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Columnista - 1 febrero, 2011

Un campo de oportunidades

BITÁCORA Por: Oscar Ariza Daza Hace algunas décadas  cuando se comenzó a hablar de la bonanza del carbón,  mucha gente creyó que el desarrollo económico derivado de la explotación minera transformaría positivamente los hábitos cotidianos de la región, abriendo las posibilidades para  avanzar productivamente. Se creyó que las oportunidades de trabajo para los habitantes del […]

BITÁCORA

Por: Oscar Ariza Daza
Hace algunas décadas  cuando se comenzó a hablar de la bonanza del carbón,  mucha gente creyó que el desarrollo económico derivado de la explotación minera transformaría positivamente los hábitos cotidianos de la región, abriendo las posibilidades para  avanzar productivamente. Se creyó que las oportunidades de trabajo para los habitantes del Cesar producirían sendos cambios en las economías locales donde se explotaba el mineral. Sin embargo, en poco tiempo los resultados esperados dibujaban una realidad tremendamente contraria a la proyectada.

A muchos campesinos les compraron sus tierras por encontrarse dentro del territorio de explotación, obligándolos  a irse a centros urbanos, abandonando la vocación ancestral de cultivar la tierra, cobijados por la promesa de tener preferencia para trabajar en los complejos carboníferos por ser locales. Hoy un alto porcentaje de los trabajadores en las minas son de otros departamentos y aquellos campesinos, una vez agotados los recursos por la venta de sus terrenos empezaron a ser víctimas de la pobreza y desatención de los gobiernos de turno que desprotegiéndolos los dejó a merced de la delincuencia, las drogas, la prostitución y otros males que aquejan a estas zonas.

El auge del cultivo de palma africana también generó respectivos cambios en la forma de explotar la tierra, pues para darle impulso a esta actividad se compraron miles de hectáreas en la que se practicaba una economía agrícola y pecuaria de auto consumo, para dar paso a la producción a gran escala de materia prima para producir aceite y biodiesel. El cultivo de palma amenaza de muerte a los acuíferos,  produciendo la desertificación de los suelos que tanto perjudican otras siembras.

Estos componentes mencionados contribuyeron con el paulatino debilitamiento del agro, pero el factor determinante para su disminución, fue la violencia que generó el conflicto armado entre guerrilla, paramilitares y Estado que terminó por darle la estocada final a la agricultura cesarense. La cruda guerra en la que muchos coterráneos perdieron su propia vida y la de sus familiares convirtió esos centros de producción agrícola en regiones sometidas al desplazamiento forzado, en pueblos fantasmas abandonados  ante la ignominia del Estado incapaz de garantizar la vida y  honra de sus ciudadanos.

Hoy vergonzosamente más del 70% de los productos agrícolas que se consumen en el Cesar vienen de afuera, lo que pone en alerta la situación de seguridad alimentaria de la región que llega a su más aguda crisis, sin que se halla hecho algo por remediar o impedir este peligroso avance de desabastecimiento en gobiernos anteriores.

El camino hacia el progreso del agro debe incluir a aquellos sectores sociales deprimidos que han tenido que abandonar sus tierras y su vocación. El Estado debe garantizar que no sólo se devuelvan las parcelas a campesinos, sino su permanencia en ellas como también su explotación, para que el campo vuelva a ser el renglón de progreso a pequeña y gran escala en el Cesar.

Afortunadamente el gobierno departamental ha puesto en marcha El Plan Cuchara que parece se convertirá en proyecto piloto a nivel nacional, dado que involucra el rescate de esa economía de autoconsumo que tanto se necesita para que la gente pueda volver a disfrutar de sus cultivos de pancoger que le garanticen  estabilidad alimentaria y económica en la medida que pueda comercializar sus productos. El plan consiste en reactivar aquellos cultivos de ciclo corto  como el maíz, la yuca y el frijol entre otros, para que la gente pueda resolver sus necesidades alimentarias, pero también que pueda mejorar las condiciones para la cría del ganado, el ordeño, la piscicultura y la comercialización de los productos derivados de la actividad agropecuaria.

Este tipo de estrategias que garanticen que la gente vuelva al  campo, siembre, recoja y comercialice, se convierten en una medida de choque para combatir la pobreza y el abandono centenario al que han estado sometidos el sector rural y las provincias que en un pasado sirvieron de despensa agrícola y que hoy para volver a surgir piden a gritos el acompañamiento de un gobierno que hoy quiere y busca el desarrollo social y económico de los sectores más desfavorecidos; por eso el Plan Cuchara va de la mano de la puesta en marcha de la activación y reconstrucción de las vías terciarias para que los campesinos puedan salir a comercializar sus productos y accedan a los mismo beneficios de la modernidad que tienen el resto de los cesarenses, sin renunciar a su actividad agrícola que tantos beneficios traerá al departamento del Cesar.

arizadaza@hotmail.com

Columnista
1 febrero, 2011

Un campo de oportunidades

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Oscar Ariza Daza

BITÁCORA Por: Oscar Ariza Daza Hace algunas décadas  cuando se comenzó a hablar de la bonanza del carbón,  mucha gente creyó que el desarrollo económico derivado de la explotación minera transformaría positivamente los hábitos cotidianos de la región, abriendo las posibilidades para  avanzar productivamente. Se creyó que las oportunidades de trabajo para los habitantes del […]


BITÁCORA

Por: Oscar Ariza Daza
Hace algunas décadas  cuando se comenzó a hablar de la bonanza del carbón,  mucha gente creyó que el desarrollo económico derivado de la explotación minera transformaría positivamente los hábitos cotidianos de la región, abriendo las posibilidades para  avanzar productivamente. Se creyó que las oportunidades de trabajo para los habitantes del Cesar producirían sendos cambios en las economías locales donde se explotaba el mineral. Sin embargo, en poco tiempo los resultados esperados dibujaban una realidad tremendamente contraria a la proyectada.

A muchos campesinos les compraron sus tierras por encontrarse dentro del territorio de explotación, obligándolos  a irse a centros urbanos, abandonando la vocación ancestral de cultivar la tierra, cobijados por la promesa de tener preferencia para trabajar en los complejos carboníferos por ser locales. Hoy un alto porcentaje de los trabajadores en las minas son de otros departamentos y aquellos campesinos, una vez agotados los recursos por la venta de sus terrenos empezaron a ser víctimas de la pobreza y desatención de los gobiernos de turno que desprotegiéndolos los dejó a merced de la delincuencia, las drogas, la prostitución y otros males que aquejan a estas zonas.

El auge del cultivo de palma africana también generó respectivos cambios en la forma de explotar la tierra, pues para darle impulso a esta actividad se compraron miles de hectáreas en la que se practicaba una economía agrícola y pecuaria de auto consumo, para dar paso a la producción a gran escala de materia prima para producir aceite y biodiesel. El cultivo de palma amenaza de muerte a los acuíferos,  produciendo la desertificación de los suelos que tanto perjudican otras siembras.

Estos componentes mencionados contribuyeron con el paulatino debilitamiento del agro, pero el factor determinante para su disminución, fue la violencia que generó el conflicto armado entre guerrilla, paramilitares y Estado que terminó por darle la estocada final a la agricultura cesarense. La cruda guerra en la que muchos coterráneos perdieron su propia vida y la de sus familiares convirtió esos centros de producción agrícola en regiones sometidas al desplazamiento forzado, en pueblos fantasmas abandonados  ante la ignominia del Estado incapaz de garantizar la vida y  honra de sus ciudadanos.

Hoy vergonzosamente más del 70% de los productos agrícolas que se consumen en el Cesar vienen de afuera, lo que pone en alerta la situación de seguridad alimentaria de la región que llega a su más aguda crisis, sin que se halla hecho algo por remediar o impedir este peligroso avance de desabastecimiento en gobiernos anteriores.

El camino hacia el progreso del agro debe incluir a aquellos sectores sociales deprimidos que han tenido que abandonar sus tierras y su vocación. El Estado debe garantizar que no sólo se devuelvan las parcelas a campesinos, sino su permanencia en ellas como también su explotación, para que el campo vuelva a ser el renglón de progreso a pequeña y gran escala en el Cesar.

Afortunadamente el gobierno departamental ha puesto en marcha El Plan Cuchara que parece se convertirá en proyecto piloto a nivel nacional, dado que involucra el rescate de esa economía de autoconsumo que tanto se necesita para que la gente pueda volver a disfrutar de sus cultivos de pancoger que le garanticen  estabilidad alimentaria y económica en la medida que pueda comercializar sus productos. El plan consiste en reactivar aquellos cultivos de ciclo corto  como el maíz, la yuca y el frijol entre otros, para que la gente pueda resolver sus necesidades alimentarias, pero también que pueda mejorar las condiciones para la cría del ganado, el ordeño, la piscicultura y la comercialización de los productos derivados de la actividad agropecuaria.

Este tipo de estrategias que garanticen que la gente vuelva al  campo, siembre, recoja y comercialice, se convierten en una medida de choque para combatir la pobreza y el abandono centenario al que han estado sometidos el sector rural y las provincias que en un pasado sirvieron de despensa agrícola y que hoy para volver a surgir piden a gritos el acompañamiento de un gobierno que hoy quiere y busca el desarrollo social y económico de los sectores más desfavorecidos; por eso el Plan Cuchara va de la mano de la puesta en marcha de la activación y reconstrucción de las vías terciarias para que los campesinos puedan salir a comercializar sus productos y accedan a los mismo beneficios de la modernidad que tienen el resto de los cesarenses, sin renunciar a su actividad agrícola que tantos beneficios traerá al departamento del Cesar.

arizadaza@hotmail.com