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Columnista - 1 marzo, 2016

La paz y la pobreza

Los diálogos en La Habana son la bandera de Santos en su segundo mandato, pero él no ha podido o no ha querido entender que la verdadera paz no se consigue solamente con la firma de un acuerdo con uno solo de los actores del conflicto armado, de donde se desprende esta guerra interna por […]

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Los diálogos en La Habana son la bandera de Santos en su segundo mandato, pero él no ha podido o no ha querido entender que la verdadera paz no se consigue solamente con la firma de un acuerdo con uno solo de los actores del conflicto armado, de donde se desprende esta guerra interna por muchos años.

No quiero pasar de pesimista, pero esa anhelada paz tiene otras razones muy importantes para no conseguirse totalmente. Primero habría que analizar a fondo el porqué se crearon esos grupos, buscar la solución definitiva para que la sintomatología de esta enfermedad netamente social no vuelva a aparecer y erradicar definitivamente este letal problema.

Experiencias pasadas nos dejaron enseñanzas muy claras, se “cerró” una puerta negra llena de oscuros conflictos y se abrieron otras con colores diferentes pero con la misma finalidad. En el narcotráfico por ejemplo, extraditan a un capo y es reemplazado inmediatamente, capturan al cabecilla de una Bacrim y sucede lo mismo, esa paz solo se lograría aminorando realmente la pobreza, porque acabarla es imposible, seamos sinceros.

Si ese acuerdo con las Farc, que es muy posible que se haga, yo preguntaría: ¿después de la firma en La Habana, ya las Bacrim no delinquirán más? ¿Se acabarían los hacinamientos en las cárceles? ¿Los violadores de menores ya no sentirán más ganas de seguir con sus desviados comportamientos? ¿Los corruptos devolverán los dineros adquiridos ilegalmente? ¿Los que no tienen trabajo lo tendrán? ¿Los que delinquen por necesidad ya no tendrían razón de hacerlo? ¿Los hospitales tendrían la capacidad para atender a cualquier colombiano después del acuerdo? ¿Los campesinos vivirán con seguridad, con créditos agrarios inmediatamente?

¿Los pandilleros de barrios acogerán la firma de ese tratado? ¿El tráfico y prostitución de menores se detendrá? ¿Los otros grupos al margen de la ley que quedan cambiarán su mentalidad inmediatamente? ¿En La Guajira se acabará el hambre y la sed? ¿Los narcotraficantes dejaran su lucrativo “negocio”?

Estos pocos ejemplos son generadores de violencia y hacen que la paz no se logre de inmediato, entonces el gran deseo de los colombianos no se dará hasta que estos fenómenos sociales no se erradiquen totalmente, y que esto será casi imposible mientras no se tomen otras medidas, entre ellas el acelerado crecimiento poblacional sin ningún tipo de control, que también genera pobreza y miseria. Habría que dialogar o hacer otro proceso interno con las partes que generan esa otra guerra donde hay muchas víctimas, sin disparar un solo tiro.

Entonces ¿nuestro país, donde hay desempleo, hambre, desigualdades, malos manejo en la salud y educación, si está preparado para recibir en el seno de su sociedad a estos señores que dejarán las armas y quedarán resocializados automáticamente?

¿Dónde vivirán con sus familias? ¿El Estado le entregará viviendas a los des movilizados sin empleos? ¿Les brindará seguridad a estos estigmatizados que estrenan otro sistema de vida?

Columnista
1 marzo, 2016

La paz y la pobreza

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio Rojas Buendia

Los diálogos en La Habana son la bandera de Santos en su segundo mandato, pero él no ha podido o no ha querido entender que la verdadera paz no se consigue solamente con la firma de un acuerdo con uno solo de los actores del conflicto armado, de donde se desprende esta guerra interna por […]


Los diálogos en La Habana son la bandera de Santos en su segundo mandato, pero él no ha podido o no ha querido entender que la verdadera paz no se consigue solamente con la firma de un acuerdo con uno solo de los actores del conflicto armado, de donde se desprende esta guerra interna por muchos años.

No quiero pasar de pesimista, pero esa anhelada paz tiene otras razones muy importantes para no conseguirse totalmente. Primero habría que analizar a fondo el porqué se crearon esos grupos, buscar la solución definitiva para que la sintomatología de esta enfermedad netamente social no vuelva a aparecer y erradicar definitivamente este letal problema.

Experiencias pasadas nos dejaron enseñanzas muy claras, se “cerró” una puerta negra llena de oscuros conflictos y se abrieron otras con colores diferentes pero con la misma finalidad. En el narcotráfico por ejemplo, extraditan a un capo y es reemplazado inmediatamente, capturan al cabecilla de una Bacrim y sucede lo mismo, esa paz solo se lograría aminorando realmente la pobreza, porque acabarla es imposible, seamos sinceros.

Si ese acuerdo con las Farc, que es muy posible que se haga, yo preguntaría: ¿después de la firma en La Habana, ya las Bacrim no delinquirán más? ¿Se acabarían los hacinamientos en las cárceles? ¿Los violadores de menores ya no sentirán más ganas de seguir con sus desviados comportamientos? ¿Los corruptos devolverán los dineros adquiridos ilegalmente? ¿Los que no tienen trabajo lo tendrán? ¿Los que delinquen por necesidad ya no tendrían razón de hacerlo? ¿Los hospitales tendrían la capacidad para atender a cualquier colombiano después del acuerdo? ¿Los campesinos vivirán con seguridad, con créditos agrarios inmediatamente?

¿Los pandilleros de barrios acogerán la firma de ese tratado? ¿El tráfico y prostitución de menores se detendrá? ¿Los otros grupos al margen de la ley que quedan cambiarán su mentalidad inmediatamente? ¿En La Guajira se acabará el hambre y la sed? ¿Los narcotraficantes dejaran su lucrativo “negocio”?

Estos pocos ejemplos son generadores de violencia y hacen que la paz no se logre de inmediato, entonces el gran deseo de los colombianos no se dará hasta que estos fenómenos sociales no se erradiquen totalmente, y que esto será casi imposible mientras no se tomen otras medidas, entre ellas el acelerado crecimiento poblacional sin ningún tipo de control, que también genera pobreza y miseria. Habría que dialogar o hacer otro proceso interno con las partes que generan esa otra guerra donde hay muchas víctimas, sin disparar un solo tiro.

Entonces ¿nuestro país, donde hay desempleo, hambre, desigualdades, malos manejo en la salud y educación, si está preparado para recibir en el seno de su sociedad a estos señores que dejarán las armas y quedarán resocializados automáticamente?

¿Dónde vivirán con sus familias? ¿El Estado le entregará viviendas a los des movilizados sin empleos? ¿Les brindará seguridad a estos estigmatizados que estrenan otro sistema de vida?