Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 26 agosto, 2016

Y dijo Dios

“Los que hacéis que Yahvé recuerde, no guardéis silencio”. Isaías 62,6. Una de las palabras más fascinantes de la Biblia lo constituye una insignificante que, sin embargo, aparece miles de veces en los textos bíblicos. Es la conjugación del verbo “decir”, especialmente en tiempo pasado simple y tercera persona del singular. De hecho son innumerables […]

“Los que hacéis que Yahvé recuerde, no guardéis silencio”. Isaías 62,6. Una de las palabras más fascinantes de la Biblia lo constituye una insignificante que, sin embargo, aparece miles de veces en los textos bíblicos. Es la conjugación del verbo “decir”, especialmente en tiempo pasado simple y tercera persona del singular. De hecho son innumerables las veces en las que aparecen expresiones como: Dijo Dios, luego dijo Dios, también dijo Dios, entonces dijo Dios.

Probablemente hemos prestado poca atención a la palabra “dijo” que se encuentra en la Biblia de forma recurrente cada vez que alguien habla a otra persona. Sin embargo, esta palabra es una de las palabras más ricas de la lengua hebrea. Las palabras de Dios tenían el poder de propiciar la creación del mundo. Asimismo, nuestras palabras tienen el poder de mantener o destruir el mundo.

Creo que Dios sigue hablando hoy y que la Biblia es la Palabra Profética más segura cuyas palabras son herramientas para guiar. Así, las promesas son palabras escritas a través de las cuales debemos buscar acuerdos con Dios para alcanzar nuestro destino.

Amados amigos, una de las maneras más poderosas de orar es encontrar una promesa en la Escritura y recordarle a Dios lo que él dijo acerca de algo. Si queremos cambios y resultados positivos en nuestras vidas, en lugar de quejarnos y lamentarnos, debemos encontrar promesas sobre las cuales estar firmes, recordárselas a Dios liberando nuestra fe y permitiendo que él las haga realidad.

El término hebreo cuya traducción es “hablar/decir/discurso” está vinculado a otro que significa “cosa/objeto físico”. Siguiendo el pensamiento bíblico, el mundo físico, lo tangible, se crea a partir de lo intangible, de un acto divino por medio de la palabra. Según el libro del Génesis, en cada día de la creación Dios nombraba y creaba los distintos elementos que formarían el nuevo mundo.

Cuando estamos firmes sobre una promesa debemos ser persistentes y no quedarnos en silencio, sino acudiendo a Dios en fe y recordándole una y otra vez lo que él ha prometido.

Jesús relató una parábola sobre un juez injusto, quien demoró con displicencia el justo fallo a favor de una viuda perseverante. Así, como la viuda, debemos ser cuando se trate de recordarle a Dios lo que él dijo; sabiendo que a diferencia del juez, Dios está de nuestra parte, él está de nuestro lado. ¡Si queremos ver cumplidas sus promesas, debemos tener esa misma osada persistencia!

Dios es fiel, no escuchemos las voces que nos dicen por qué no podemos ser exitosos, estar sanos o salir de deudas; sino presentemos nuestro caso al Juez Justo recordándole lo que él ha dicho acerca de nosotros, nuestras familias y su propósito eterno.

Acerquémonos al Señor confiadamente llevando las evidencias de sus promesas y sustentando con pruebas nuestro caso, digamos: “Dios, tu dijiste que soy bendito, nada me puede dañar”. “Tú dijiste que restaurarías lo que el enemigo se ha robado”. “Tu dijiste que tendríamos vida y vida en abundancia”.

No nos quedemos en silencio, recordémosle a Dios sus promesas. Acudamos a Dios basados en sus promesas y con un “tú dijiste” por delante. Si en cambio de hablarle de nuestros problemas y pesares le recordamos a Dios sus promesas, Dios honrará su palabra y será fiel a lo que ha prometido.

Recordemos: ¡Si Dios lo dijo y yo lo creo, Dios lo hará! Busquemos al Señor con devoción, tomemos y repasemos cada promesa, memoricémosla y guardémosla en nuestro corazón y oremos con ella hasta que algo ocurra de parte de Dios. Abrazos y bendiciones en Cristo.

Columnista
26 agosto, 2016

Y dijo Dios

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“Los que hacéis que Yahvé recuerde, no guardéis silencio”. Isaías 62,6. Una de las palabras más fascinantes de la Biblia lo constituye una insignificante que, sin embargo, aparece miles de veces en los textos bíblicos. Es la conjugación del verbo “decir”, especialmente en tiempo pasado simple y tercera persona del singular. De hecho son innumerables […]


“Los que hacéis que Yahvé recuerde, no guardéis silencio”. Isaías 62,6. Una de las palabras más fascinantes de la Biblia lo constituye una insignificante que, sin embargo, aparece miles de veces en los textos bíblicos. Es la conjugación del verbo “decir”, especialmente en tiempo pasado simple y tercera persona del singular. De hecho son innumerables las veces en las que aparecen expresiones como: Dijo Dios, luego dijo Dios, también dijo Dios, entonces dijo Dios.

Probablemente hemos prestado poca atención a la palabra “dijo” que se encuentra en la Biblia de forma recurrente cada vez que alguien habla a otra persona. Sin embargo, esta palabra es una de las palabras más ricas de la lengua hebrea. Las palabras de Dios tenían el poder de propiciar la creación del mundo. Asimismo, nuestras palabras tienen el poder de mantener o destruir el mundo.

Creo que Dios sigue hablando hoy y que la Biblia es la Palabra Profética más segura cuyas palabras son herramientas para guiar. Así, las promesas son palabras escritas a través de las cuales debemos buscar acuerdos con Dios para alcanzar nuestro destino.

Amados amigos, una de las maneras más poderosas de orar es encontrar una promesa en la Escritura y recordarle a Dios lo que él dijo acerca de algo. Si queremos cambios y resultados positivos en nuestras vidas, en lugar de quejarnos y lamentarnos, debemos encontrar promesas sobre las cuales estar firmes, recordárselas a Dios liberando nuestra fe y permitiendo que él las haga realidad.

El término hebreo cuya traducción es “hablar/decir/discurso” está vinculado a otro que significa “cosa/objeto físico”. Siguiendo el pensamiento bíblico, el mundo físico, lo tangible, se crea a partir de lo intangible, de un acto divino por medio de la palabra. Según el libro del Génesis, en cada día de la creación Dios nombraba y creaba los distintos elementos que formarían el nuevo mundo.

Cuando estamos firmes sobre una promesa debemos ser persistentes y no quedarnos en silencio, sino acudiendo a Dios en fe y recordándole una y otra vez lo que él ha prometido.

Jesús relató una parábola sobre un juez injusto, quien demoró con displicencia el justo fallo a favor de una viuda perseverante. Así, como la viuda, debemos ser cuando se trate de recordarle a Dios lo que él dijo; sabiendo que a diferencia del juez, Dios está de nuestra parte, él está de nuestro lado. ¡Si queremos ver cumplidas sus promesas, debemos tener esa misma osada persistencia!

Dios es fiel, no escuchemos las voces que nos dicen por qué no podemos ser exitosos, estar sanos o salir de deudas; sino presentemos nuestro caso al Juez Justo recordándole lo que él ha dicho acerca de nosotros, nuestras familias y su propósito eterno.

Acerquémonos al Señor confiadamente llevando las evidencias de sus promesas y sustentando con pruebas nuestro caso, digamos: “Dios, tu dijiste que soy bendito, nada me puede dañar”. “Tú dijiste que restaurarías lo que el enemigo se ha robado”. “Tu dijiste que tendríamos vida y vida en abundancia”.

No nos quedemos en silencio, recordémosle a Dios sus promesas. Acudamos a Dios basados en sus promesas y con un “tú dijiste” por delante. Si en cambio de hablarle de nuestros problemas y pesares le recordamos a Dios sus promesas, Dios honrará su palabra y será fiel a lo que ha prometido.

Recordemos: ¡Si Dios lo dijo y yo lo creo, Dios lo hará! Busquemos al Señor con devoción, tomemos y repasemos cada promesa, memoricémosla y guardémosla en nuestro corazón y oremos con ella hasta que algo ocurra de parte de Dios. Abrazos y bendiciones en Cristo.