El comedor no pasa por su mejor momento, hay escasez de aportes de personas de buen corazón que desinteresadamente hacen sus donaciones en efectivo o en alimentos.
Alfonso Tehéren, de 86 años, desde hace un mes camina diariamente desde la urbanización Nando Marín hasta el comedor comunitario de la iglesia las Tres Avemarías, en el centro de Valledupar. Así como Alfonso, decenas de adultos mayores, hombres jóvenes que regularmente son habitantes de la calle, algunas mujeres y pocos niños se benefician de la obra social de la iglesia católica en este comedor comunitario.
El comedor no pasa por su mejor momento, hay escasez de aportes de personas de buen corazón que desinteresadamente hacen sus donaciones en efectivo o en alimentos, y cada día los gastos de funcionamiento son más altos.
El padre Francisco Ardila, coordinador del comedor comunitario, recordó a quienes deseen realizar donaciones, que lo hagan directamente con él en la oficina de contaduría, al lado de la parroquia Tres Avemarías.
Recalcó que en este comedor, se puede decir que hay milagros porque con pocos recursos económicos, se les ofrece a los beneficiarios el desayuno y se les vende el almuerzo por un valor de 2.000 pesos, un valor irrisorio para lo que en realidad cuesta un plato de comida. También pueden bañarse, lavar la ropa, entre otros beneficios.
“Aquí lo que hacemos es alimentar una esperanza, como dice nuestro lema. Quienes se motivan a dejar de consumir drogas, los orientamos a un centro de rehabilitación, pero no es fácil, muy pocos se han rehabilitado. Además el tipo de gente que aquí manejamos es muy flotante, muchos son drogadictos, otros son vendedores ambulantes, y otro grupo es gente que viene de los pueblos a las clínicas y no tiene donde estar”, explicó el sacerdote.
Por último, el padre Arcila indicó que quien desee conocer esta obra social, es bienvenido voluntariamente.
“Mucha gente se pregunta por qué le doy comida a estos drogadictos, se fastidia si están aquí. Yo creo que hemos perdido la capacidad de ver en el otro una persona, que puede ser distinta en el mañana; la insolidaridad nos está matando y mientras no busquemos a Dios no aprenderemos a vernos en el otro”, concluyó.
“La insolidaridad nos está matando y mientras no busquemos a Dios no aprenderemos a vernos en el otro”: sacerdore Francisco Arcila, coordinador del comedor comunitario de la iglesia Tres Avemarías.
Por Jennifer Del Río Coronell
[email protected]
El comedor no pasa por su mejor momento, hay escasez de aportes de personas de buen corazón que desinteresadamente hacen sus donaciones en efectivo o en alimentos.
Alfonso Tehéren, de 86 años, desde hace un mes camina diariamente desde la urbanización Nando Marín hasta el comedor comunitario de la iglesia las Tres Avemarías, en el centro de Valledupar. Así como Alfonso, decenas de adultos mayores, hombres jóvenes que regularmente son habitantes de la calle, algunas mujeres y pocos niños se benefician de la obra social de la iglesia católica en este comedor comunitario.
El comedor no pasa por su mejor momento, hay escasez de aportes de personas de buen corazón que desinteresadamente hacen sus donaciones en efectivo o en alimentos, y cada día los gastos de funcionamiento son más altos.
El padre Francisco Ardila, coordinador del comedor comunitario, recordó a quienes deseen realizar donaciones, que lo hagan directamente con él en la oficina de contaduría, al lado de la parroquia Tres Avemarías.
Recalcó que en este comedor, se puede decir que hay milagros porque con pocos recursos económicos, se les ofrece a los beneficiarios el desayuno y se les vende el almuerzo por un valor de 2.000 pesos, un valor irrisorio para lo que en realidad cuesta un plato de comida. También pueden bañarse, lavar la ropa, entre otros beneficios.
“Aquí lo que hacemos es alimentar una esperanza, como dice nuestro lema. Quienes se motivan a dejar de consumir drogas, los orientamos a un centro de rehabilitación, pero no es fácil, muy pocos se han rehabilitado. Además el tipo de gente que aquí manejamos es muy flotante, muchos son drogadictos, otros son vendedores ambulantes, y otro grupo es gente que viene de los pueblos a las clínicas y no tiene donde estar”, explicó el sacerdote.
Por último, el padre Arcila indicó que quien desee conocer esta obra social, es bienvenido voluntariamente.
“Mucha gente se pregunta por qué le doy comida a estos drogadictos, se fastidia si están aquí. Yo creo que hemos perdido la capacidad de ver en el otro una persona, que puede ser distinta en el mañana; la insolidaridad nos está matando y mientras no busquemos a Dios no aprenderemos a vernos en el otro”, concluyó.
“La insolidaridad nos está matando y mientras no busquemos a Dios no aprenderemos a vernos en el otro”: sacerdore Francisco Arcila, coordinador del comedor comunitario de la iglesia Tres Avemarías.
Por Jennifer Del Río Coronell
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