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Comunidad - 3 noviembre, 2018

Un huerto escuela que siembra tejido social

La idea nació como un emprendimiento social que hoy además de generar recursos ha propiciado una sinergia con la academia a través de la que se busca entre otras cosas replicar la idea de los huertos en la ciudad.

Este espacio busca tener una accesibilidad para las comunidades a fin de que todos se vinculen en el aprendizaje y repliquen en sus casas los procesos.
Este espacio busca tener una accesibilidad para las comunidades a fin de que todos se vinculen en el aprendizaje y repliquen en sus casas los procesos.
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La creación de huertos en Valledupar toma cada vez más fuerzas dadas las condiciones de esta ciudad, por eso desde hace un tiempo se viene desarrollando la idea de Crescencia, un emprendimiento liderado por Tania Barreto y su esposo Sebastián Gómez, quienes vieron en esto una oportunidad de negocio y a la vez una herramienta para la construcción de tejido social.

Desde Crescencia, esta pareja lidera la idea de cultivar estilos de vida sustentables por medio de la creación de huertos en hogares, instituciones y comunidades, permitiendo que los alimentos orgánicos y frescos estén al alcance de todos, como explican.

Este trabajo lo iniciaron con la presentación de un proyecto de innovación en la Cámara de Comercio en el programa Alianzas para la Innovación y también entraron entonces en un proceso de colaboración con el Sena formando parte de Sena Emprender Rural, además de trabajar en convenio con el colegio Fisher Kids y la comunidad de Los Corazones donde comenzaron a sembrar.

“Sembramos allá en el colegio en la sede campestre, con la comunidad y los niños, empezaron a ver, a aprender, a replicar la experiencia en el colegio y de ahí arrancamos”, explicó Barreto, administradora de comercio exterior y especialista en evaluación y desarrollo de proyectos, quien desde que llegó a Valledupar vio la posibilidad de desarrollar sus aspiraciones empresariales a través de las mismas oportunidades que se dan en la capital del Cesar.

Después de eso empezaron a promover los kits de siembra como parte de su proyecto innovador, en el que incluyeron las TICs por lo que sus productos cuentan con un código de barras que se puede leer con el celular y lleva directamente a la página de Crescencia para saber todos los cuidados a seguir.

El impacto fue creciendo tanto que empezaron a necesitar un espacio físico para sembrar especies diferentes, hacer análisis, investigaciones, levantar soportes científicos y generar literatura. Para este propósito buscaron apoyo con la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD, que tiene la única facultad de Agronomía de Valledupar y donde llamaron la atención del decano Andrés Quintero y el coordinador del programa, el ingeniero Alexander Salazar, quienes se interesaron en la propuesta de tener un espacio donde la empresa pudiera desarrollar sus actividades y que también sirviera a los estudiantes para adelantar sus jornadas académicas.

Entonces empezaron con la prueba de semillas, prueba de poder germinativo, la limpieza del sitio, reforzar cerramientos, adecuarlo y hacer todo tipo de instalaciones, compras de materiales con lo que pasaron de tener un lugar que estaba enmontado a lo que hoy es un sitio dispuesto para sembrar en las instalaciones de esta institución.

Allí han ido trasplantando en la medida que las semillas se han ido desarrollando y el objetivo es que se convierta en un espacio de intercambio. “Literalmente es un módulo experimental para el intercambio de conocimientos y vivencias sobre agricultura urbana y periurbana”, aseguró Barreto.

Por medio de la misma actividad han descubierto que muchas personas han tenido la experiencia de sembrar en sus casas o en sus fincas y cuentan con algunos conocimientos por lo cual quieren brindar la oferta de talleres teórico prácticos de modo que cada persona pueda llevar para su casa los insumos que necesita y replicar lo que aprenda allí.

Durante este fin de año buscan terminar algunos talleres de prueba para así ofrecer algo más sólido a partir del próximo año y aunque todavía no hay una oferta institucional en conjunto con la universidad tienen previsto crear algo más completo a futuro.

“Ahorita queremos que sea algo accesible para la comunidad, desde niños de ocho años de edad en adelante”, agregó Barreto.

El proyecto persigue la de creación de tejido social, pues, según explicó Tania, en la ciudad se está forjando y vinculando cada vez más elementos para que la comunidad valduparense avance en su construcción de capital social y precisamente el mayor provecho de la agricultura urbana y periurbana es que sirve como una estrategia multidimensional para este fin.

“Para nosotros la agricultura urbana es solamente un medio para forjar generaciones diferentes, que estén conscientes de que la vida es un proceso de siembra y de cosecha, que las cosas no se dan de la noche a la mañana”, agregó Barreto.

Crescencia siembra variedades aromáticas como albahaca, caléndula, jengibre, orégano, romero y hortalizas como tomate, berenjena, pimentón, cilantro. Durante este año empezaron a vender los kits en siete tiendas de ciudades como Cartagena, Barranquilla, Valledupar y Montería.

Comunidad
3 noviembre, 2018

Un huerto escuela que siembra tejido social

La idea nació como un emprendimiento social que hoy además de generar recursos ha propiciado una sinergia con la academia a través de la que se busca entre otras cosas replicar la idea de los huertos en la ciudad.


Este espacio busca tener una accesibilidad para las comunidades a fin de que todos se vinculen en el aprendizaje y repliquen en sus casas los procesos.
Este espacio busca tener una accesibilidad para las comunidades a fin de que todos se vinculen en el aprendizaje y repliquen en sus casas los procesos.
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La creación de huertos en Valledupar toma cada vez más fuerzas dadas las condiciones de esta ciudad, por eso desde hace un tiempo se viene desarrollando la idea de Crescencia, un emprendimiento liderado por Tania Barreto y su esposo Sebastián Gómez, quienes vieron en esto una oportunidad de negocio y a la vez una herramienta para la construcción de tejido social.

Desde Crescencia, esta pareja lidera la idea de cultivar estilos de vida sustentables por medio de la creación de huertos en hogares, instituciones y comunidades, permitiendo que los alimentos orgánicos y frescos estén al alcance de todos, como explican.

Este trabajo lo iniciaron con la presentación de un proyecto de innovación en la Cámara de Comercio en el programa Alianzas para la Innovación y también entraron entonces en un proceso de colaboración con el Sena formando parte de Sena Emprender Rural, además de trabajar en convenio con el colegio Fisher Kids y la comunidad de Los Corazones donde comenzaron a sembrar.

“Sembramos allá en el colegio en la sede campestre, con la comunidad y los niños, empezaron a ver, a aprender, a replicar la experiencia en el colegio y de ahí arrancamos”, explicó Barreto, administradora de comercio exterior y especialista en evaluación y desarrollo de proyectos, quien desde que llegó a Valledupar vio la posibilidad de desarrollar sus aspiraciones empresariales a través de las mismas oportunidades que se dan en la capital del Cesar.

Después de eso empezaron a promover los kits de siembra como parte de su proyecto innovador, en el que incluyeron las TICs por lo que sus productos cuentan con un código de barras que se puede leer con el celular y lleva directamente a la página de Crescencia para saber todos los cuidados a seguir.

El impacto fue creciendo tanto que empezaron a necesitar un espacio físico para sembrar especies diferentes, hacer análisis, investigaciones, levantar soportes científicos y generar literatura. Para este propósito buscaron apoyo con la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD, que tiene la única facultad de Agronomía de Valledupar y donde llamaron la atención del decano Andrés Quintero y el coordinador del programa, el ingeniero Alexander Salazar, quienes se interesaron en la propuesta de tener un espacio donde la empresa pudiera desarrollar sus actividades y que también sirviera a los estudiantes para adelantar sus jornadas académicas.

Entonces empezaron con la prueba de semillas, prueba de poder germinativo, la limpieza del sitio, reforzar cerramientos, adecuarlo y hacer todo tipo de instalaciones, compras de materiales con lo que pasaron de tener un lugar que estaba enmontado a lo que hoy es un sitio dispuesto para sembrar en las instalaciones de esta institución.

Allí han ido trasplantando en la medida que las semillas se han ido desarrollando y el objetivo es que se convierta en un espacio de intercambio. “Literalmente es un módulo experimental para el intercambio de conocimientos y vivencias sobre agricultura urbana y periurbana”, aseguró Barreto.

Por medio de la misma actividad han descubierto que muchas personas han tenido la experiencia de sembrar en sus casas o en sus fincas y cuentan con algunos conocimientos por lo cual quieren brindar la oferta de talleres teórico prácticos de modo que cada persona pueda llevar para su casa los insumos que necesita y replicar lo que aprenda allí.

Durante este fin de año buscan terminar algunos talleres de prueba para así ofrecer algo más sólido a partir del próximo año y aunque todavía no hay una oferta institucional en conjunto con la universidad tienen previsto crear algo más completo a futuro.

“Ahorita queremos que sea algo accesible para la comunidad, desde niños de ocho años de edad en adelante”, agregó Barreto.

El proyecto persigue la de creación de tejido social, pues, según explicó Tania, en la ciudad se está forjando y vinculando cada vez más elementos para que la comunidad valduparense avance en su construcción de capital social y precisamente el mayor provecho de la agricultura urbana y periurbana es que sirve como una estrategia multidimensional para este fin.

“Para nosotros la agricultura urbana es solamente un medio para forjar generaciones diferentes, que estén conscientes de que la vida es un proceso de siembra y de cosecha, que las cosas no se dan de la noche a la mañana”, agregó Barreto.

Crescencia siembra variedades aromáticas como albahaca, caléndula, jengibre, orégano, romero y hortalizas como tomate, berenjena, pimentón, cilantro. Durante este año empezaron a vender los kits en siete tiendas de ciudades como Cartagena, Barranquilla, Valledupar y Montería.