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Columnista - 5 octubre, 2011

Un techo para el dólar

Por: Mauricio Cabrera Galvis La última reunión de la junta directiva del Banco de la República dejó dos noticias importantes: una buena y otra mala que ha pasado casi desapercibida a pesar de sus graves consecuencias para el país. La buena es que la junta decidió no subir sus tasas de interés a pesar de […]

Por: Mauricio Cabrera Galvis

La última reunión de la junta directiva del Banco de la República dejó dos noticias importantes: una buena y otra mala que ha pasado casi desapercibida a pesar de sus graves consecuencias para el país.
La buena es que la junta decidió no subir sus tasas de interés a pesar de que subsisten los riesgos de recalentamiento de la economía.
La política monetaria sigue siendo expansiva, como lo demuestra el crecimiento de la oferta monetaria (18%) y el de los créditos bancarios (23.5%).
En circunstancias normales, frente a estos indicadores y el buen comportamiento del sector real, con tasas de crecimiento del PIB por encima del 5% y desempleo bajando, el Banco hubiera decidido apretar la clavijas y seguir subiendo los intereses domésticos, a pesar de saber que el principal incremento de la cartera bancaria son los préstamos en dólares.
Pero la coyuntura actual no tiene nada de normal por el deterioro del contexto externo y la gran incertidumbre que hay por el posible agravamiento de la crisis financiera internacional, que podría conducir a una nueva recesión mundial.
El desplome de las bolsas de valores y la caída de los precios del petróleo y otras materias primas son señales claras de esta incertidumbre.
Ante estos riesgos la junta fue sensata y dejó quietas las tasas de interés.
La mala noticia es el cambio en la política cambiaria, donde el Banco decidió suspender la compra diaria de US$20 millones, con la cual estaba frenando un poco la revaluación del peso, y anunció que iba a volver a vender hasta US$200 millones si la TRM subía más de $38 en un día. En la práctica le quiere poner un techo al precio del dólar.
La semana pasada, comentando la política cambiaria brasileña, dije que ojalá el Banco de la República no la imitara y no le diera por salir a vender dólares para evitar la devaluación del peso.
La advertencia se convirtió en profecía cumplida, lo cual no tiene ningún mérito, pues ya eran bien conocidas las posturas del Banco en materia cambiaria.
Lo que esta decisión le dice al país es que el Emisor considera que una tasa de cambio cercana a $1.900 por dólar es adecuada para permitir la competitividad de la producción colombiana, que no considera necesario defenderla por encima de ese nivel y que va a intervenir para que no suba mucho más. Grave error de apreciación y de análisis.
El lego en la materia se pregunta ¿por qué, si el dólar llegó a estar a cerca de $3.000, la junta piensa que una tasa de $1.900 pueda ser el nivel de equilibrio de la tasa de cambio?, ¿cómo es posible que el precio del dólar sea hoy el mismo que hace 12 años, si en este periodo la inflación ha sido del 105%, es decir, que el precio en Colombia de todos los demás bienes se ha duplicado y hoy sea mucho más barato comprarlos afuera?
La decisión del Banco es mucho más perjudicial ahora que el país está bajando unilateralmente los aranceles de importación y se está embarcando en una nueva ronda de apertura comercial buscando la firma de TLC con varios países.
En un escenario de ‘libre’ comercio, pero con los demás países subsidiando a sus productores y aplicando medidas proteccionistas, la tasa de cambio es una de las pocas defensas que pueden tener los productores colombianos frente a la competencia internacional.
Por eso no tiene sentido que si los capitales internacionales hoy cambian de rumbo y producen una devaluación del peso, el Banco le ponga un techo al precio del dólar.

Columnista
5 octubre, 2011

Un techo para el dólar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mauricio Cabrera Galvis

Por: Mauricio Cabrera Galvis La última reunión de la junta directiva del Banco de la República dejó dos noticias importantes: una buena y otra mala que ha pasado casi desapercibida a pesar de sus graves consecuencias para el país. La buena es que la junta decidió no subir sus tasas de interés a pesar de […]


Por: Mauricio Cabrera Galvis

La última reunión de la junta directiva del Banco de la República dejó dos noticias importantes: una buena y otra mala que ha pasado casi desapercibida a pesar de sus graves consecuencias para el país.
La buena es que la junta decidió no subir sus tasas de interés a pesar de que subsisten los riesgos de recalentamiento de la economía.
La política monetaria sigue siendo expansiva, como lo demuestra el crecimiento de la oferta monetaria (18%) y el de los créditos bancarios (23.5%).
En circunstancias normales, frente a estos indicadores y el buen comportamiento del sector real, con tasas de crecimiento del PIB por encima del 5% y desempleo bajando, el Banco hubiera decidido apretar la clavijas y seguir subiendo los intereses domésticos, a pesar de saber que el principal incremento de la cartera bancaria son los préstamos en dólares.
Pero la coyuntura actual no tiene nada de normal por el deterioro del contexto externo y la gran incertidumbre que hay por el posible agravamiento de la crisis financiera internacional, que podría conducir a una nueva recesión mundial.
El desplome de las bolsas de valores y la caída de los precios del petróleo y otras materias primas son señales claras de esta incertidumbre.
Ante estos riesgos la junta fue sensata y dejó quietas las tasas de interés.
La mala noticia es el cambio en la política cambiaria, donde el Banco decidió suspender la compra diaria de US$20 millones, con la cual estaba frenando un poco la revaluación del peso, y anunció que iba a volver a vender hasta US$200 millones si la TRM subía más de $38 en un día. En la práctica le quiere poner un techo al precio del dólar.
La semana pasada, comentando la política cambiaria brasileña, dije que ojalá el Banco de la República no la imitara y no le diera por salir a vender dólares para evitar la devaluación del peso.
La advertencia se convirtió en profecía cumplida, lo cual no tiene ningún mérito, pues ya eran bien conocidas las posturas del Banco en materia cambiaria.
Lo que esta decisión le dice al país es que el Emisor considera que una tasa de cambio cercana a $1.900 por dólar es adecuada para permitir la competitividad de la producción colombiana, que no considera necesario defenderla por encima de ese nivel y que va a intervenir para que no suba mucho más. Grave error de apreciación y de análisis.
El lego en la materia se pregunta ¿por qué, si el dólar llegó a estar a cerca de $3.000, la junta piensa que una tasa de $1.900 pueda ser el nivel de equilibrio de la tasa de cambio?, ¿cómo es posible que el precio del dólar sea hoy el mismo que hace 12 años, si en este periodo la inflación ha sido del 105%, es decir, que el precio en Colombia de todos los demás bienes se ha duplicado y hoy sea mucho más barato comprarlos afuera?
La decisión del Banco es mucho más perjudicial ahora que el país está bajando unilateralmente los aranceles de importación y se está embarcando en una nueva ronda de apertura comercial buscando la firma de TLC con varios países.
En un escenario de ‘libre’ comercio, pero con los demás países subsidiando a sus productores y aplicando medidas proteccionistas, la tasa de cambio es una de las pocas defensas que pueden tener los productores colombianos frente a la competencia internacional.
Por eso no tiene sentido que si los capitales internacionales hoy cambian de rumbo y producen una devaluación del peso, el Banco le ponga un techo al precio del dólar.