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Columnista - 31 octubre, 2016

Un país en reversa

Dijo el presidente del concejo: “Ahora sí pueden ver realmente cómo es el concejo de Valledupar”, esto a raíz del fallo de segunda instancia que emitió la sala disciplinaria de la Procuraduría General de la Nación. A quince de los diecinueve concejales los habían inhabilitado, historia que conoció, comentó, no asombró, porque esas cosas ya […]

Dijo el presidente del concejo: “Ahora sí pueden ver realmente cómo es el concejo de Valledupar”, esto a raíz del fallo de segunda instancia que emitió la sala disciplinaria de la Procuraduría General de la Nación. A quince de los diecinueve concejales los habían inhabilitado, historia que conoció, comentó, no asombró, porque esas cosas ya no asombran, la Opinión Pública.

Se equivoca el joven concejal, porque vuelve y juega la anécdota histórica de que una calumnia, una acusación por corrupción o por cualquier otro tema, un dedo señalador, un suceso que estuvo de boca en boca no se borra así como así: es como si en pleno huracán se tomara una gallina y se fueran lanzando sus plumas al aire hasta dejarla desnuda. Al autor de ese desaguisado le da pesar ver la gallina pelada y se pone en la tarea de recoger las plumas para pegárselas, para devolvérselas, pero es tarea imposible, el viento se las llevó a destinos insospechados.

En esta reversa que se da en segunda instancia, ya es imposible recoger voces: una, porque el escepticismo domina al pueblo; otra, porque los que leyeron la noticia, la oyeron, la comentaron, la vieron, muy pocos sabrán de esta nueva que los vuelve intachables, probos, miedosos de la corrupción; y por últimos muchos no creen a pesar de la honorabilidad de la Procuraduría General de la Nación y del respeto que se le debería profesar.

Esto me recuerda una anécdota de cuando comenzaba el ejercicio del periodismo: le dieron el premio Honoris Causa de Bachillerato a un personaje político de la ciudad y él agradecido, en su discurso dijo: “Ya no me pueden llamar ignorante, ya me gradué”. Eso no es como lavarse las manos, no es como bañarse con abundante jabón y quedar limpio; la tarea que queda a los concejales es demostrar hasta el cansancio que son honrados, que trabajan por amor a la ciudad, así lo dijo el presidente del concejo: “…recibimos la decisión con mucha tranquilidad” ¿Y quién no? Y agregó: “Lo que queda ahora es seguir trabajando por Valledupar, ejerciendo la labor que el pueblo encomendó en nosotros” (Sic.). Eso se espera para ver si así les creen.

Estamos en un país de ‘reversazos’ permanentes: acaban de revocar también el fallo de inhabilidad a Piedad Córdoba. ¿Cuánto costará a la Nación la indemnización? Y lo de Sigifredo López? Todos lo conocen.

El vicepresidente Vargas Lleras se fue lanza en ristre contra la Reforma Tributaria y a pesar de que lo que dijo es cierto, según un analista, se afecta la producción de viviendas de interés social, reversó ante la voz del presidente: “Bueno, hay que respetarlo y obedecer”, dijo con una cierta sonrisa.

Una nación que viva en reversa está en peligro constante, porque hay conductores tan alocados que pueden estrellarla de espalda, pero acabarla de frente.

Columnista
31 octubre, 2016

Un país en reversa

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Dijo el presidente del concejo: “Ahora sí pueden ver realmente cómo es el concejo de Valledupar”, esto a raíz del fallo de segunda instancia que emitió la sala disciplinaria de la Procuraduría General de la Nación. A quince de los diecinueve concejales los habían inhabilitado, historia que conoció, comentó, no asombró, porque esas cosas ya […]


Dijo el presidente del concejo: “Ahora sí pueden ver realmente cómo es el concejo de Valledupar”, esto a raíz del fallo de segunda instancia que emitió la sala disciplinaria de la Procuraduría General de la Nación. A quince de los diecinueve concejales los habían inhabilitado, historia que conoció, comentó, no asombró, porque esas cosas ya no asombran, la Opinión Pública.

Se equivoca el joven concejal, porque vuelve y juega la anécdota histórica de que una calumnia, una acusación por corrupción o por cualquier otro tema, un dedo señalador, un suceso que estuvo de boca en boca no se borra así como así: es como si en pleno huracán se tomara una gallina y se fueran lanzando sus plumas al aire hasta dejarla desnuda. Al autor de ese desaguisado le da pesar ver la gallina pelada y se pone en la tarea de recoger las plumas para pegárselas, para devolvérselas, pero es tarea imposible, el viento se las llevó a destinos insospechados.

En esta reversa que se da en segunda instancia, ya es imposible recoger voces: una, porque el escepticismo domina al pueblo; otra, porque los que leyeron la noticia, la oyeron, la comentaron, la vieron, muy pocos sabrán de esta nueva que los vuelve intachables, probos, miedosos de la corrupción; y por últimos muchos no creen a pesar de la honorabilidad de la Procuraduría General de la Nación y del respeto que se le debería profesar.

Esto me recuerda una anécdota de cuando comenzaba el ejercicio del periodismo: le dieron el premio Honoris Causa de Bachillerato a un personaje político de la ciudad y él agradecido, en su discurso dijo: “Ya no me pueden llamar ignorante, ya me gradué”. Eso no es como lavarse las manos, no es como bañarse con abundante jabón y quedar limpio; la tarea que queda a los concejales es demostrar hasta el cansancio que son honrados, que trabajan por amor a la ciudad, así lo dijo el presidente del concejo: “…recibimos la decisión con mucha tranquilidad” ¿Y quién no? Y agregó: “Lo que queda ahora es seguir trabajando por Valledupar, ejerciendo la labor que el pueblo encomendó en nosotros” (Sic.). Eso se espera para ver si así les creen.

Estamos en un país de ‘reversazos’ permanentes: acaban de revocar también el fallo de inhabilidad a Piedad Córdoba. ¿Cuánto costará a la Nación la indemnización? Y lo de Sigifredo López? Todos lo conocen.

El vicepresidente Vargas Lleras se fue lanza en ristre contra la Reforma Tributaria y a pesar de que lo que dijo es cierto, según un analista, se afecta la producción de viviendas de interés social, reversó ante la voz del presidente: “Bueno, hay que respetarlo y obedecer”, dijo con una cierta sonrisa.

Una nación que viva en reversa está en peligro constante, porque hay conductores tan alocados que pueden estrellarla de espalda, pero acabarla de frente.