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Editorial - 12 agosto, 2017

Un problema permanente

La alerta sanitaria registrada en el centro de reclusión de Policía, más conocido como la Permanente, ubicado sobre la carrera tercera en Valledupar, es un problema anunciado. En el año 2014 publicamos un informe periodístico que daba cuenta del hacinamiento que se presentaba, en ese momento estaban recluidos 44 presos, cuando su capacidad era solo […]

La alerta sanitaria registrada en el centro de reclusión de Policía, más conocido como la Permanente, ubicado sobre la carrera tercera en Valledupar, es un problema anunciado. En el año 2014 publicamos un informe periodístico que daba cuenta del hacinamiento que se presentaba, en ese momento estaban recluidos 44 presos, cuando su capacidad era solo de 15. A raíz de la situación la administración municipal anunció inversiones para ampliar la zona de reclusión y hacer las reparaciones a las locaciones.

La historia siguió y la situación empeoró. Nuestros registros del año 2016 (marzo) indican que la Secretaría de Salud Municipal, la Defensoría del Pueblo y la Personería Municipal encontraron en ese entonces que en el lugar había recluidas 157 personas en malas condiciones de salubridad. “En la visita encontramos un patio lleno de basuras y también percibimos que los internos no tienen dónde hacer sus necesidades. El Inpec les está suministrando la comida, pero hay muchos que carecen de protección en salud y otros que están siendo tratados a través su sus propias entidades prestadoras o el Sisbén”, dijo en ese momento un funcionario de la Defensoría del Pueblo.

La realidad era preocupante porque la Permanente cuenta con nueve celdas diseñadas para 18 internos y estaban al 800 por ciento de su capacidad. La ola de calor los afectaba tanto, que debían sacar a más de 30 reclusos para oxigenar las celdas, incluso debían dormir en el patio.

Después de encontrar ese nefasto panorama, la Secretaría de Gobierno Municipal en junio de 2016 gestionó el traslado de varios presos a la Cárcel Judicial e hicieron un cronograma para deshacinar a la Permanente, cuando solo tenía 188 internos. Alcanzaron a trasladar un grupo de más de 30 presos, pero la situación en el último año empeoró, a tal punto que hoy esta estación alberga a 250 presos, sobrepasando su capacidad y generando las condiciones de insalubridad más aberrantes.

La bomba de tiempo en que se convirtió la Permanente estalló esta semana, por la alerta de un brote de meningitis que dejó una víctima, una situación que se pudo evitar si desde mayo pasado cuando se detectó al primer preso enfermo (que afortunadamente pudo recuperarse), hubiesen tomados las medidas necesarias para mejorar las condiciones de salubridad.

La situación actual de este centro de reclusión es el resultado de un coctel de razones: por un lado existe una sentencia que impide que lleven a los internos a la Cárcel Judicial, el sistema judicial no resuelve rápido la situación de las capturados, la administración municipal no tiene los recursos necesarios para construir una nueva sede o ampliar la existente, y cada vez aumenta la delincuencia.

El problema es claro, ahora se necesitan soluciones. La amenaza de un brote de meningitis no solo acecha a los presos, sino a la comunidad vecina de la Permanente, donde viven niños y ancianos, más propensos a adquirir enfermedades.

 

Editorial
12 agosto, 2017

Un problema permanente

La alerta sanitaria registrada en el centro de reclusión de Policía, más conocido como la Permanente, ubicado sobre la carrera tercera en Valledupar, es un problema anunciado. En el año 2014 publicamos un informe periodístico que daba cuenta del hacinamiento que se presentaba, en ese momento estaban recluidos 44 presos, cuando su capacidad era solo […]


La alerta sanitaria registrada en el centro de reclusión de Policía, más conocido como la Permanente, ubicado sobre la carrera tercera en Valledupar, es un problema anunciado. En el año 2014 publicamos un informe periodístico que daba cuenta del hacinamiento que se presentaba, en ese momento estaban recluidos 44 presos, cuando su capacidad era solo de 15. A raíz de la situación la administración municipal anunció inversiones para ampliar la zona de reclusión y hacer las reparaciones a las locaciones.

La historia siguió y la situación empeoró. Nuestros registros del año 2016 (marzo) indican que la Secretaría de Salud Municipal, la Defensoría del Pueblo y la Personería Municipal encontraron en ese entonces que en el lugar había recluidas 157 personas en malas condiciones de salubridad. “En la visita encontramos un patio lleno de basuras y también percibimos que los internos no tienen dónde hacer sus necesidades. El Inpec les está suministrando la comida, pero hay muchos que carecen de protección en salud y otros que están siendo tratados a través su sus propias entidades prestadoras o el Sisbén”, dijo en ese momento un funcionario de la Defensoría del Pueblo.

La realidad era preocupante porque la Permanente cuenta con nueve celdas diseñadas para 18 internos y estaban al 800 por ciento de su capacidad. La ola de calor los afectaba tanto, que debían sacar a más de 30 reclusos para oxigenar las celdas, incluso debían dormir en el patio.

Después de encontrar ese nefasto panorama, la Secretaría de Gobierno Municipal en junio de 2016 gestionó el traslado de varios presos a la Cárcel Judicial e hicieron un cronograma para deshacinar a la Permanente, cuando solo tenía 188 internos. Alcanzaron a trasladar un grupo de más de 30 presos, pero la situación en el último año empeoró, a tal punto que hoy esta estación alberga a 250 presos, sobrepasando su capacidad y generando las condiciones de insalubridad más aberrantes.

La bomba de tiempo en que se convirtió la Permanente estalló esta semana, por la alerta de un brote de meningitis que dejó una víctima, una situación que se pudo evitar si desde mayo pasado cuando se detectó al primer preso enfermo (que afortunadamente pudo recuperarse), hubiesen tomados las medidas necesarias para mejorar las condiciones de salubridad.

La situación actual de este centro de reclusión es el resultado de un coctel de razones: por un lado existe una sentencia que impide que lleven a los internos a la Cárcel Judicial, el sistema judicial no resuelve rápido la situación de las capturados, la administración municipal no tiene los recursos necesarios para construir una nueva sede o ampliar la existente, y cada vez aumenta la delincuencia.

El problema es claro, ahora se necesitan soluciones. La amenaza de un brote de meningitis no solo acecha a los presos, sino a la comunidad vecina de la Permanente, donde viven niños y ancianos, más propensos a adquirir enfermedades.