Otro era el tema que tenía previsto para la columna de hoy; sin embargo, justo cuando me aprestaba a escribirla me llegó el boletín de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, en el cual se anunciaba la decisión “unánime” de rendir homenaje en la edición 51 del Festival Vallenato a Carlos Vives y ese […]
Otro era el tema que tenía previsto para la columna de hoy; sin embargo, justo cuando me aprestaba a escribirla me llegó el boletín de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, en el cual se anunciaba la decisión “unánime” de rendir homenaje en la edición 51 del Festival Vallenato a Carlos Vives y ese es un tema que sin duda mis lectores no me perdonarían pasar por alto.
Lo primero que debo aclarar es que para mí no es inmerecido el homenaje que le quiere rendir la Fundación a Vives, como también lo he reiterado en mis escritos, el aporte que el samario le ha hecho a nuestro folclor es valioso, grande e importante, fue Carlos quien después de Alfredo Gutiérrez y el Binomio de Oro logró llevar a otro bloque grande de colombianos que aún se resistían a beber en el manantial de la música de Francisco el Hombre.
Para nadie es un secreto que Vives no solo logró posicionar nuestro género musical en el exterior, sino que con su aporte la gente joven de los estratos altos de las grandes ciudades colombianas entró, por allá a comienzos de la década de los noventa, a interesarse por nuestro folclor; sin embargo, de manera tajante y contundente debo también manifestar mi desacuerdo total con que ese homenaje se haga en esta oportunidad.
En el seno del auténtico vallenato tenemos a varios y verdaderos juglares haciendo fila para ser homenajeados en vida y cuyos méritos para muchos son más contundentes que los de Vives. En gracia de discusión, y por solo mencionar dos, hablemos del tres veces Rey de la Leyenda Vallenata, Alfredo Gutiérrez, y de uno de los tres más grandes del canto vallenato, ‘El Jilguero de América’ Jorge Oñate.
Me resisto a creer que la decisión en el interior de la Junta Directiva de la Fundación, se haya tomado de manera pacífica y unánime; no parece coherente escuchar el discurso de algunos directivos del Festival que pregonan el rescate del auténtico vallenato y de sus raíces, con el privilegio que se le da en esta decisión al efecto comercial que podría tiene un homenaje a Vives, ahora que ha vuelto por sus exitosos fueros.
Alfredo Gutiérrez, sus 73 años de vida, casi 60 de vida artística, su aporte y logros que no requieren presentación, o Jorge Oñate, sus 67 años de vida, más de 50 de vida artística y su trayectoria en el folclor, no me permiten aplaudir la decisión de que primero sea homenajeado el exitoso artista de 56 años, con menos de 30 de vida artística, que en todo caso no es comparable con el aporte que aquellos le han hecho al vallenato que hoy pretendemos rescatar y salvar.
Es la Fundación y nadie más quien tiene la legitimidad y competencia para tomar este tipo de decisiones; en la población habrá quienes censuren y otros que aplaudan la determinación, pero no me extrañaría que si la Fundación decide más tarde homenajear a Alfredo o a Oñate, estos declinen ese honor.
Por Jorge Nain Ruiz
Otro era el tema que tenía previsto para la columna de hoy; sin embargo, justo cuando me aprestaba a escribirla me llegó el boletín de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, en el cual se anunciaba la decisión “unánime” de rendir homenaje en la edición 51 del Festival Vallenato a Carlos Vives y ese […]
Otro era el tema que tenía previsto para la columna de hoy; sin embargo, justo cuando me aprestaba a escribirla me llegó el boletín de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, en el cual se anunciaba la decisión “unánime” de rendir homenaje en la edición 51 del Festival Vallenato a Carlos Vives y ese es un tema que sin duda mis lectores no me perdonarían pasar por alto.
Lo primero que debo aclarar es que para mí no es inmerecido el homenaje que le quiere rendir la Fundación a Vives, como también lo he reiterado en mis escritos, el aporte que el samario le ha hecho a nuestro folclor es valioso, grande e importante, fue Carlos quien después de Alfredo Gutiérrez y el Binomio de Oro logró llevar a otro bloque grande de colombianos que aún se resistían a beber en el manantial de la música de Francisco el Hombre.
Para nadie es un secreto que Vives no solo logró posicionar nuestro género musical en el exterior, sino que con su aporte la gente joven de los estratos altos de las grandes ciudades colombianas entró, por allá a comienzos de la década de los noventa, a interesarse por nuestro folclor; sin embargo, de manera tajante y contundente debo también manifestar mi desacuerdo total con que ese homenaje se haga en esta oportunidad.
En el seno del auténtico vallenato tenemos a varios y verdaderos juglares haciendo fila para ser homenajeados en vida y cuyos méritos para muchos son más contundentes que los de Vives. En gracia de discusión, y por solo mencionar dos, hablemos del tres veces Rey de la Leyenda Vallenata, Alfredo Gutiérrez, y de uno de los tres más grandes del canto vallenato, ‘El Jilguero de América’ Jorge Oñate.
Me resisto a creer que la decisión en el interior de la Junta Directiva de la Fundación, se haya tomado de manera pacífica y unánime; no parece coherente escuchar el discurso de algunos directivos del Festival que pregonan el rescate del auténtico vallenato y de sus raíces, con el privilegio que se le da en esta decisión al efecto comercial que podría tiene un homenaje a Vives, ahora que ha vuelto por sus exitosos fueros.
Alfredo Gutiérrez, sus 73 años de vida, casi 60 de vida artística, su aporte y logros que no requieren presentación, o Jorge Oñate, sus 67 años de vida, más de 50 de vida artística y su trayectoria en el folclor, no me permiten aplaudir la decisión de que primero sea homenajeado el exitoso artista de 56 años, con menos de 30 de vida artística, que en todo caso no es comparable con el aporte que aquellos le han hecho al vallenato que hoy pretendemos rescatar y salvar.
Es la Fundación y nadie más quien tiene la legitimidad y competencia para tomar este tipo de decisiones; en la población habrá quienes censuren y otros que aplaudan la determinación, pero no me extrañaría que si la Fundación decide más tarde homenajear a Alfredo o a Oñate, estos declinen ese honor.
Por Jorge Nain Ruiz