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Columnista - 21 junio, 2018

Una esperanza aplazada

Para las fuerzas alternativas del país no ganar la presidencia no es una derrota; más de ocho millones de votos son un avance inédito electoral a pesar de que todo conspiró contra Petro: un sistema electoral sospechoso, un Establecimiento parcializado, mafias francotiradoras, adversidad total de los medios audiovisuales y del poderío económico gremial, un mensaje […]

Para las fuerzas alternativas del país no ganar la presidencia no es una derrota; más de ocho millones de votos son un avance inédito electoral a pesar de que todo conspiró contra Petro: un sistema electoral sospechoso, un Establecimiento parcializado, mafias francotiradoras, adversidad total de los medios audiovisuales y del poderío económico gremial, un mensaje engañoso y difamador, y la presión del poder burocrático y contractual regional.

La falta de recursos económicos ayudó; la campaña Petro Presidente, p.ej., solo giró para el Cesar, 74 millones de pesos en las dos vueltas, cifra que gasta un aspirante a concejo en un pequeño municipio. Sin embargo, la Colombia Humana le dio un susto a las instituciones caducas del país. Pese a que Duque ganó en casi todo el país, su triunfo es antioqueño y santandereano, regiones donde nació y persiste el narco paramilitarismo que sigue manejando la política regional; las mafias del Catatumbo y la Oficina de Envigado están vigentes. Es curioso que hayan sido derrotados los defensores del agua en el páramo de Santurbán y que hayan triunfado los defensores de la minería en ese dispensador de vida. Allí perdió Petro y ganó Duque, con creces.

Dos regiones nos impusieron presidente no obstante que Petro ganó en tres de las ciudades más pobladas, incluida Bogotá donde aún lo recuerdan. Qué extraño se comportan nuestros electores, su masoquismo parece congénito e irresoluble. Nunca vimos una manifestación pública frenética de Duque, sus reuniones en espacios cerrados eran raquíticas y su mentor fue abucheado en muchos lugares con epítetos vergonzantes.

Sus propuestas económicas y sociales no favorecen a la mayoría, su retaguardia invitaba a la desconfianza, su trayectoria es desconocida. Parece que todo estaba consumado: horas antes de cerrarse los escrutinios ya Caracol mostraba la historia del nuevo presidente. Esto es como contratar una misa de difuntos para alguien que goza de buena salud pero saben que luego será asesinado. ¿Cómo sabían que Duque sería electo? ¿Estaría preparado un fraude algorítmico? Me asalta la sospecha. Pero esto está cambiando; el péndulo de la política oscilará entre la decencia y la indecencia, no entre izquierda y derecha; seguiremos trabajando por un nuevo país, nuestras esperanzas han sido aplazadas pero no frustradas; veo a GP con un pie dentro de la Casa de Nariño; necesitamos un salto democrático ético e incluyente.

 

Columnista
21 junio, 2018

Una esperanza aplazada

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Para las fuerzas alternativas del país no ganar la presidencia no es una derrota; más de ocho millones de votos son un avance inédito electoral a pesar de que todo conspiró contra Petro: un sistema electoral sospechoso, un Establecimiento parcializado, mafias francotiradoras, adversidad total de los medios audiovisuales y del poderío económico gremial, un mensaje […]


Para las fuerzas alternativas del país no ganar la presidencia no es una derrota; más de ocho millones de votos son un avance inédito electoral a pesar de que todo conspiró contra Petro: un sistema electoral sospechoso, un Establecimiento parcializado, mafias francotiradoras, adversidad total de los medios audiovisuales y del poderío económico gremial, un mensaje engañoso y difamador, y la presión del poder burocrático y contractual regional.

La falta de recursos económicos ayudó; la campaña Petro Presidente, p.ej., solo giró para el Cesar, 74 millones de pesos en las dos vueltas, cifra que gasta un aspirante a concejo en un pequeño municipio. Sin embargo, la Colombia Humana le dio un susto a las instituciones caducas del país. Pese a que Duque ganó en casi todo el país, su triunfo es antioqueño y santandereano, regiones donde nació y persiste el narco paramilitarismo que sigue manejando la política regional; las mafias del Catatumbo y la Oficina de Envigado están vigentes. Es curioso que hayan sido derrotados los defensores del agua en el páramo de Santurbán y que hayan triunfado los defensores de la minería en ese dispensador de vida. Allí perdió Petro y ganó Duque, con creces.

Dos regiones nos impusieron presidente no obstante que Petro ganó en tres de las ciudades más pobladas, incluida Bogotá donde aún lo recuerdan. Qué extraño se comportan nuestros electores, su masoquismo parece congénito e irresoluble. Nunca vimos una manifestación pública frenética de Duque, sus reuniones en espacios cerrados eran raquíticas y su mentor fue abucheado en muchos lugares con epítetos vergonzantes.

Sus propuestas económicas y sociales no favorecen a la mayoría, su retaguardia invitaba a la desconfianza, su trayectoria es desconocida. Parece que todo estaba consumado: horas antes de cerrarse los escrutinios ya Caracol mostraba la historia del nuevo presidente. Esto es como contratar una misa de difuntos para alguien que goza de buena salud pero saben que luego será asesinado. ¿Cómo sabían que Duque sería electo? ¿Estaría preparado un fraude algorítmico? Me asalta la sospecha. Pero esto está cambiando; el péndulo de la política oscilará entre la decencia y la indecencia, no entre izquierda y derecha; seguiremos trabajando por un nuevo país, nuestras esperanzas han sido aplazadas pero no frustradas; veo a GP con un pie dentro de la Casa de Nariño; necesitamos un salto democrático ético e incluyente.