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Editorial - 14 agosto, 2014

No se olviden de Estados Unidos

Cuando se pensaba que los campesinos que habitan en la Serranía del Perijá vivían en un ambiente tranquilo, dedicados a lo que saben hacer, sorprende el llamado urgente que hacen a las autoridades los pobladores del corregimiento de Estados Unidos en el municipio de Becerril, por el acoso nuevamente de la violencia. Estados Unidos es […]

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Cuando se pensaba que los campesinos que habitan en la Serranía del Perijá vivían en un ambiente tranquilo, dedicados a lo que saben hacer, sorprende el llamado urgente que hacen a las autoridades los pobladores del corregimiento de Estados Unidos en el municipio de Becerril, por el acoso nuevamente de la violencia.

Estados Unidos es uno de los casos emblemáticos en el departamento del Cesar de la violencia guerrillera y paramilitar. Sus habitantes fueron estigmatizados primero por su supuesto apoyo a la subversión, y luego atacados sin piedad por los hombres del frente ‘Juan Andrés Álvarez’ del Bloque Norte. Masacres, desplazamiento, desapariciones y despojo de tierras, son los hechos delictivos que dejó el conflicto armado en esta zona.

Becerril junto con Codazzi, La Jagua de Ibirico, El Paso, incluso Astrea y Bosconia, pusieron una alta cuota de víctimas, por eso no es justo que hoy vuelvan a sentir el miedo que creían haber dejado atrás, especialmente cuando muchos campesinos han retornado y otros guardan la esperanza de hacerlo cuando los fallos de la Unidad de Restitución de Tierras les devuelvan lo que un día fue de ellos o la Unidad de Reparación de Víctimas los llame para reiniciar con proyectos productivos su vida campesina.

El caso de Estados Unidos y de otras veredas cercanas, donde también el ambiente se ha enrarecido por la presencia de bandas criminales, debe ser atendido de manera oportuna por las autoridades, no solo locales, sino departamental y nacional. Muchas veces los alcaldes atienden estas situaciones con pañitos de agua tibia y cuando quieren reaccionar es demasiado tarde. No se puede dejar solos a los campesinos de Becerril, ni a los de otros municipios que también han denunciado presencia de personas armadas que le quitan la tranquilidad. La Policía y el Ejército deben ser cuidadosos con la denominación que le den a los últimos hechos ocurridos, que no deben verse como homicidios aislados, sino analizar a conciencia si estamos frente al resurgimiento de la violencia que tanto daño le hizo a la zona.

No deben entonces escatimar esfuerzos para acompañar a los habitantes de Estados Unidos. Si lo logran en este poblado, se esparcirán los violentos rápidamente por los otros corregimientos y veredas, situación de la cual no está exenta el casco urbano de los municipios del centro minero del Cesar, así como de la propuesta Zona Campesina del Perijá, que está en proceso de aprobación.

No se deben olvidar los 213 desaparecidos en esta zona, los 424 homicidios ni lo más de 700 desplazados que dejó la presencia de los grupos armados de guerrilla y autodefensas entre el año 2000 y 2006, según cifras de la Fiscalía de Justicia y Paz.

Editorial
14 agosto, 2014

No se olviden de Estados Unidos

Cuando se pensaba que los campesinos que habitan en la Serranía del Perijá vivían en un ambiente tranquilo, dedicados a lo que saben hacer, sorprende el llamado urgente que hacen a las autoridades los pobladores del corregimiento de Estados Unidos en el municipio de Becerril, por el acoso nuevamente de la violencia. Estados Unidos es […]


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Cuando se pensaba que los campesinos que habitan en la Serranía del Perijá vivían en un ambiente tranquilo, dedicados a lo que saben hacer, sorprende el llamado urgente que hacen a las autoridades los pobladores del corregimiento de Estados Unidos en el municipio de Becerril, por el acoso nuevamente de la violencia.

Estados Unidos es uno de los casos emblemáticos en el departamento del Cesar de la violencia guerrillera y paramilitar. Sus habitantes fueron estigmatizados primero por su supuesto apoyo a la subversión, y luego atacados sin piedad por los hombres del frente ‘Juan Andrés Álvarez’ del Bloque Norte. Masacres, desplazamiento, desapariciones y despojo de tierras, son los hechos delictivos que dejó el conflicto armado en esta zona.

Becerril junto con Codazzi, La Jagua de Ibirico, El Paso, incluso Astrea y Bosconia, pusieron una alta cuota de víctimas, por eso no es justo que hoy vuelvan a sentir el miedo que creían haber dejado atrás, especialmente cuando muchos campesinos han retornado y otros guardan la esperanza de hacerlo cuando los fallos de la Unidad de Restitución de Tierras les devuelvan lo que un día fue de ellos o la Unidad de Reparación de Víctimas los llame para reiniciar con proyectos productivos su vida campesina.

El caso de Estados Unidos y de otras veredas cercanas, donde también el ambiente se ha enrarecido por la presencia de bandas criminales, debe ser atendido de manera oportuna por las autoridades, no solo locales, sino departamental y nacional. Muchas veces los alcaldes atienden estas situaciones con pañitos de agua tibia y cuando quieren reaccionar es demasiado tarde. No se puede dejar solos a los campesinos de Becerril, ni a los de otros municipios que también han denunciado presencia de personas armadas que le quitan la tranquilidad. La Policía y el Ejército deben ser cuidadosos con la denominación que le den a los últimos hechos ocurridos, que no deben verse como homicidios aislados, sino analizar a conciencia si estamos frente al resurgimiento de la violencia que tanto daño le hizo a la zona.

No deben entonces escatimar esfuerzos para acompañar a los habitantes de Estados Unidos. Si lo logran en este poblado, se esparcirán los violentos rápidamente por los otros corregimientos y veredas, situación de la cual no está exenta el casco urbano de los municipios del centro minero del Cesar, así como de la propuesta Zona Campesina del Perijá, que está en proceso de aprobación.

No se deben olvidar los 213 desaparecidos en esta zona, los 424 homicidios ni lo más de 700 desplazados que dejó la presencia de los grupos armados de guerrilla y autodefensas entre el año 2000 y 2006, según cifras de la Fiscalía de Justicia y Paz.