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Columnista - 4 enero, 2016

2016. Un año de grandes expectativas

Complacida, retomo mi columna semanal en este diario después de un largo receso debido a la campaña electoral como aspirante a la Gobernación. Fue una experiencia enriquecedora que me llevó al Cesar profundo, el de los contrastes entre un enorme potencial de desarrollo y el atraso profundo que afecta a tantos, y explica, en parte, […]

Complacida, retomo mi columna semanal en este diario después de un largo receso debido a la campaña electoral como aspirante a la Gobernación. Fue una experiencia enriquecedora que me llevó al Cesar profundo, el de los contrastes entre un enorme potencial de desarrollo y el atraso profundo que afecta a tantos, y explica, en parte, la intensidad del conflicto y la violencia en esta región que ahora clama por la Paz con Justicia Social.

Comienza el 2016, un año que se vislumbra cargado de ilusiones, de buenos deseos y esperanzas de Paz. Todo indica que en el primer semestre se firmará el Acuerdo General entre el grupo insurgente Farc-Ep y el Gobierno Nacional, por el cual se pondrá fin a una larga, dolorosa y trágica confrontación armada. Como mecanismo de refrendación de este convenio el gobierno ha propuesto la realización de un plebiscito; la insurgencia insiste en la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Pronto tendrá que resolverse esta discusión. Es de esperar que igualmente pronto se inicien las conversaciones/negociaciones con el Eln, un nuevo proceso que quizás sea más acelerado y eficaz, dadas las experiencias y aprendizajes que deja La Habana.

Lo cierto es que el 2016 se nos plantea como un año en el que cambiará el rumbo de la historia colombiana y marcará un hito en la vida nacional; de ahí las grandes expectativas planteadas por muchos sectores y por todos los analistas. Muy seguramente no tendremos un Acuerdo perfecto que responda a todos los intereses y se ajuste a las aspiraciones de todos los ciudadanos. Eso es imposible, pero sí puede ser que lo convenido represente lo fundamental que cabe en cinco palabras: Verdad, Justicia, Reparación, Perdón y Reconciliación. Así tendremos las condiciones básicas para rediseñar esa nueva sociedad donde quepamos todos, donde sea factible la convivencia en democracia, donde prevalezcan el interés por la distribución equitativa de las riquezas, la superación de la pobreza, el cuidado y respeto a la madre tierra, el acatamiento y reverencia a los Derechos Humanos, en fin por la construcción de una sociedad justa donde nunca más brote la guerra como forma de hacer política.

Pero el Acuerdo General no lo es todo, la implementación y el cumplimiento de lo convenido es un asunto que no podemos descuidar y que compete al actual y futuro Gobierno Nacional pero también a los gobiernos regionales y locales. La ciudadanía debe ser parte activa de estos procesos y su participación es crucial, de ello depende el éxito de la construcción de Paz.

Desde ya invito a quienes simpatizaron con mi propuesta electoral a vincularse a las tareas que promoveré en dirección a participar activamente en la etapa posacuerdo.

Por Imelda Daza Cotes

Columnista
4 enero, 2016

2016. Un año de grandes expectativas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Imelda Daza Cotes

Complacida, retomo mi columna semanal en este diario después de un largo receso debido a la campaña electoral como aspirante a la Gobernación. Fue una experiencia enriquecedora que me llevó al Cesar profundo, el de los contrastes entre un enorme potencial de desarrollo y el atraso profundo que afecta a tantos, y explica, en parte, […]


Complacida, retomo mi columna semanal en este diario después de un largo receso debido a la campaña electoral como aspirante a la Gobernación. Fue una experiencia enriquecedora que me llevó al Cesar profundo, el de los contrastes entre un enorme potencial de desarrollo y el atraso profundo que afecta a tantos, y explica, en parte, la intensidad del conflicto y la violencia en esta región que ahora clama por la Paz con Justicia Social.

Comienza el 2016, un año que se vislumbra cargado de ilusiones, de buenos deseos y esperanzas de Paz. Todo indica que en el primer semestre se firmará el Acuerdo General entre el grupo insurgente Farc-Ep y el Gobierno Nacional, por el cual se pondrá fin a una larga, dolorosa y trágica confrontación armada. Como mecanismo de refrendación de este convenio el gobierno ha propuesto la realización de un plebiscito; la insurgencia insiste en la convocatoria a una Asamblea Constituyente. Pronto tendrá que resolverse esta discusión. Es de esperar que igualmente pronto se inicien las conversaciones/negociaciones con el Eln, un nuevo proceso que quizás sea más acelerado y eficaz, dadas las experiencias y aprendizajes que deja La Habana.

Lo cierto es que el 2016 se nos plantea como un año en el que cambiará el rumbo de la historia colombiana y marcará un hito en la vida nacional; de ahí las grandes expectativas planteadas por muchos sectores y por todos los analistas. Muy seguramente no tendremos un Acuerdo perfecto que responda a todos los intereses y se ajuste a las aspiraciones de todos los ciudadanos. Eso es imposible, pero sí puede ser que lo convenido represente lo fundamental que cabe en cinco palabras: Verdad, Justicia, Reparación, Perdón y Reconciliación. Así tendremos las condiciones básicas para rediseñar esa nueva sociedad donde quepamos todos, donde sea factible la convivencia en democracia, donde prevalezcan el interés por la distribución equitativa de las riquezas, la superación de la pobreza, el cuidado y respeto a la madre tierra, el acatamiento y reverencia a los Derechos Humanos, en fin por la construcción de una sociedad justa donde nunca más brote la guerra como forma de hacer política.

Pero el Acuerdo General no lo es todo, la implementación y el cumplimiento de lo convenido es un asunto que no podemos descuidar y que compete al actual y futuro Gobierno Nacional pero también a los gobiernos regionales y locales. La ciudadanía debe ser parte activa de estos procesos y su participación es crucial, de ello depende el éxito de la construcción de Paz.

Desde ya invito a quienes simpatizaron con mi propuesta electoral a vincularse a las tareas que promoveré en dirección a participar activamente en la etapa posacuerdo.

Por Imelda Daza Cotes