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Columnista - 6 diciembre, 2011

UENA EDUCACIÓN

Buena educación Por: Antonio Hernandez Gamarra El uso que se dé a los recursos públicos debería ser uno de los más importantes  debates en que participemos los ciudadanos. En Colombia  eso poco se estila y de allí las reacciones de algunos políticos cuando  desde la sociedad civil se pregunta por los criterios que orientan esas […]

Buena educación

Por: Antonio Hernandez Gamarra
El uso que se dé a los recursos públicos debería ser uno de los más importantes  debates en que participemos los ciudadanos. En Colombia  eso poco se estila y de allí las reacciones de algunos políticos cuando  desde la sociedad civil se pregunta por los criterios que orientan esas decisiones. En particular,  el uso de las regalías es asunto de la mayor trascendencia. Por eso en el Observatorio del Caribe nos hemos propuesto seguir ese debate y contribuir con nuestras ideas a la discusión del tema.
En nuestra opinión,  en aras de combatir la pobreza y la desigualdad, las regalías deberían destinarse a muy pocos usos y distribuirse en proporción a las personas que muestren carencias en las prioridades así escogidas, cualquiera sea su lugar de residencia. Específicamente,  nosotros consideramos que las regalías deberían destinarse únicamente a un programa de atención integral  a la primera infancia, a  erradicar la desnutrición y el analfabetismo, a mejorar la infraestructura vial a cargo de las entidades territoriales, a universalizar el servicio de acueductos y alcantarillados, y a  ampliar la cobertura y la calidad de la educación. De  esa manera se asignarían más recursos a las regiones más pobres, donde esas carencias son más pronunciadas. A título de ejemplo, si de los analfabetos que hay en  Colombia el 12% está en La Guajira  ese debería ser el porcentaje de los recursos que se destinarían a ese departamento para ese propósito, sin tomar en cuenta el total de sus habitantes. Y así sucesivamente con las demás prioridades.
Hay quienes, por el contario, creen que las regalías deberían utilizarse para cualquier propósito y distribuirse preferencialmente en proporción a la población de cada uno de los departamentos, con independencia de las necesidades de los mismos. Así quedó consignado en la ponencia aprobada en las Comisiones Quintas de Cámara y Senado la semana pasada.
Estas son posturas diametralmente opuestas  y se deben analizar a la luz de su conveniencia. En el trabajo del Observatorio del Caribe se demuestra que el sesgo anti pobres de lo que se propuso en la ponencia es indiscutible. Con absoluto rigor intelectual y honradez académica en ese trabajo– que se puede consultar en la página Web del Observatorio – se muestra  la fórmula matemática propuesta en la ponencia y se consignan los datos utilizados para realizar los análisis, de suerte que  quien desee replicar el ejercicio lo pueda hacer.
Frente a ello el senador Benedetti salió a decir que en el Observatorio estamos mal informados. Si hasta ahí fuera la cosa, mi consejo para las muchachas y muchachos del Observatorio es que se tomaran unas gotas de nepente disueltas en agua del río Leteo. Porque, como dijo Borges, frente a ciertas afirmaciones el único perdón es el olvido.
Sin embargo, haciendo uso de una violencia verbal inverosímil el aludido senador  dijo que no sólo estamos mal informados, sino que el Observatorio no existe y que por lo tanto no tiene derecho a participar en el debate.
Por esas actitudes es que en Monguí dicen que algunos políticos nunca cogen piso. Con lo cual se significa su reiterada falta de sindéresis.  De mi parte sólo agrego que esos desafueros verbales demuestran la importancia de la buena educación. Si de lares en donde siempre se inculcó la probidad, el uso del raciocinio, la importancia del pensamiento  abstracto y el respeto por la opinión ajena, surgen personas tan mal educadas qué esperar de pagos en donde esas no son las circunstancias.  Enfatizando, ello sí, que la buena educación  siempre  está referida  a la práctica de la cortesía y los buenos modales y, también,  al entrenamiento de la mente como instrumento de análisis.

Columnista
6 diciembre, 2011

UENA EDUCACIÓN

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Antonio Hernandez Gamarra

Buena educación Por: Antonio Hernandez Gamarra El uso que se dé a los recursos públicos debería ser uno de los más importantes  debates en que participemos los ciudadanos. En Colombia  eso poco se estila y de allí las reacciones de algunos políticos cuando  desde la sociedad civil se pregunta por los criterios que orientan esas […]


Buena educación

Por: Antonio Hernandez Gamarra
El uso que se dé a los recursos públicos debería ser uno de los más importantes  debates en que participemos los ciudadanos. En Colombia  eso poco se estila y de allí las reacciones de algunos políticos cuando  desde la sociedad civil se pregunta por los criterios que orientan esas decisiones. En particular,  el uso de las regalías es asunto de la mayor trascendencia. Por eso en el Observatorio del Caribe nos hemos propuesto seguir ese debate y contribuir con nuestras ideas a la discusión del tema.
En nuestra opinión,  en aras de combatir la pobreza y la desigualdad, las regalías deberían destinarse a muy pocos usos y distribuirse en proporción a las personas que muestren carencias en las prioridades así escogidas, cualquiera sea su lugar de residencia. Específicamente,  nosotros consideramos que las regalías deberían destinarse únicamente a un programa de atención integral  a la primera infancia, a  erradicar la desnutrición y el analfabetismo, a mejorar la infraestructura vial a cargo de las entidades territoriales, a universalizar el servicio de acueductos y alcantarillados, y a  ampliar la cobertura y la calidad de la educación. De  esa manera se asignarían más recursos a las regiones más pobres, donde esas carencias son más pronunciadas. A título de ejemplo, si de los analfabetos que hay en  Colombia el 12% está en La Guajira  ese debería ser el porcentaje de los recursos que se destinarían a ese departamento para ese propósito, sin tomar en cuenta el total de sus habitantes. Y así sucesivamente con las demás prioridades.
Hay quienes, por el contario, creen que las regalías deberían utilizarse para cualquier propósito y distribuirse preferencialmente en proporción a la población de cada uno de los departamentos, con independencia de las necesidades de los mismos. Así quedó consignado en la ponencia aprobada en las Comisiones Quintas de Cámara y Senado la semana pasada.
Estas son posturas diametralmente opuestas  y se deben analizar a la luz de su conveniencia. En el trabajo del Observatorio del Caribe se demuestra que el sesgo anti pobres de lo que se propuso en la ponencia es indiscutible. Con absoluto rigor intelectual y honradez académica en ese trabajo– que se puede consultar en la página Web del Observatorio – se muestra  la fórmula matemática propuesta en la ponencia y se consignan los datos utilizados para realizar los análisis, de suerte que  quien desee replicar el ejercicio lo pueda hacer.
Frente a ello el senador Benedetti salió a decir que en el Observatorio estamos mal informados. Si hasta ahí fuera la cosa, mi consejo para las muchachas y muchachos del Observatorio es que se tomaran unas gotas de nepente disueltas en agua del río Leteo. Porque, como dijo Borges, frente a ciertas afirmaciones el único perdón es el olvido.
Sin embargo, haciendo uso de una violencia verbal inverosímil el aludido senador  dijo que no sólo estamos mal informados, sino que el Observatorio no existe y que por lo tanto no tiene derecho a participar en el debate.
Por esas actitudes es que en Monguí dicen que algunos políticos nunca cogen piso. Con lo cual se significa su reiterada falta de sindéresis.  De mi parte sólo agrego que esos desafueros verbales demuestran la importancia de la buena educación. Si de lares en donde siempre se inculcó la probidad, el uso del raciocinio, la importancia del pensamiento  abstracto y el respeto por la opinión ajena, surgen personas tan mal educadas qué esperar de pagos en donde esas no son las circunstancias.  Enfatizando, ello sí, que la buena educación  siempre  está referida  a la práctica de la cortesía y los buenos modales y, también,  al entrenamiento de la mente como instrumento de análisis.