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Columnista - 16 septiembre, 2017

Advertencia de descertificación

Esta semana el debate político en Colombia tuvo connotación internacional, el gobierno de Estados Unidos, con base en el informe del Departamento de Estado, mediante memorando señaló que Colombia no pudo cumplir con sus obligaciones enmarcadas en los acuerdos internacionales contra el Narcotráfico debido al extraordinario crecimiento del cultivo de coca y la producción de […]

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Esta semana el debate político en Colombia tuvo connotación internacional, el gobierno de Estados Unidos, con base en el informe del Departamento de Estado, mediante memorando señaló que Colombia no pudo cumplir con sus obligaciones enmarcadas en los acuerdos internacionales contra el Narcotráfico debido al extraordinario crecimiento del cultivo de coca y la producción de cocaína en los últimos tres años, y advirtió, con la descertificación. De inmediato, el presidente Juan Manuel Santos ripostó diciendo: “Colombia es sin lugar a dudas el país que más ha combatido las drogas y más éxitos ha tenido en este frente. Nadie tiene que amenazarnos para enfrentar este desafío”. No obstante, al energético pronunciamiento del Gobierno colombiano, una vez más se comprueba lo que dice ‘Juan Pueblo’, “el que tiene plata marranea”.

La advertencia de descertificación considerada por el presidente Donald Trump, fue recibida con sabor agridulce en el país, despertó el espíritu del nacionalismo y el romanticismo de los conceptos gaseosos como la autodeterminación de los pueblos y la soberanía nacional. Naturalmente, sectores políticos, alineados contra el logro del proceso de paz, hicieron leña del árbol caído, basados en deferencias mediáticas para favorecer sus ambiciones personales, sin realizar un análisis concreto de fondo sobre las debilidades institucionales del país en materia agropecuaria, a partir de los intentos introducidos en la reforma de la Ley 200 de 1936, después con las ilusiones del modelo redistributivo aplicado en Colombia en los años sesenta, pasando por el novedoso esquema diseñado en la Ley 160 de 1994 y recientemente con el fracaso estruendoso por el caso de corrupción del programa Agro Ingreso Seguro.

Nuevamente queda sentenciado que los intereses personales superan los superiores de la nación. Nuestra clase política aun no comprende los desafíos que deben enfrentar, especialmente, con decoro, respeto por la institucionalidad y por las bases programáticas de las decrépitas organizaciones políticas. Es tiempo para ser coherentes con el país, revivir los amargos momentos y mala reputación mundial sobrellevados con la descertificación de Estados Unidos al gobierno de Ernesto Samper, en virtud de las razones registradas en el proceso 8.000, no solo nos conduciría a la desconsideración como una nación que no hace lo suficiente para luchar contra las drogas y el narcotráfico, sino que corremos el riesgo de que se suspendan las ayudas para el Fondo Paz Colombia y la materialización de las inversiones realizadas en el país por nuestro principal socio comercial.

El presidente Donald Trump ha demostrado que no le tiembla la mano para tomar decisiones, sobre todo cuando son útiles para promover estímulos populistas. Sin embargo, el Departamento de Estado en su informe consideró que Estados Unidos debe ejecutar de mejor manera sus estrategias para impedir que la droga llegué a su territorio.

Entre tanto, en Colombia los esfuerzos deben mantener un perfil alto, respondiendo a las expectativas con resultados reales, enfrentado con determinación a los grupos criminales que persisten en la idea de sembrar el campo colombiano con matas de coca. No sirve mantener la línea retórica del debate sobre las responsabilidades y el debate sobre si es la oferta o la demanda la que genera el problema de las drogas, porque en todo caso no deja de ser un problema, que además, aún desestimuló en el progreso del pequeño y mediano productor del sector agropecuario.

La perspectiva del Sector Agropecuario en el país ha tenido zancadas cortas, pero la política agraria está dando frutos, aunque todavía tiene variables por mejorar para resucitar nuestra otrora vocación agropecuaria, coyuntura determinante para el campesino colombiano, bajo estas condiciones es probable superar con mayor voluntad los procesos de erradicación de cultivos ilícitos, que dicho sea de paso, es una oportunidad para liberarnos de los condicionamientos y reprimendas de Estados Unidos y nos pone de frente con el cuestionamiento de varios tanques de pensamiento mundial: ¿Cómo vamos a alimentar a nueve mil millones de personas en 2050?

@LuchoDiaz12

Por Luis Elquis Díaz

 

Columnista
16 septiembre, 2017

Advertencia de descertificación

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Esta semana el debate político en Colombia tuvo connotación internacional, el gobierno de Estados Unidos, con base en el informe del Departamento de Estado, mediante memorando señaló que Colombia no pudo cumplir con sus obligaciones enmarcadas en los acuerdos internacionales contra el Narcotráfico debido al extraordinario crecimiento del cultivo de coca y la producción de […]


Esta semana el debate político en Colombia tuvo connotación internacional, el gobierno de Estados Unidos, con base en el informe del Departamento de Estado, mediante memorando señaló que Colombia no pudo cumplir con sus obligaciones enmarcadas en los acuerdos internacionales contra el Narcotráfico debido al extraordinario crecimiento del cultivo de coca y la producción de cocaína en los últimos tres años, y advirtió, con la descertificación. De inmediato, el presidente Juan Manuel Santos ripostó diciendo: “Colombia es sin lugar a dudas el país que más ha combatido las drogas y más éxitos ha tenido en este frente. Nadie tiene que amenazarnos para enfrentar este desafío”. No obstante, al energético pronunciamiento del Gobierno colombiano, una vez más se comprueba lo que dice ‘Juan Pueblo’, “el que tiene plata marranea”.

La advertencia de descertificación considerada por el presidente Donald Trump, fue recibida con sabor agridulce en el país, despertó el espíritu del nacionalismo y el romanticismo de los conceptos gaseosos como la autodeterminación de los pueblos y la soberanía nacional. Naturalmente, sectores políticos, alineados contra el logro del proceso de paz, hicieron leña del árbol caído, basados en deferencias mediáticas para favorecer sus ambiciones personales, sin realizar un análisis concreto de fondo sobre las debilidades institucionales del país en materia agropecuaria, a partir de los intentos introducidos en la reforma de la Ley 200 de 1936, después con las ilusiones del modelo redistributivo aplicado en Colombia en los años sesenta, pasando por el novedoso esquema diseñado en la Ley 160 de 1994 y recientemente con el fracaso estruendoso por el caso de corrupción del programa Agro Ingreso Seguro.

Nuevamente queda sentenciado que los intereses personales superan los superiores de la nación. Nuestra clase política aun no comprende los desafíos que deben enfrentar, especialmente, con decoro, respeto por la institucionalidad y por las bases programáticas de las decrépitas organizaciones políticas. Es tiempo para ser coherentes con el país, revivir los amargos momentos y mala reputación mundial sobrellevados con la descertificación de Estados Unidos al gobierno de Ernesto Samper, en virtud de las razones registradas en el proceso 8.000, no solo nos conduciría a la desconsideración como una nación que no hace lo suficiente para luchar contra las drogas y el narcotráfico, sino que corremos el riesgo de que se suspendan las ayudas para el Fondo Paz Colombia y la materialización de las inversiones realizadas en el país por nuestro principal socio comercial.

El presidente Donald Trump ha demostrado que no le tiembla la mano para tomar decisiones, sobre todo cuando son útiles para promover estímulos populistas. Sin embargo, el Departamento de Estado en su informe consideró que Estados Unidos debe ejecutar de mejor manera sus estrategias para impedir que la droga llegué a su territorio.

Entre tanto, en Colombia los esfuerzos deben mantener un perfil alto, respondiendo a las expectativas con resultados reales, enfrentado con determinación a los grupos criminales que persisten en la idea de sembrar el campo colombiano con matas de coca. No sirve mantener la línea retórica del debate sobre las responsabilidades y el debate sobre si es la oferta o la demanda la que genera el problema de las drogas, porque en todo caso no deja de ser un problema, que además, aún desestimuló en el progreso del pequeño y mediano productor del sector agropecuario.

La perspectiva del Sector Agropecuario en el país ha tenido zancadas cortas, pero la política agraria está dando frutos, aunque todavía tiene variables por mejorar para resucitar nuestra otrora vocación agropecuaria, coyuntura determinante para el campesino colombiano, bajo estas condiciones es probable superar con mayor voluntad los procesos de erradicación de cultivos ilícitos, que dicho sea de paso, es una oportunidad para liberarnos de los condicionamientos y reprimendas de Estados Unidos y nos pone de frente con el cuestionamiento de varios tanques de pensamiento mundial: ¿Cómo vamos a alimentar a nueve mil millones de personas en 2050?

@LuchoDiaz12

Por Luis Elquis Díaz