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Columnista - 2 agosto, 2017

El valor del buen nombre

Uno de los capitales reales de las personas es su buen nombre. Pueden no tenerse bienes, ni fama, ni prestigio, pero el buen nombre de una persona es tan importante como su propia identidad. El honor está asociado a la reputación y las manchas sobre el nombre, hostigan a una persona hasta más allá de […]

Uno de los capitales reales de las personas es su buen nombre. Pueden no tenerse bienes, ni fama, ni prestigio, pero el buen nombre de una persona es tan importante como su propia identidad. El honor está asociado a la reputación y las manchas sobre el nombre, hostigan a una persona hasta más allá de lo debido.

Pero mientras que los vivos pueden luchar con denuedo por la restitución de su buen nombre, los muertos suelen quedar indefensos frente a los estigmas que les indaguen. A mi parecer, la muerte debe clausurar la desaparición del desaparecido. Pero no es así, a algunos muertos en muchas noticias les recordarán los procesos judiciales en que las personas estaban involucradas, pienso que hay que tener respeto por ello, son referencias que no se debe hacer.

Y esta reflexión va orientada a algunos periodistas. Los medios de comunicación son fundamentales en la buena y en la mala fama de personas e instituciones. Con una palabra se puede barrer de un tajo una honra o poner en entredicho la constancia de un buen nombre.

Lo que antes hacía el rumor, la maledicencia o la conseja, hoy se aumenta por la influencia de los medios de comunicación. Más peligrosa que una lengua afilada e insidiosa de algunas personas, es una información superficial o malintencionada. Por eso es que los buenos nombres miran con espanto a los medios. A estos les dejo esta reflexión.

Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: Por ejemplo, estoy de acuerdo con el llamado que hace el editorialista del Diario El Pilón sobre el SOS sobre el río Cesar, quien hace un angustioso llamado de auxilio semejante al SOS de los náufragos. El Pilón ha puesto de nuevo sobre el tapete la crítica situación del río Cesar, que según sus proyecciones no va a tener remedio dentro de pocos años, si no se hace un pronto y considerable esfuerzo para asignar recursos para su recuperación. El grado de contaminación después de la laguna de oxidación representa serio peligro de contaminación.

Dada la gravedad del problema, es de esperar que este SOS no caiga en oídos sordos.

Preocupado porque sigue el infernal tráfico a las horas pico, la anterior administración de Socarrás nos dejó un pandemonio que ha tenido que afrontar la actual administración, en movilidad, en huecos, en atraco callejero, en cultura ciudadana. Menos mal que Tuto está haciendo un gran esfuerzo por enderezar el rumbo.

Todavía hay mucho desorden. Usted pone las direccionales de su carro, pero importa un c…l…; el que ceda el paso oye un pitazo que suena a madrazo. Como hay pocas calles en el centro y muchos carros, todos quieren ser primeros. Y en este trancón, hay limpiadores de vidrios, el que golpea las llantas y pide plata con palo en mano, el que vende CD de música ilegales o Vive 100 para el que vive a mil. Las motos como abejas, les raspan los espejos a los carros. Las autoridades deben también clavársela a los que parquean mal, que es en todas las calles, o los que tienen las calles de taller y almacén. Lo que necesitamos es orden y autoridad. Y mucha cultura ciudadana si no asumimos actitudes de respeto y tolerancia, la guerra la tendremos en nuestras calles de Valledupar, entre nosotros mismos.

Y finalmente, las ciclorrutas de la Avenida Simón Bolívar se las han tomado los mototaxistas, hasta circulan en contravía por las ciclorrutas, es más vi a la Policía cometer esta infracción, en contravía por las ciclorrutas.

POSTDATA: Felicitaciones a los amigos José Atuesta Mindiola y Franklin Daza por el nombramiento del primero como Director de la Casa de la Cultura y del segundo como Director de Planeación respectivamente.

Igualmente, felicitación al doctor Jaime Calderón por la presentación de su libro “Escritos I: Artículos y Discursos”. Muy concurrido el acto.

Por Alberto Herazo Palmera

 

Columnista
2 agosto, 2017

El valor del buen nombre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Alberto Herazo P.

Uno de los capitales reales de las personas es su buen nombre. Pueden no tenerse bienes, ni fama, ni prestigio, pero el buen nombre de una persona es tan importante como su propia identidad. El honor está asociado a la reputación y las manchas sobre el nombre, hostigan a una persona hasta más allá de […]


Uno de los capitales reales de las personas es su buen nombre. Pueden no tenerse bienes, ni fama, ni prestigio, pero el buen nombre de una persona es tan importante como su propia identidad. El honor está asociado a la reputación y las manchas sobre el nombre, hostigan a una persona hasta más allá de lo debido.

Pero mientras que los vivos pueden luchar con denuedo por la restitución de su buen nombre, los muertos suelen quedar indefensos frente a los estigmas que les indaguen. A mi parecer, la muerte debe clausurar la desaparición del desaparecido. Pero no es así, a algunos muertos en muchas noticias les recordarán los procesos judiciales en que las personas estaban involucradas, pienso que hay que tener respeto por ello, son referencias que no se debe hacer.

Y esta reflexión va orientada a algunos periodistas. Los medios de comunicación son fundamentales en la buena y en la mala fama de personas e instituciones. Con una palabra se puede barrer de un tajo una honra o poner en entredicho la constancia de un buen nombre.

Lo que antes hacía el rumor, la maledicencia o la conseja, hoy se aumenta por la influencia de los medios de comunicación. Más peligrosa que una lengua afilada e insidiosa de algunas personas, es una información superficial o malintencionada. Por eso es que los buenos nombres miran con espanto a los medios. A estos les dejo esta reflexión.

Y como es mi costumbre, trataré otros temitas: Por ejemplo, estoy de acuerdo con el llamado que hace el editorialista del Diario El Pilón sobre el SOS sobre el río Cesar, quien hace un angustioso llamado de auxilio semejante al SOS de los náufragos. El Pilón ha puesto de nuevo sobre el tapete la crítica situación del río Cesar, que según sus proyecciones no va a tener remedio dentro de pocos años, si no se hace un pronto y considerable esfuerzo para asignar recursos para su recuperación. El grado de contaminación después de la laguna de oxidación representa serio peligro de contaminación.

Dada la gravedad del problema, es de esperar que este SOS no caiga en oídos sordos.

Preocupado porque sigue el infernal tráfico a las horas pico, la anterior administración de Socarrás nos dejó un pandemonio que ha tenido que afrontar la actual administración, en movilidad, en huecos, en atraco callejero, en cultura ciudadana. Menos mal que Tuto está haciendo un gran esfuerzo por enderezar el rumbo.

Todavía hay mucho desorden. Usted pone las direccionales de su carro, pero importa un c…l…; el que ceda el paso oye un pitazo que suena a madrazo. Como hay pocas calles en el centro y muchos carros, todos quieren ser primeros. Y en este trancón, hay limpiadores de vidrios, el que golpea las llantas y pide plata con palo en mano, el que vende CD de música ilegales o Vive 100 para el que vive a mil. Las motos como abejas, les raspan los espejos a los carros. Las autoridades deben también clavársela a los que parquean mal, que es en todas las calles, o los que tienen las calles de taller y almacén. Lo que necesitamos es orden y autoridad. Y mucha cultura ciudadana si no asumimos actitudes de respeto y tolerancia, la guerra la tendremos en nuestras calles de Valledupar, entre nosotros mismos.

Y finalmente, las ciclorrutas de la Avenida Simón Bolívar se las han tomado los mototaxistas, hasta circulan en contravía por las ciclorrutas, es más vi a la Policía cometer esta infracción, en contravía por las ciclorrutas.

POSTDATA: Felicitaciones a los amigos José Atuesta Mindiola y Franklin Daza por el nombramiento del primero como Director de la Casa de la Cultura y del segundo como Director de Planeación respectivamente.

Igualmente, felicitación al doctor Jaime Calderón por la presentación de su libro “Escritos I: Artículos y Discursos”. Muy concurrido el acto.

Por Alberto Herazo Palmera