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Columnista - 26 octubre, 2016

Una ciudad al garete

Preocupa a mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan que el secretario de Tránsito y Transporte de Valledupar, Víctor Arismendi Arias, no haya empezado a “trabajar” a pesar de que se posesionó el pasado 8 de agosto. Arismendi reemplazó a Darío Zalabata quien pasó desapercibido en dicha entidad, hoy postrada en la más aberrante […]

Preocupa a mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan que el secretario de Tránsito y Transporte de Valledupar, Víctor Arismendi Arias, no haya empezado a “trabajar” a pesar de que se posesionó el pasado 8 de agosto.

Arismendi reemplazó a Darío Zalabata quien pasó desapercibido en dicha entidad, hoy postrada en la más aberrante corrupción y enquistada como la caja menor de alcaldes y directores para hacerse los nuevos más ricos de la región. “Porque director que se respete debe cohabitar con las cosas mal habidas, aquí en el transito”, le dijo un funcionario a Tío Chiro.

El Alcalde lo vanaglorió tanto que todos los vallenatos creyeron que había llegado el “mesías” a sacarnos del atolladero en que estamos en cuanto a movilidad y a la corrupción campante que sigue rondando en el Tránsito: “ahí hay corrupción tanto adentro como afuera, todos comen”, expresó otro usuario a Tío Nan.

Inclusive, en esta ciudad, tan pequeña, en donde todos nos conocemos, somos hasta familia y nos vemos hasta dos veces en el día, vemos tantas cosas irregularidades que dan hasta pena contarlas. Hace tres días, Tío Nan vio al juez Franklin Martínez Solano, muy contrariado en la esquina del Palacio de Justicia, porque un taxista atravesó su carro y no le permitía el paso, hasta lo desafió diciéndole: “has lo que te dé la gana”. Más adelante –calle 14- estaba el insigne exgobernador Alfonso Araujo Cotes –de quien cuentan no se mete con nadie- alegando con otro taxista y un motociclista que como “chachos” se habían apoderado de la calle: uno se bajó a comprar una gaseosa y el otro brillaba su moto con un trapo rojo. Qué horror. Gracias a Dios que a pesar de que Franklin y Alfonso son cascarrabias, las cosas no pasaron a mayor.

A cada rato hay discusiones entre choferes de carros y motocicletas, muy acaloradas, en los semáforos, en cada esquina, porque cunde en todas partes el desorden vial, mientras que los policías se la pasan persiguiendo a los motociclistas para quitarles sus motos.

“Aquí todo el mundo hace lo que le da la gana”, dijo en una reunión el maxilofacial Hernando Osorio, para referir que la gente parquea su carro en cualquier parte y obstruye el paso. “La racha de accidentes y peleas son el pan nuestro de cada día”, acotó.

Tío Nan no entiende cómo le pagan el sueldo a un director de Tránsito, porque la ciudad sigue en manos de quienes imponen sus propias normas. Inclusive, uno encuentra los carros de alta gama ($100 y 200 millones) encima de los andenes, parqueados en sitios prohibidos y nada pasa.
Pero también son muchos los taxistas y motociclistas que se ponen de “ruana” a la ciudad y hacen con sus carros y motos todos los giros prohibidos, se estacionan en los lugares más concurridos, sin temor a que los sancionen.

Aquí podríamos citar los miles de casos que se ven a diario en la ciudad, de conductores irresponsables, altaneros y vulgares que ruedan por las calles y no les importa fomentar trancones y accidentes.

Pero también podríamos citar los miles de casos de policías y agentes del tránsito que estiran sus brazos para recibir dineros para no sancionar –como debería ser- a quienes infringen las normas de tránsito.

Mientras tanto, mis consejeros periodísticos preguntan en dónde está y cuándo arranca el director de Tránsito de Valledupar. Cuentan que lo han visto paseando las calles con su codo izquierdo afuera, dizque “buscándole solución a la corraleja, pero no coge al toro por los cachos”. Hasta la próxima semana.

Columnista
26 octubre, 2016

Una ciudad al garete

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Aquilino Cotes Zuleta

Preocupa a mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan que el secretario de Tránsito y Transporte de Valledupar, Víctor Arismendi Arias, no haya empezado a “trabajar” a pesar de que se posesionó el pasado 8 de agosto. Arismendi reemplazó a Darío Zalabata quien pasó desapercibido en dicha entidad, hoy postrada en la más aberrante […]


Preocupa a mis consejeros periodísticos Tío Chiro y Tío Nan que el secretario de Tránsito y Transporte de Valledupar, Víctor Arismendi Arias, no haya empezado a “trabajar” a pesar de que se posesionó el pasado 8 de agosto.

Arismendi reemplazó a Darío Zalabata quien pasó desapercibido en dicha entidad, hoy postrada en la más aberrante corrupción y enquistada como la caja menor de alcaldes y directores para hacerse los nuevos más ricos de la región. “Porque director que se respete debe cohabitar con las cosas mal habidas, aquí en el transito”, le dijo un funcionario a Tío Chiro.

El Alcalde lo vanaglorió tanto que todos los vallenatos creyeron que había llegado el “mesías” a sacarnos del atolladero en que estamos en cuanto a movilidad y a la corrupción campante que sigue rondando en el Tránsito: “ahí hay corrupción tanto adentro como afuera, todos comen”, expresó otro usuario a Tío Nan.

Inclusive, en esta ciudad, tan pequeña, en donde todos nos conocemos, somos hasta familia y nos vemos hasta dos veces en el día, vemos tantas cosas irregularidades que dan hasta pena contarlas. Hace tres días, Tío Nan vio al juez Franklin Martínez Solano, muy contrariado en la esquina del Palacio de Justicia, porque un taxista atravesó su carro y no le permitía el paso, hasta lo desafió diciéndole: “has lo que te dé la gana”. Más adelante –calle 14- estaba el insigne exgobernador Alfonso Araujo Cotes –de quien cuentan no se mete con nadie- alegando con otro taxista y un motociclista que como “chachos” se habían apoderado de la calle: uno se bajó a comprar una gaseosa y el otro brillaba su moto con un trapo rojo. Qué horror. Gracias a Dios que a pesar de que Franklin y Alfonso son cascarrabias, las cosas no pasaron a mayor.

A cada rato hay discusiones entre choferes de carros y motocicletas, muy acaloradas, en los semáforos, en cada esquina, porque cunde en todas partes el desorden vial, mientras que los policías se la pasan persiguiendo a los motociclistas para quitarles sus motos.

“Aquí todo el mundo hace lo que le da la gana”, dijo en una reunión el maxilofacial Hernando Osorio, para referir que la gente parquea su carro en cualquier parte y obstruye el paso. “La racha de accidentes y peleas son el pan nuestro de cada día”, acotó.

Tío Nan no entiende cómo le pagan el sueldo a un director de Tránsito, porque la ciudad sigue en manos de quienes imponen sus propias normas. Inclusive, uno encuentra los carros de alta gama ($100 y 200 millones) encima de los andenes, parqueados en sitios prohibidos y nada pasa.
Pero también son muchos los taxistas y motociclistas que se ponen de “ruana” a la ciudad y hacen con sus carros y motos todos los giros prohibidos, se estacionan en los lugares más concurridos, sin temor a que los sancionen.

Aquí podríamos citar los miles de casos que se ven a diario en la ciudad, de conductores irresponsables, altaneros y vulgares que ruedan por las calles y no les importa fomentar trancones y accidentes.

Pero también podríamos citar los miles de casos de policías y agentes del tránsito que estiran sus brazos para recibir dineros para no sancionar –como debería ser- a quienes infringen las normas de tránsito.

Mientras tanto, mis consejeros periodísticos preguntan en dónde está y cuándo arranca el director de Tránsito de Valledupar. Cuentan que lo han visto paseando las calles con su codo izquierdo afuera, dizque “buscándole solución a la corraleja, pero no coge al toro por los cachos”. Hasta la próxima semana.