Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 8 marzo, 2017

El Valle de los reyes

Es indudable que la región de Valledupar y sus alrededores la dieron a conocer las historias mágicas de las canciones vallenatas, creadas por campesinos iletrados que narraban sus vivencias y las del entorno, eran crónicas de buenas y malas noticias, de amores y desamores, que pregonaban de pueblo en pueblo, a donde llegaban a píe […]

Es indudable que la región de Valledupar y sus alrededores la dieron a conocer las historias mágicas de las canciones vallenatas, creadas por campesinos iletrados que narraban sus vivencias y las del entorno, eran crónicas de buenas y malas noticias, de amores y desamores, que pregonaban de pueblo en pueblo, a donde llegaban a píe o en mula, desafiando adversidades climáticas y de salud, eran poblaciones inhóspitas, pobres, ricas, en vías de herraduras, distantes, carentes de toda posibilidad de vida, hasta allí llegaban ellos, eran esperados ansiosamente por la comunidad para conocer las noticias de la región, del cual eran portadores.

Eran acordeoneros solitarios, generalmente tímidos y distantes, por su posición social eran discriminados, la clase alta los remitió a los patios de la casas marginadas donde hacían maratónicas jornadas de versos y canciones que duraban días y hasta semanas, este evento se conoce como las famosas parrandas, las cuales muchos añoran, desconociendo tal vez, las consecuencias de pobreza que trajo este hecho para nuestros acordeoneros, ya que como pago únicamente recibían ron y comida de mala calidad, las consecuencias no se hicieron esperar, ellos todos murieron en la más indignante inopia.

A pesar de todos estos hechos adversos a sus intereses económicos y de salud, ellos siguieron divulgando la música vallenata por todo el Caribe, en su trasegar encontraron un gran bastión para paliar su menguado economía, Ciénaga, Fundación, toda la zona bananera los acogió, hasta allí llegaron para alegrar el alma festiva de sus habitantes, Luis E. Martínez, Alejo, Nafer, Abel Antonio, Aníbal Velásquez, Lisandro Meza, Chico Bolaños, Landero, los hermanos Román, Juan Polo, ‘Pacho’ Rada, ‘El Viejo’ Emiliano, ‘Chema’ Martínez, entre otros.

Los versos, piquerías que motivaban rivalidades musicales entre los acordeoneros era la constante, y fue el caldo de cultivo para que un “turco”, el libanés Camilo George Chams, residenciado en Fundación, organizara una contienda musical en 1950 entre acordeoneros, ese primer encuentro lo ganó Dionisio Martínez Pitre, primo de ‘El Pollo Vallenato’ de Los Haticos, La Guajira, y del legendario acordeonero de Fonseca, La Guajira, Luis Pitre, otros ganadores en distintos años fueron ‘Chema’ Martínez, Alfredo Gutiérrez, quien para esa época contaba con nueve años, fue declarado por el jurado niño prodigio1955, ‘Pacho’ Rada Ospino y el último ganador en 1959 fue Luis Enrique Martínez, quien según Edgar George, exalcalde Barranquilla, el ganador tocó el acordeón con un pico de botella y los ojos vendados.

Pero antes del Festival de Fundación, en Valledupar se hacían competencias entre acordeoneros, famosos son los encuentros en el famoso Café la Bolsa del antioqueño Coli Botero, a una cuadra de la plaza Alfonso López, donde se daban cita los más importantes acordeoneros de la región: Ovidio Granados, ‘Colacho’, Calixto Ochoa, Alberto Pacheco, Miguel Ahumada, Migue López y siempre contaba con la presencia y canciones de Rafael Escalona.
Por Celso Guerra Gutiérrez

 

Columnista
8 marzo, 2017

El Valle de los reyes

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

Es indudable que la región de Valledupar y sus alrededores la dieron a conocer las historias mágicas de las canciones vallenatas, creadas por campesinos iletrados que narraban sus vivencias y las del entorno, eran crónicas de buenas y malas noticias, de amores y desamores, que pregonaban de pueblo en pueblo, a donde llegaban a píe […]


Es indudable que la región de Valledupar y sus alrededores la dieron a conocer las historias mágicas de las canciones vallenatas, creadas por campesinos iletrados que narraban sus vivencias y las del entorno, eran crónicas de buenas y malas noticias, de amores y desamores, que pregonaban de pueblo en pueblo, a donde llegaban a píe o en mula, desafiando adversidades climáticas y de salud, eran poblaciones inhóspitas, pobres, ricas, en vías de herraduras, distantes, carentes de toda posibilidad de vida, hasta allí llegaban ellos, eran esperados ansiosamente por la comunidad para conocer las noticias de la región, del cual eran portadores.

Eran acordeoneros solitarios, generalmente tímidos y distantes, por su posición social eran discriminados, la clase alta los remitió a los patios de la casas marginadas donde hacían maratónicas jornadas de versos y canciones que duraban días y hasta semanas, este evento se conoce como las famosas parrandas, las cuales muchos añoran, desconociendo tal vez, las consecuencias de pobreza que trajo este hecho para nuestros acordeoneros, ya que como pago únicamente recibían ron y comida de mala calidad, las consecuencias no se hicieron esperar, ellos todos murieron en la más indignante inopia.

A pesar de todos estos hechos adversos a sus intereses económicos y de salud, ellos siguieron divulgando la música vallenata por todo el Caribe, en su trasegar encontraron un gran bastión para paliar su menguado economía, Ciénaga, Fundación, toda la zona bananera los acogió, hasta allí llegaron para alegrar el alma festiva de sus habitantes, Luis E. Martínez, Alejo, Nafer, Abel Antonio, Aníbal Velásquez, Lisandro Meza, Chico Bolaños, Landero, los hermanos Román, Juan Polo, ‘Pacho’ Rada, ‘El Viejo’ Emiliano, ‘Chema’ Martínez, entre otros.

Los versos, piquerías que motivaban rivalidades musicales entre los acordeoneros era la constante, y fue el caldo de cultivo para que un “turco”, el libanés Camilo George Chams, residenciado en Fundación, organizara una contienda musical en 1950 entre acordeoneros, ese primer encuentro lo ganó Dionisio Martínez Pitre, primo de ‘El Pollo Vallenato’ de Los Haticos, La Guajira, y del legendario acordeonero de Fonseca, La Guajira, Luis Pitre, otros ganadores en distintos años fueron ‘Chema’ Martínez, Alfredo Gutiérrez, quien para esa época contaba con nueve años, fue declarado por el jurado niño prodigio1955, ‘Pacho’ Rada Ospino y el último ganador en 1959 fue Luis Enrique Martínez, quien según Edgar George, exalcalde Barranquilla, el ganador tocó el acordeón con un pico de botella y los ojos vendados.

Pero antes del Festival de Fundación, en Valledupar se hacían competencias entre acordeoneros, famosos son los encuentros en el famoso Café la Bolsa del antioqueño Coli Botero, a una cuadra de la plaza Alfonso López, donde se daban cita los más importantes acordeoneros de la región: Ovidio Granados, ‘Colacho’, Calixto Ochoa, Alberto Pacheco, Miguel Ahumada, Migue López y siempre contaba con la presencia y canciones de Rafael Escalona.
Por Celso Guerra Gutiérrez