Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
Como todo el mundo, nos enteramos de la determinación que la Procuraduría General de la Nación profirió contra Piedad Córdoba Ruiz, Senadora de la República: Inhabilidad por dieciocho años para hacer política y destitución del cargo que le entregó el pueblo del país voto a voto, en opuesta voluntad a la del ex -presidente de la República, quien denosta de ella, como es su costumbre de insultar a todos.
Así como muchas mujeres de la Patria se dedican en todo el país por propia iniciativa a ayudar a los desposeídos de la fortuna, de empleo y aún de derechos fundamentales, ayuda que muchas veces la hacen de manera personal o a través de muchas entidades preexistentes o que ellas mismas fundan para poder cumplir con su labor, las más de las veces sin nadie que las respalde en su gestión, llevadas tan sólo por la ternura y el cariño por sus semejantes humildes que es inherente a su condición de de madres reales o potenciales, así Piedad Córdoba, con los mejores atributos de su condición, una mujer humilde e inteligente, una humanista que se duele de los necesitados de Colombia, con más temple, valor y decisión de los que puedan esgrimir muchos que tras los pantalones sólo tienen gónadas de icopor, se ha dedicado, como buena liberal que es, a tratar de remediar la situación de muchos secuestrados dentro de un programa para la consecución de la Paz para el país el cual fue obstruido durante los ocho años anteriores frustrando las esperanzas de los cautivos y sus familias a la par que motivaba la desesperación de esas familias y el interés desapacible de los habitantes del país.
Uno ve los noticieros, escucha lo que dicen los radio-periódicos sobre el caso y lee la prensa y se da cuenta que de lo que se trata es de una burda venganza de Torquemada que quiere hacer puntos ante su jefe, quizá para disculparse por el traspié que cometió al negarle al ex -embajador en Italia la anulación del proceso en su contra por la Yidispolítica, cuando anteriormente lo había absuelto de toda responsabilidad.
No nos extraña éste proceder, por el contrario, nos confirma que la política en nuestro país no es para servirle al pueblo sino para aherrojar a los que se oponen a los caprichos del que manda; así pasaba durante la Inquisición y en todos los regímenes policiales y dictatoriales que han existido. Se llama terrorismo de Estado.
Si alguien quiere la liberación de un secuestrado, lo lógico es que debe hablar con quien tiene retenido al cautivo, no una vez, sino todas las veces que sean necesarias y si el gobierno es fascista y se opone a la liberación, hay que tomar todas las precauciones del caso pues ya sabemos “que en éste mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según el color, del cristal con
que se mira”.
Y hay gentes que tienen el lente sucio váyase a saber con qué y lo que quieren es embromar a alguien con tal de adular y complacer a su jefe. Un perro buldózer lamboneándole a un chihuahua. Qué tal
Acaso en las conversaciones que aparecen en el computador de Raúl Reyes, (si es que aparecen) se vislumbra que entre Piedad y Reyes están hablando de alguna emboscada para el Ejército, del asalto de un pueblo, algún asesinato de alguien importante, en fin, algo que comprometa a la Senadora como copartícipe de alguna actividad ilegal y criminal a la que se dedica la guerrilla? Si es así, hay que probarlo, y si probado, aplíquese la ley con todo su rigor,si no, pues apaga y vámonos.
Claro que el jefe del procuradorcito hizo introducir a los asesores de don Berna a la Casa de Nariño en forma subrepticia para hablar con ellos y no pasó nada, de Casa de Nariño salió la orden de las chuzadas y no ha pasado nada, fue dos veces presidente con votos sucios y no ha pasado nada, y para qué seguir enumerando datos y datos acerca de cosas y casos, de casos y cosas, y nunca pasa nada; así que el procurador ejerce su venganza ante la Senadora para complacer al jefe y para desquitarse de la denuncia que ésta le hizo.
Alguien ha visto a un ser humano llorar con un solo ojo.? Es la metáfora que ha usado Torquemada para significar que en el país sólo están llorando los amigos y familiares de los paramilitares y ahora les toca llorar a los amigos de la guerrilla. Sepa, don Torque, que en el país la mayoría no somos amigos ni de los unos ni de los otros, pero nos duelen las muertes de colombianos tanto de los de un lado como del otro y todos lo que queremos es que éste infierno se termine de una vez por todas. Por favor, los funcionarios oficiales de cualquier nivel: sean honestos, carajo!
Vergüenza debería darles por estar persiguiendo con tanta sevicia a una mujer que anda sola, únicamente acompañada por el pueblo. Claro que por eso mismo mataron a Gaitán.