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Columnista - 9 agosto, 2016

El palo

“A base de la experiencia grande que he adquirido puedo comprobar que de los amigos sinceros, solamente hay uno, les voy a decir, es el árbol fiel amigo que puede tener toda la humanidad”. El aparte trascrito corresponde a la canción titulada ‘El fiel amigo’ de la autoría de Víctor Camarillo, incluida por Emilio Oviedo […]

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“A base de la experiencia grande que he adquirido puedo comprobar que de los amigos sinceros, solamente hay uno, les voy a decir, es el árbol fiel amigo que puede tener toda la humanidad”. El aparte trascrito corresponde a la canción titulada ‘El fiel amigo’ de la autoría de Víctor Camarillo, incluida por Emilio Oviedo con Rafael Orozco en el LP rotulado con el nombre de ‘Adelante’, prensado por Codiscos en el año 1975, vino a mi mente esa canción a propósito de mi presencia en Monguí, mi pueblo, durante los actos de inauguración del salón parroquial construido en el cementerio “el corazón fino” con el esfuerzo de la comunidad.

Allí nos encontrábamos y después de la fumigación con agua bendita que nos hizo el padre Yeferson, fui llamado a un costado del parquecito por algunos parientes para manifestarme su inquietud porque algunas personas insisten con la idea que tuvieron hace varios años y yo se la desbaraté de “tumbar” un grandísimo árbol de Orejero que ha permanecido en el lugar durante sesenta larguísimos años, debajo de él tomábamos espuma de leche caliente acabada de ordeñar y jugábamos boliche en los primeros años de circulación. Es altísimo, corpulento y silencioso, igual a uno que existe en frente del cementerio de Fonseca, el cual fue plantado en el lugar por mi tío ‘Chombo’ cuando estaba muchacho en la esquina del corral de ganado de mi abuelo Eduardo Medina.

Los potenciales transgresores de la ley ambiental argumentan para su macabro propósito, que el histórico árbol ha dañado con sus raíces las obras de construcción del parque construido en ese sitio, es como si esa criatura de la naturaleza tuviera la culpa que quienes a sabiendas de su presencia ejecutaron esa obra de infraestructura sobre las raíces que lo sostienen, o que el cemento y los ladrillos son más importantes que ese testigo mudo de las más sentidas despedidas y que con nadie se mete y es la única sombrita que queda allí porque a nadie se le ocurre sembrar sino acabar con lo único que existe. Lo más grave es que quienes proponen derribarlo no visitan a sus muertos ni siembran una matica de toronjil en su casa, pero nos quieren imponer la reprochable moda que viene de algunas ciudades donde están talando los árboles de enfrente de las casas para dar de comer a los ojos del vecindario y los transeúntes exhibiendo las suntuosas fachadas.

Le prometí a mis contertulios llevarles una copia de la canción de Camarillo para recordar que es el palo el único amigo fiel, porque está con uno en las buenas y en las malas, desde el nacimiento hasta la sepultura nos recuerda ese disco que nos da frutos para mantenernos, de él se hace el fuego para cocinar, se hace el techo para protegernos, puertas y ventanas para seguridad, también objetos para embarcaciones y salen los muebles para el hogar, se hacen vitrinas para el mostrador además la cama para descansar.

Igualmente en ese disco de invaluable contenido ambientalista que nunca colocan en la radio por su agraria narración, destaca el autor que estos en primavera suelen florecer y hacen los campos sombríos para que de su dulce aroma las abejas produzcan su miel, además que del palo salieron los maderos de la cruz en la cual padeció Jesús, y de ñapa es indispensable para hacer la pijama de palo con la cual uno dormirá hasta siempre, por eso estoy de acuerdo con ese compositor, cuando dice que es ese es el verdadero amigo que en vida nos sirve para todo y finalmente con nosotros se entierra.

Así las cosas se concluye que el palo de Monguí no se puede cortar porque a los amigos no se les mata, se les alimenta, se les acompaña y se les cuida.

Columnista
9 agosto, 2016

El palo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Eduardo Acosta Medina

“A base de la experiencia grande que he adquirido puedo comprobar que de los amigos sinceros, solamente hay uno, les voy a decir, es el árbol fiel amigo que puede tener toda la humanidad”. El aparte trascrito corresponde a la canción titulada ‘El fiel amigo’ de la autoría de Víctor Camarillo, incluida por Emilio Oviedo […]


“A base de la experiencia grande que he adquirido puedo comprobar que de los amigos sinceros, solamente hay uno, les voy a decir, es el árbol fiel amigo que puede tener toda la humanidad”. El aparte trascrito corresponde a la canción titulada ‘El fiel amigo’ de la autoría de Víctor Camarillo, incluida por Emilio Oviedo con Rafael Orozco en el LP rotulado con el nombre de ‘Adelante’, prensado por Codiscos en el año 1975, vino a mi mente esa canción a propósito de mi presencia en Monguí, mi pueblo, durante los actos de inauguración del salón parroquial construido en el cementerio “el corazón fino” con el esfuerzo de la comunidad.

Allí nos encontrábamos y después de la fumigación con agua bendita que nos hizo el padre Yeferson, fui llamado a un costado del parquecito por algunos parientes para manifestarme su inquietud porque algunas personas insisten con la idea que tuvieron hace varios años y yo se la desbaraté de “tumbar” un grandísimo árbol de Orejero que ha permanecido en el lugar durante sesenta larguísimos años, debajo de él tomábamos espuma de leche caliente acabada de ordeñar y jugábamos boliche en los primeros años de circulación. Es altísimo, corpulento y silencioso, igual a uno que existe en frente del cementerio de Fonseca, el cual fue plantado en el lugar por mi tío ‘Chombo’ cuando estaba muchacho en la esquina del corral de ganado de mi abuelo Eduardo Medina.

Los potenciales transgresores de la ley ambiental argumentan para su macabro propósito, que el histórico árbol ha dañado con sus raíces las obras de construcción del parque construido en ese sitio, es como si esa criatura de la naturaleza tuviera la culpa que quienes a sabiendas de su presencia ejecutaron esa obra de infraestructura sobre las raíces que lo sostienen, o que el cemento y los ladrillos son más importantes que ese testigo mudo de las más sentidas despedidas y que con nadie se mete y es la única sombrita que queda allí porque a nadie se le ocurre sembrar sino acabar con lo único que existe. Lo más grave es que quienes proponen derribarlo no visitan a sus muertos ni siembran una matica de toronjil en su casa, pero nos quieren imponer la reprochable moda que viene de algunas ciudades donde están talando los árboles de enfrente de las casas para dar de comer a los ojos del vecindario y los transeúntes exhibiendo las suntuosas fachadas.

Le prometí a mis contertulios llevarles una copia de la canción de Camarillo para recordar que es el palo el único amigo fiel, porque está con uno en las buenas y en las malas, desde el nacimiento hasta la sepultura nos recuerda ese disco que nos da frutos para mantenernos, de él se hace el fuego para cocinar, se hace el techo para protegernos, puertas y ventanas para seguridad, también objetos para embarcaciones y salen los muebles para el hogar, se hacen vitrinas para el mostrador además la cama para descansar.

Igualmente en ese disco de invaluable contenido ambientalista que nunca colocan en la radio por su agraria narración, destaca el autor que estos en primavera suelen florecer y hacen los campos sombríos para que de su dulce aroma las abejas produzcan su miel, además que del palo salieron los maderos de la cruz en la cual padeció Jesús, y de ñapa es indispensable para hacer la pijama de palo con la cual uno dormirá hasta siempre, por eso estoy de acuerdo con ese compositor, cuando dice que es ese es el verdadero amigo que en vida nos sirve para todo y finalmente con nosotros se entierra.

Así las cosas se concluye que el palo de Monguí no se puede cortar porque a los amigos no se les mata, se les alimenta, se les acompaña y se les cuida.