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Columnista - 1 marzo, 2016

Alternativa verde

Las presiones para aprobar la Ley de Orden Público denunciadas por el Partido Cambio Radical y la incierta recuperación de su máximo jefe Germán Vargas Lleras, la postulación de Sergio Fajardo dentro de su movimiento Compromiso Ciudadano, la inminente firma del cese de hostilidades con las Farc y su repercusión en una eventual candidatura de […]

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Las presiones para aprobar la Ley de Orden Público denunciadas por el Partido Cambio Radical y la incierta recuperación de su máximo jefe Germán Vargas Lleras, la postulación de Sergio Fajardo dentro de su movimiento Compromiso Ciudadano, la inminente firma del cese de hostilidades con las Farc y su repercusión en una eventual candidatura de Humberto De la Calle, los cuestionamientos a la Unidad por la Paz y palpable impopularidad del presidente Juan Manuel Santos, el descalabro electoral en las pasadas elecciones regionales del Centro Democrático y la volubilidad política del pueblo colombiano, hacen que en temas de candidaturas a Presidencia de la República no esté nada claro. Nada está dicho ni nadie tiene la última palabra.

Esta acelerada dinámica inevitablemente tendrá repercusiones en nuestro departamento. Habrá gente que se abrazará en el tema de la Paz sin importarle la insensibilidad del gobierno nacional con la clase media, otros preferirán apoyar lo que resulte del uribismo y el distanciamiento entre Vargas y Santos, oficializado con el enfrentamiento de la bancada radicalista y el ministro Cristo. Y la gran incógnita serán quienes prefieren renovados escenarios políticos, ahora que se supone tendremos un país diferente por cuenta de la ejecución de estrategias de apoyo al posconflicto. Conquistarlos dará el sello de la victoria.

Lástima que algunas colectividades políticas localmente equivocaron su compromiso con nuestra historia; no tienen vocación de poder, solo se preocupan por mantener los votos útiles para seguir negociando con su membresía electoral y prefirieron volverse traficantes de avales, blanqueadores de intereses mafiosos particulares y marionetas del dinero, ignorando su convencimiento íntimo de la incompatibilidad programática, sin formar identidad y cohesión ideológica que los distinga como posibilidad electoral cierta ante el desgaste tradicional.

Quisiera que el Partido Alianza Verde fuera la excepción, pero no es así, hoy está atomizado en nuestro departamento debido al grotesco espectáculo de las últimas elecciones; la intriga, la calumnia y toda clase de bajezas expuestas ante esa Dirección Nacional emularon el estilo de los nefastos y anacrónicos personajes de la vieja política, quienes a pesar de sus tachas éticas y morales insisten en controlar partidos para feriarlos al mejor postor, pero ese es tema de otra columna.

La sangre azul de la burguesía insurgente y el equivocado fundamentalismo stalinista que habló de refundar el partido bajo los preceptos de una izquierda radical, olvidaron la propuesta política moderna que enamoró a los militantes verdes, perdiendo el favor popular. Los resultados no pueden ser más desalentadores, hoy solo tienen la mitad de su anterior representación en los cuerpos colegiados, la candidatura de Evelio Daza en Valledupar naufragó en el egoísmo particular, la aspiración a la gobernación se abandonó en sus extemporáneas propuestas, en fin, cayeron en la pugnacidad interna sin marcar diferencias con los vicios tradicionales, dejando de ser la alternativa verde que tanto bien le hacía a la democracia regional. Un abrazo.

[email protected]
@antoniomariaA

Columnista
1 marzo, 2016

Alternativa verde

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio María Araujo

Las presiones para aprobar la Ley de Orden Público denunciadas por el Partido Cambio Radical y la incierta recuperación de su máximo jefe Germán Vargas Lleras, la postulación de Sergio Fajardo dentro de su movimiento Compromiso Ciudadano, la inminente firma del cese de hostilidades con las Farc y su repercusión en una eventual candidatura de […]


Las presiones para aprobar la Ley de Orden Público denunciadas por el Partido Cambio Radical y la incierta recuperación de su máximo jefe Germán Vargas Lleras, la postulación de Sergio Fajardo dentro de su movimiento Compromiso Ciudadano, la inminente firma del cese de hostilidades con las Farc y su repercusión en una eventual candidatura de Humberto De la Calle, los cuestionamientos a la Unidad por la Paz y palpable impopularidad del presidente Juan Manuel Santos, el descalabro electoral en las pasadas elecciones regionales del Centro Democrático y la volubilidad política del pueblo colombiano, hacen que en temas de candidaturas a Presidencia de la República no esté nada claro. Nada está dicho ni nadie tiene la última palabra.

Esta acelerada dinámica inevitablemente tendrá repercusiones en nuestro departamento. Habrá gente que se abrazará en el tema de la Paz sin importarle la insensibilidad del gobierno nacional con la clase media, otros preferirán apoyar lo que resulte del uribismo y el distanciamiento entre Vargas y Santos, oficializado con el enfrentamiento de la bancada radicalista y el ministro Cristo. Y la gran incógnita serán quienes prefieren renovados escenarios políticos, ahora que se supone tendremos un país diferente por cuenta de la ejecución de estrategias de apoyo al posconflicto. Conquistarlos dará el sello de la victoria.

Lástima que algunas colectividades políticas localmente equivocaron su compromiso con nuestra historia; no tienen vocación de poder, solo se preocupan por mantener los votos útiles para seguir negociando con su membresía electoral y prefirieron volverse traficantes de avales, blanqueadores de intereses mafiosos particulares y marionetas del dinero, ignorando su convencimiento íntimo de la incompatibilidad programática, sin formar identidad y cohesión ideológica que los distinga como posibilidad electoral cierta ante el desgaste tradicional.

Quisiera que el Partido Alianza Verde fuera la excepción, pero no es así, hoy está atomizado en nuestro departamento debido al grotesco espectáculo de las últimas elecciones; la intriga, la calumnia y toda clase de bajezas expuestas ante esa Dirección Nacional emularon el estilo de los nefastos y anacrónicos personajes de la vieja política, quienes a pesar de sus tachas éticas y morales insisten en controlar partidos para feriarlos al mejor postor, pero ese es tema de otra columna.

La sangre azul de la burguesía insurgente y el equivocado fundamentalismo stalinista que habló de refundar el partido bajo los preceptos de una izquierda radical, olvidaron la propuesta política moderna que enamoró a los militantes verdes, perdiendo el favor popular. Los resultados no pueden ser más desalentadores, hoy solo tienen la mitad de su anterior representación en los cuerpos colegiados, la candidatura de Evelio Daza en Valledupar naufragó en el egoísmo particular, la aspiración a la gobernación se abandonó en sus extemporáneas propuestas, en fin, cayeron en la pugnacidad interna sin marcar diferencias con los vicios tradicionales, dejando de ser la alternativa verde que tanto bien le hacía a la democracia regional. Un abrazo.

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@antoniomariaA