo quisiera Calcuta. Usar el pito sin necesidad hace parte de un frenesí vallenato.
El cierre de vías es cosa cotidiana, sino que lo digan los moradores de la plaza Alfonso López. Se pierde inclusive de vista igualmente otros ingredientes del colapso de movilidad: la falta de respeto por el semáforo en rojo, la invasión de los cruces de manera totalmente incivilizada, entre otros.
Todo ello contribuye al trancón, y es algo sobre la cual no se trabaja con el ahínco que ostenta la lucha contra cualquier tipo de vehículo ¿Y de los mototaxistas qué? ¿Y de los huecos qué?
La comercialización de zonas residenciales es un monstruo devorador, la improvisación en la aprobación de lugares comerciales es absoluta, y no mide las consecuencias en la tranquilidad ciudadana, en el tráfico, en la vida de la gente ordinaria.
En fin…Valledupar, cómo te queremos, pero puedes mejorar, y debe llegar la hora de las grandes decisiones. Señor alcalde, Dr. Augusto Ramírez Uhía, acuérdese que hay mucho que mejorar en estas pequeñeces que, sin embargo, son cruciales en la calidad de la vida diaria.
Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: voy a referirme a algunos absurdos que indignan a los vallenatos, por ejemplo, tropezones con tornillos en los andenes de lámparas quitadas, carro mulas transitando por las calles, señales obsoletas y deterioradas por toda la ciudad. La falta de seriedad y estudio en planificación de algunas obras, los vallenatos tenemos que presenciar cada día auténticos monumentos a lo “absurdo” en nuestra ciudad: un puente peatonal que nadie utiliza en el barrio La Popa, estos son algunos de estos “absurdos de campeonato”.
En esta semana se destacan: En verde: José Luis Urón, director de la Cámara de Comercio. Por su extraordinaria labor. En amarillo: la higiene, en buen número de puestos de venta de comidas ubicados en distintos sectores de la ciudad anda por el suelo. A estas personas hay que meterlas en cintura y obligarlas a ampliar las más mínimas normas sanitarias a fin de preservar la salud de los vallenatos. Los bares ilegales y droguerías sin control. Las piscinas públicas y privadas. En rojo: la .usura, estoy alarmado cómo ha prosperado. En vez del trabajo honrado se quieren enriquecer a costa de las necesidades de los más pobres y gozan del dolor ajeno
POSTDATA: ¿Quién controla las motos en el centro de la ciudad?