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Editorial - 12 octubre, 2014

La Sierra clama

Los lamentables acontecimientos ocurridos en la última semana a indígenas que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta han despertado nuevamente el interés nacional y regional de autoridades y ciudadanía frente a los pueblos que viven en este sistema montañoso. Los cesarenses tenemos el privilegio de tenerlos cerca. Los arhuacos, wiwas, kankuamos y kogui […]

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Los lamentables acontecimientos ocurridos en la última semana a indígenas que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta han despertado nuevamente el interés nacional y regional de autoridades y ciudadanía frente a los pueblos que viven en este sistema montañoso.

Los cesarenses tenemos el privilegio de tenerlos cerca. Los arhuacos, wiwas, kankuamos y kogui tienen en Valledupar un pedacito de la Sierra: la Casa Indígena, donde se hospedan cuando bajan de sus resguardos y donde tienen las oficinas de sus cabildos gobernadores, que se encargan de la organización administrativa de sus pueblos, mientras que allá arriba los Mamos, desde su sabiduría espiritual, guían y aconsejan las decisiones que deben tomar como comunidad.

EL PILÓN lamenta profundamente la tragedia ocurrida a los wiwas en el pueblo llamado Kemakumake, donde murieron por causa de una tormenta eléctrica 11 de sus miembros, cuando estaban reunidos en una asamblea general más de 60 indígenas. Además del dolor por sus muertos, los demás habitantes del pueblo ahora serán reasentados en otro sitio que decidan los mismos indígenas.

La naturaleza también dejó luto entre los arhuaco, al morir cinco de sus miembros, cuatro de ellos niños, sepultados por una avalancha. Dos hechos ocurridos en una misma semana que ponen a pensar a las autoridades: ¿cómo hacer para que en su hábitat natural, sin que sus costumbres y tradiciones sean cambiadas ni afectadas, se pueda prevenir este tipo de tragedias?

La Gobernación del Magdalena y la Alcaldía del Magdalena ya han hablado de instalar pararrayos en sitios estratégicos de la Sierra Nevada, una idea que de ser aceptada por las autoridades administrativas y espirituales puede también implementarse en la zona que le corresponde al Cesar y La Guajira.

Esta coyuntura tan lamentable debe servir para que se mire más a la Sierra, donde viven más de 30 mil indígenas. La Sierra clama más atención. Los problemas no son solos por culpa de la naturaleza, también por las vías de acceso, más salud, educación, apoyo en proyectos productivos, para conservar sus costumbres y tradiciones.

Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada ahora están en duelo, y durante más de un mes realizarán ritos para sepultar a sus muertos. ¿Mientras eso sucede qué harán los gobiernos Nacional, Regional y Local para mejorar sus condiciones de vida?

Editorial
12 octubre, 2014

La Sierra clama

Los lamentables acontecimientos ocurridos en la última semana a indígenas que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta han despertado nuevamente el interés nacional y regional de autoridades y ciudadanía frente a los pueblos que viven en este sistema montañoso. Los cesarenses tenemos el privilegio de tenerlos cerca. Los arhuacos, wiwas, kankuamos y kogui […]


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Los lamentables acontecimientos ocurridos en la última semana a indígenas que habitan en la Sierra Nevada de Santa Marta han despertado nuevamente el interés nacional y regional de autoridades y ciudadanía frente a los pueblos que viven en este sistema montañoso.

Los cesarenses tenemos el privilegio de tenerlos cerca. Los arhuacos, wiwas, kankuamos y kogui tienen en Valledupar un pedacito de la Sierra: la Casa Indígena, donde se hospedan cuando bajan de sus resguardos y donde tienen las oficinas de sus cabildos gobernadores, que se encargan de la organización administrativa de sus pueblos, mientras que allá arriba los Mamos, desde su sabiduría espiritual, guían y aconsejan las decisiones que deben tomar como comunidad.

EL PILÓN lamenta profundamente la tragedia ocurrida a los wiwas en el pueblo llamado Kemakumake, donde murieron por causa de una tormenta eléctrica 11 de sus miembros, cuando estaban reunidos en una asamblea general más de 60 indígenas. Además del dolor por sus muertos, los demás habitantes del pueblo ahora serán reasentados en otro sitio que decidan los mismos indígenas.

La naturaleza también dejó luto entre los arhuaco, al morir cinco de sus miembros, cuatro de ellos niños, sepultados por una avalancha. Dos hechos ocurridos en una misma semana que ponen a pensar a las autoridades: ¿cómo hacer para que en su hábitat natural, sin que sus costumbres y tradiciones sean cambiadas ni afectadas, se pueda prevenir este tipo de tragedias?

La Gobernación del Magdalena y la Alcaldía del Magdalena ya han hablado de instalar pararrayos en sitios estratégicos de la Sierra Nevada, una idea que de ser aceptada por las autoridades administrativas y espirituales puede también implementarse en la zona que le corresponde al Cesar y La Guajira.

Esta coyuntura tan lamentable debe servir para que se mire más a la Sierra, donde viven más de 30 mil indígenas. La Sierra clama más atención. Los problemas no son solos por culpa de la naturaleza, también por las vías de acceso, más salud, educación, apoyo en proyectos productivos, para conservar sus costumbres y tradiciones.

Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada ahora están en duelo, y durante más de un mes realizarán ritos para sepultar a sus muertos. ¿Mientras eso sucede qué harán los gobiernos Nacional, Regional y Local para mejorar sus condiciones de vida?