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Columnista - 7 agosto, 2017

Venezuela y sus dictaduras

De mi padre aprendí muchos pasajes de la historia y geografía del mundo, él era afecto a esas disciplinas y llegó a ser profesor de las mismas, además de director de la sección de ebanistería, en la Escuela de Artes y Oficios, Industrial y hoy Instpecam; en Villanueva, en la prima noche, sentados a la […]

De mi padre aprendí muchos pasajes de la historia y geografía del mundo, él era afecto a esas disciplinas y llegó a ser profesor de las mismas, además de director de la sección de ebanistería, en la Escuela de Artes y Oficios, Industrial y hoy Instpecam; en Villanueva, en la prima noche, sentados a la puerta de la calle, mirando el cielo tachonado de estrellas, me dijo: “La dictadura más feroz que ha existido en Latinoamérica es la de Juan Vicente Gómez en Venezuela”.

Años después, al leer la Fiesta del Chivo de Vargas Llosa, me dije no pudo haber dictadura más terrible que la de Rafael Leonidas Trujillo, en República Dominicana, conseguí entonces el libro: En tiempos de Gómez y no supe cuál de las dos había sido más terrible. Me apasionó el estudio de las dictaduras latinoamericanas y después las de otras regiones del mundo.

Esta vez la atención está en Venezuela, ya lleva tres dictaduras terribles, el calificativo es redundante, porque todas lo son; Gómez hundió al país en la miseria, el irrespeto a la dignidad humana, asesinatos, hambre, enfermedades, todo eso lo soportó el pueblo durante veintisiete años de tiranía desde 1908 hasta 1935. Tiempo después Marcos Pérez Jiménez, militar venezolano, fue designado presidente de facto para sustituir a Germán Fernández Flamerich; en diez años también hizo de Venezuela su territorio particular y volvieron las humillaciones, el hambre, la cárcel, hasta cuando huyó a Santo Domingo, y terminó en España, protegido por Franco, y allá murió.

Ahora el vecino país al que admirábamos por su empuje económico, fue refugio de colombianos, especialmente de la región Caribe, que se iban esperanzados en busca de trabajo y venían con dinero para cumplir sueños como el de tener casa propia, hoy vuelve a estar en manos de un tirano prácticamente analfabeta.
Venezuela está que arde, eso es bien sabido, la diáspora comenzó hace rato y el refugio más cercano para los que huyen es nuestro país, ese es el tema de conversación más socorrido en estos momentos, y nos preguntamos ¿por qué llegó Venezuela hasta este punto? Todo comenzó con Chávez, un líder carismático, divertido, al que un amigo que ya no está calificó de ‘buen cuarto para una parranda’, el pueblo se obnubiló con él, al morir quiso continuarlo, sin medir las consecuencias solo por nostalgia, en Maduro, un ser humano bufo, falta de gracia, nada carismático, y ahí fue la debacle.

Se cuentan muertos, jóvenes que han salido a las calles a protestar, una centena de vidas perdidas tiradas en el pavimento solo por el deseo de tener la libertad que se merece su país, y se ha seguido la trayectoria de las entradas y salidas de la cárcel de Leopoldo López y otros líderes de oposición, y hay cacerolazos, paros, “guarimbas”, como lo llaman los venezolanos, y la dictadura se afianza más, ahora sí con la Constituyente. ¿Por qué los opositores, los manifestantes, no han logrado nada? Porque, además de una oposición que estuvo dividida, comenzaron muy tarde a darse cuenta de la clase de gobierno que tenían, porque comenzaron muy tarde a protestar, porque llegaron tarde a atajar la tiranía.

El pueblo venezolano está en el alma, especialmente de los que vivimos cerca de sus fronteras y comenzamos a soñar con sus telenovelas, y las historias que contaban los que venían de la tierra del petróleo. ¿Será que ha llegado a un punto de no retorno? Bueno, todas las sociedades víctimas de las dictaduras han retornado, y ese es un periodo también muy difícil.

NOTICA. Qué bueno sería que se impartiera en los colegios la clase de historia, para que los muchachos no estén tan perdidos, como al que le pregunté quién fue Hitler y me contestó que un presidente de los Estados Unidos.

Por Mary Daza Orozco

 

Columnista
7 agosto, 2017

Venezuela y sus dictaduras

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

De mi padre aprendí muchos pasajes de la historia y geografía del mundo, él era afecto a esas disciplinas y llegó a ser profesor de las mismas, además de director de la sección de ebanistería, en la Escuela de Artes y Oficios, Industrial y hoy Instpecam; en Villanueva, en la prima noche, sentados a la […]


De mi padre aprendí muchos pasajes de la historia y geografía del mundo, él era afecto a esas disciplinas y llegó a ser profesor de las mismas, además de director de la sección de ebanistería, en la Escuela de Artes y Oficios, Industrial y hoy Instpecam; en Villanueva, en la prima noche, sentados a la puerta de la calle, mirando el cielo tachonado de estrellas, me dijo: “La dictadura más feroz que ha existido en Latinoamérica es la de Juan Vicente Gómez en Venezuela”.

Años después, al leer la Fiesta del Chivo de Vargas Llosa, me dije no pudo haber dictadura más terrible que la de Rafael Leonidas Trujillo, en República Dominicana, conseguí entonces el libro: En tiempos de Gómez y no supe cuál de las dos había sido más terrible. Me apasionó el estudio de las dictaduras latinoamericanas y después las de otras regiones del mundo.

Esta vez la atención está en Venezuela, ya lleva tres dictaduras terribles, el calificativo es redundante, porque todas lo son; Gómez hundió al país en la miseria, el irrespeto a la dignidad humana, asesinatos, hambre, enfermedades, todo eso lo soportó el pueblo durante veintisiete años de tiranía desde 1908 hasta 1935. Tiempo después Marcos Pérez Jiménez, militar venezolano, fue designado presidente de facto para sustituir a Germán Fernández Flamerich; en diez años también hizo de Venezuela su territorio particular y volvieron las humillaciones, el hambre, la cárcel, hasta cuando huyó a Santo Domingo, y terminó en España, protegido por Franco, y allá murió.

Ahora el vecino país al que admirábamos por su empuje económico, fue refugio de colombianos, especialmente de la región Caribe, que se iban esperanzados en busca de trabajo y venían con dinero para cumplir sueños como el de tener casa propia, hoy vuelve a estar en manos de un tirano prácticamente analfabeta.
Venezuela está que arde, eso es bien sabido, la diáspora comenzó hace rato y el refugio más cercano para los que huyen es nuestro país, ese es el tema de conversación más socorrido en estos momentos, y nos preguntamos ¿por qué llegó Venezuela hasta este punto? Todo comenzó con Chávez, un líder carismático, divertido, al que un amigo que ya no está calificó de ‘buen cuarto para una parranda’, el pueblo se obnubiló con él, al morir quiso continuarlo, sin medir las consecuencias solo por nostalgia, en Maduro, un ser humano bufo, falta de gracia, nada carismático, y ahí fue la debacle.

Se cuentan muertos, jóvenes que han salido a las calles a protestar, una centena de vidas perdidas tiradas en el pavimento solo por el deseo de tener la libertad que se merece su país, y se ha seguido la trayectoria de las entradas y salidas de la cárcel de Leopoldo López y otros líderes de oposición, y hay cacerolazos, paros, “guarimbas”, como lo llaman los venezolanos, y la dictadura se afianza más, ahora sí con la Constituyente. ¿Por qué los opositores, los manifestantes, no han logrado nada? Porque, además de una oposición que estuvo dividida, comenzaron muy tarde a darse cuenta de la clase de gobierno que tenían, porque comenzaron muy tarde a protestar, porque llegaron tarde a atajar la tiranía.

El pueblo venezolano está en el alma, especialmente de los que vivimos cerca de sus fronteras y comenzamos a soñar con sus telenovelas, y las historias que contaban los que venían de la tierra del petróleo. ¿Será que ha llegado a un punto de no retorno? Bueno, todas las sociedades víctimas de las dictaduras han retornado, y ese es un periodo también muy difícil.

NOTICA. Qué bueno sería que se impartiera en los colegios la clase de historia, para que los muchachos no estén tan perdidos, como al que le pregunté quién fue Hitler y me contestó que un presidente de los Estados Unidos.

Por Mary Daza Orozco