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Columnista - 30 octubre, 2017

Treinta y cinco años de educación para la vida

Era el día de las brujitas. Las calles y las terrazas de las casas, entonces sanas, eran un barullo multicolor de niñitos pidiendo dulces y de adultos gozando de pequeñas parrandas; era un día predestinado para la revelación y realidad de un centro educativo que fortalecería la educación en Valledupar. Fue en el Barrio Villalba, […]

Era el día de las brujitas. Las calles y las terrazas de las casas, entonces sanas, eran un barullo multicolor de niñitos pidiendo dulces y de adultos gozando de pequeñas parrandas; era un día predestinado para la revelación y realidad de un centro educativo que fortalecería la educación en Valledupar.

Fue en el Barrio Villalba, cuando el profesor Pedro Daza Mendoza, comentó a sus amigos de tertulia, que, junto con su esposa Berenice Flórez, iba a fundar un colegio. Todos apoyaron y comenzaron a dar ideas, sobre cómo conseguir el dinero para hacerlo realidad, cuál sería el nombre de la institución; en fin, hubo un apoyo general.

Ese matrimonio de educadores, al que llamamos Dos Pioneros, comenzó a recorrer la ruta épica de los sueños que los llevó a lograr lo que hoy es uno de los centros educativos más renombrados, prestigiosos y de alto nivel académico del Cesar y del país.

La historia completa, bien contada, con agradables anécdotas y pasajes de angustias, se lee en el interesante libro ‘Pasión y Razón’ escrito por Pedro Ángel Daza Mendoza. Cuando lo leo me lleno de nostalgia, es una mixtura de mi labor allí y de los estudios de mi hijo, hoy un profesional que no olvida la disciplina férrea y la pone en práctica.

Treinta y cinco años es mucho tiempo, pero para el Gimnasio del Norte, no lo es; tiene la juventud impregnada en sus salones, en sus paredes, en su historia, y cómo no, si allí cada año entran y salen jóvenes, desde la guardería hasta la graduación en bachillerato. Se mantiene el colegio con la frescura de los primeros días, porque sus fundadores, a pesar de los años, no han decaído en su misión: Educar para la vida.

Hoy, me gustaría hacerle un gran homenaje al claustro en el que estrené mi título de Maestra Superior, de la Normal de Santa Marta, el que nunca pensé ejercer, pero Pedro me insistió y hoy estoy en la honrosa lista de profesores fundadores; entonces ese homenaje es mi cariño por siempre, es tener mi paso por el Gimnasio del Norte como uno de los logros más gratificantes de mi vida; años llenos de alegría que me impregnaban cada día los jóvenes estudiantes.

El Gimnorte es un mundo en el que el Corredor de los Alisios, en el que la brisa forma pequeños remolinos mágicos, nos lleva a Huasipungo, en honor a la procedencia ecuatoriana de Berenice, a ‘Bartolandia’, en el Manaure de mi niñez, a la amistad perdurable, al arte, a la creación de sueños y realidades, de triunfos y pequeñas derrotas, a la vida, simplemente la vida con sus encantos, con sus sorpresas, con encuentros y desencuentros; de ahí que siempre he afirmado que el gimnasio del Norte no es un simple colegio, es la historia de muchas vidas aunadas en una sola, tejida bajo la supervisión generosa de dos personas que se han dedicado a mostrarle la senda del éxito a sus alumnos.

Treinta y cinco años de vida no caben en este espacio, ya están en la historia personal de los que han hecho parte del amado colegio, y perdurarán en la historia de la educación en Colombia: Crecerá cada vez más con el mismo amor con el que nació. Pedro y Berenice, norteños todos, gracias por tanto y tanto. Adelante triunfantes norteños…

Por Mary Daza Orozco

 

Columnista
30 octubre, 2017

Treinta y cinco años de educación para la vida

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Era el día de las brujitas. Las calles y las terrazas de las casas, entonces sanas, eran un barullo multicolor de niñitos pidiendo dulces y de adultos gozando de pequeñas parrandas; era un día predestinado para la revelación y realidad de un centro educativo que fortalecería la educación en Valledupar. Fue en el Barrio Villalba, […]


Era el día de las brujitas. Las calles y las terrazas de las casas, entonces sanas, eran un barullo multicolor de niñitos pidiendo dulces y de adultos gozando de pequeñas parrandas; era un día predestinado para la revelación y realidad de un centro educativo que fortalecería la educación en Valledupar.

Fue en el Barrio Villalba, cuando el profesor Pedro Daza Mendoza, comentó a sus amigos de tertulia, que, junto con su esposa Berenice Flórez, iba a fundar un colegio. Todos apoyaron y comenzaron a dar ideas, sobre cómo conseguir el dinero para hacerlo realidad, cuál sería el nombre de la institución; en fin, hubo un apoyo general.

Ese matrimonio de educadores, al que llamamos Dos Pioneros, comenzó a recorrer la ruta épica de los sueños que los llevó a lograr lo que hoy es uno de los centros educativos más renombrados, prestigiosos y de alto nivel académico del Cesar y del país.

La historia completa, bien contada, con agradables anécdotas y pasajes de angustias, se lee en el interesante libro ‘Pasión y Razón’ escrito por Pedro Ángel Daza Mendoza. Cuando lo leo me lleno de nostalgia, es una mixtura de mi labor allí y de los estudios de mi hijo, hoy un profesional que no olvida la disciplina férrea y la pone en práctica.

Treinta y cinco años es mucho tiempo, pero para el Gimnasio del Norte, no lo es; tiene la juventud impregnada en sus salones, en sus paredes, en su historia, y cómo no, si allí cada año entran y salen jóvenes, desde la guardería hasta la graduación en bachillerato. Se mantiene el colegio con la frescura de los primeros días, porque sus fundadores, a pesar de los años, no han decaído en su misión: Educar para la vida.

Hoy, me gustaría hacerle un gran homenaje al claustro en el que estrené mi título de Maestra Superior, de la Normal de Santa Marta, el que nunca pensé ejercer, pero Pedro me insistió y hoy estoy en la honrosa lista de profesores fundadores; entonces ese homenaje es mi cariño por siempre, es tener mi paso por el Gimnasio del Norte como uno de los logros más gratificantes de mi vida; años llenos de alegría que me impregnaban cada día los jóvenes estudiantes.

El Gimnorte es un mundo en el que el Corredor de los Alisios, en el que la brisa forma pequeños remolinos mágicos, nos lleva a Huasipungo, en honor a la procedencia ecuatoriana de Berenice, a ‘Bartolandia’, en el Manaure de mi niñez, a la amistad perdurable, al arte, a la creación de sueños y realidades, de triunfos y pequeñas derrotas, a la vida, simplemente la vida con sus encantos, con sus sorpresas, con encuentros y desencuentros; de ahí que siempre he afirmado que el gimnasio del Norte no es un simple colegio, es la historia de muchas vidas aunadas en una sola, tejida bajo la supervisión generosa de dos personas que se han dedicado a mostrarle la senda del éxito a sus alumnos.

Treinta y cinco años de vida no caben en este espacio, ya están en la historia personal de los que han hecho parte del amado colegio, y perdurarán en la historia de la educación en Colombia: Crecerá cada vez más con el mismo amor con el que nació. Pedro y Berenice, norteños todos, gracias por tanto y tanto. Adelante triunfantes norteños…

Por Mary Daza Orozco