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Columnista - 7 noviembre, 2017

Voces del aire, camino a la nostalgia

Promediando el siglo pasado, Valledupar era una pequeña población bucólica, recóndita en el horizonte del trópico colombiano que se deleitaba escuchando, impactada, los sonidos y sabores musicales de la nueva maravilla del mundo, la radio, que nos llegaba de todo el Caribe: Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Barranquilla y el páramo colombiano. Los jóvenes vallenatos oían […]

Promediando el siglo pasado, Valledupar era una pequeña población bucólica, recóndita en el horizonte del trópico colombiano que se deleitaba escuchando, impactada, los sonidos y sabores musicales de la nueva maravilla del mundo, la radio, que nos llegaba de todo el Caribe: Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Barranquilla y el páramo colombiano.

Los jóvenes vallenatos oían y se ilusionaban con ser parte de las mágicas voces que escuchaban a través de la caja encantada.

El vertiginoso avance de las comunicaciones penetró nuestra apartada provincia, la radio llegó a nuestro medio por intermedio de personas foráneas, el manizalita Germán Aristizabal y el samario Manuel Pineda, ellos marcaron el derrotero de la radio vallenata, fundaron Radio Valledupar y Radio Guatapurí, respetivamente.

Allí en esos dos medios se formó la primera y posteriores generaciones de locutores vallenatos, caso excepcional fue Emilio Arias Acosta, nacido en la antigua y olvidada población de Valencia de Jesús.

Emilio Arias desde temprano mostró vocación microfónica y en vez de enrumbar sus pasos hacia Valledupar, se fue a la meca de la radio colombiana, Barranquilla.

Allí la actividad radial término de fascinarlo, estaba muy desarrollada, encontró oportunidad de mostrar su portentosa voz y alegría, lo hizo en un programa de concurso del locutor Bolisander Pacheco, además era el compositor de la famosa canción ‘La ninfa morena’, Pacheco buscaba voces nuevas.

Emilio derrotó el miedo escénico y contendores de esa ciudad, cuando inscribió su nombre fue objeto de burlas cuando dijo que iba de Valledupar, lo tildaron de corroncho, burlas que se convirtieron en aplausos al escuchar su entonación, dicción, modulación, énfasis y voz, lo hizo presentado grupos musicales, decimeros, y agrupaciones gaiteras en el salón de baile ‘El Carioca’.
Emilio ganó una beca durante un año para estudiar locución en la corporación Scard, “Escuela de arte Radial de la Costa”, más $ 300 para gastos, y prácticas de locución de 12:00 de la noche a 5:00 de la mañana en radio Piloto.

A partir de allí Arias por su estilo y esencia original de su tierra Caribe, que nunca ha perdido, inició una vida nómada por diferentes estaciones de la región, la primera vez fue llamado a radio Magangué, allí encontró a jóvenes que también iniciaban, Electo Gil, Adolfo Acuñas, Álvaro Castellanos, escasamente duró cuatro meses; fue a “la ciudad de la eterna primera”, a Radio Tricolor, la bandeja paisa no lo amañó y fue a laborar a “la ciudad heroica”, en La Voz de las Antillas y Emisoras Fuentes’, de Antonio Fuentes, dueño de la disquera del mismo nombre,.
Arias Acosta tras su trasegar radial muy joven, 19 años, y alternar en Barranquilla con voces para la historia, Edgar Perea, Napoleón Perea, Roger Araujo, Alberto Navarro, Jairo Pava, Ventura Díaz, con esa experiencia no era conocido en su tierra y llega a Radio Guatapurí desde donde irradió su fulgor radial, por más de 50 años en las distintas emisoras de la localidad: Valledupar, Guatapurí, Macondo, Cañahuate, La Voz del Cesar y Radio Reloj. Emilio goza de buen retiro rodeado del cariño de su familia en Valledupar.

Por Celso Guerra

 

Columnista
7 noviembre, 2017

Voces del aire, camino a la nostalgia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

Promediando el siglo pasado, Valledupar era una pequeña población bucólica, recóndita en el horizonte del trópico colombiano que se deleitaba escuchando, impactada, los sonidos y sabores musicales de la nueva maravilla del mundo, la radio, que nos llegaba de todo el Caribe: Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Barranquilla y el páramo colombiano. Los jóvenes vallenatos oían […]


Promediando el siglo pasado, Valledupar era una pequeña población bucólica, recóndita en el horizonte del trópico colombiano que se deleitaba escuchando, impactada, los sonidos y sabores musicales de la nueva maravilla del mundo, la radio, que nos llegaba de todo el Caribe: Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Barranquilla y el páramo colombiano.

Los jóvenes vallenatos oían y se ilusionaban con ser parte de las mágicas voces que escuchaban a través de la caja encantada.

El vertiginoso avance de las comunicaciones penetró nuestra apartada provincia, la radio llegó a nuestro medio por intermedio de personas foráneas, el manizalita Germán Aristizabal y el samario Manuel Pineda, ellos marcaron el derrotero de la radio vallenata, fundaron Radio Valledupar y Radio Guatapurí, respetivamente.

Allí en esos dos medios se formó la primera y posteriores generaciones de locutores vallenatos, caso excepcional fue Emilio Arias Acosta, nacido en la antigua y olvidada población de Valencia de Jesús.

Emilio Arias desde temprano mostró vocación microfónica y en vez de enrumbar sus pasos hacia Valledupar, se fue a la meca de la radio colombiana, Barranquilla.

Allí la actividad radial término de fascinarlo, estaba muy desarrollada, encontró oportunidad de mostrar su portentosa voz y alegría, lo hizo en un programa de concurso del locutor Bolisander Pacheco, además era el compositor de la famosa canción ‘La ninfa morena’, Pacheco buscaba voces nuevas.

Emilio derrotó el miedo escénico y contendores de esa ciudad, cuando inscribió su nombre fue objeto de burlas cuando dijo que iba de Valledupar, lo tildaron de corroncho, burlas que se convirtieron en aplausos al escuchar su entonación, dicción, modulación, énfasis y voz, lo hizo presentado grupos musicales, decimeros, y agrupaciones gaiteras en el salón de baile ‘El Carioca’.
Emilio ganó una beca durante un año para estudiar locución en la corporación Scard, “Escuela de arte Radial de la Costa”, más $ 300 para gastos, y prácticas de locución de 12:00 de la noche a 5:00 de la mañana en radio Piloto.

A partir de allí Arias por su estilo y esencia original de su tierra Caribe, que nunca ha perdido, inició una vida nómada por diferentes estaciones de la región, la primera vez fue llamado a radio Magangué, allí encontró a jóvenes que también iniciaban, Electo Gil, Adolfo Acuñas, Álvaro Castellanos, escasamente duró cuatro meses; fue a “la ciudad de la eterna primera”, a Radio Tricolor, la bandeja paisa no lo amañó y fue a laborar a “la ciudad heroica”, en La Voz de las Antillas y Emisoras Fuentes’, de Antonio Fuentes, dueño de la disquera del mismo nombre,.
Arias Acosta tras su trasegar radial muy joven, 19 años, y alternar en Barranquilla con voces para la historia, Edgar Perea, Napoleón Perea, Roger Araujo, Alberto Navarro, Jairo Pava, Ventura Díaz, con esa experiencia no era conocido en su tierra y llega a Radio Guatapurí desde donde irradió su fulgor radial, por más de 50 años en las distintas emisoras de la localidad: Valledupar, Guatapurí, Macondo, Cañahuate, La Voz del Cesar y Radio Reloj. Emilio goza de buen retiro rodeado del cariño de su familia en Valledupar.

Por Celso Guerra