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Columnista - 24 octubre, 2010

Todo conduce a Uribe

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ En épocas del Imperio Romano, se decía que “todos los caminos conducen a Roma,” no sólo por la intrincada red de caminos que poblaban toda su superficie y que ahí comenzaban y terminaban, sino también porque todos los problemas debían resolverse […]

P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
En épocas del Imperio Romano, se decía que “todos los caminos conducen a Roma,” no sólo por la intrincada red de caminos que poblaban toda su superficie y que ahí comenzaban y terminaban, sino también porque todos los problemas debían resolverse en la capital del Imperio. Aún disuelto éste y configurado el nuevo por la Iglesia Católica, aún persiste en la congregación el mismo espíritu, cuando ante cualquier contencioso que deambula durante tiempos en varias ciudades o instancias todo se arregla cuando “Roma locuta, causa finita”.
Aquí en Colombia actualmente nos está sucediendo algo parecido: hay una cantidad de problemas especialmente de la Justicia, que están envueltos en dimes y diretes por parte de las partes involucradas que la Fiscalía o la Corte Suprema parece que no saben a qué atenerse acerca de cual parte es la que dice la Verdad, mientras que un Papa o alguien que lo fue, dice responder política y jurídicamente por ex funcionarios del anterior régimen. No lo entiendo, porque creo que la manera de responder por alguien es diciendo la Verdad que todo lo aclara y no mentiras, que todo lo enturbian. Y ya sabemos que el de marras es más amigo de lo segundo que de lo primero.
Por otro lado, así como todos los caminos conducían a Roma, resulta que en todas las investigaciones acerca de cualquier delito cometido por funcionarios del anterior régimen, conducen, inevitablemente, a la persona del anterior presidente, por lo que es necesario que éste señor diga si todo comenzaba con él y si por el contrario, todo terminaba con él. Hay que aclarar si éste señor intervenía en los procesos criminales al comienzo o al final de los mismos, pero de que intervenía no hay la menor duda; por lo menos es lo que sentimos todos y estamos convencidos de ello.
Pero, ¿ante quién lo debe dilucidar, ante qué autoridades? En éste país del Sagrado Corazón de Jesús, que anda patas arriba, se da el caso de que son los “esclavos” los que juzgan a los “señores”. Sí, en la Cámara de Representantes hay una Comisión de Acusaciones, rebautizada de “Absoluciones”, que es la encargada de juzgar a los presidentes de la República, pero que jamás lo ha hecho porque siempre sus integrantes son deudores de favores de los mismos  que siempre se encargan de hacérselos en forma preventiva por si las moscas, además son todos de la coalición de gobierno así que no hay el menor peligro que fallen en derecho, ya todo está  arreglado.
Y ya nos imaginamos  como ha prometido, que volverá a hacer campaña para demostrar su prístina inocencia, recomendando que voten por sus nuevos cómplices, no sabiendo ellos que sólo son carne de cañón para engrosar el relleno futuro de las cárceles del país ya que allá han terminado -y van a terminar- los que  se junten con éste engendro, pues los pondrá a delinquir como hizo con los anteriores ya que por ahora sólo aspira a repetir presidencia, para lo cual es capaz de hacer cualquier cosa, buena o mala, legal o ilegal. Mucho ojo, que la culebra sigue viva y con ganas de perjudicar a quien sea con tal de volver, volver, volver.
Me imagino que la mayoría del pueblo colombiano debe sentirse como me siento yo, que me considero ciudadano común y corriente; hastiado, repleto, aburrido de tanto arribismo, discordia, egoísmo, desorden, corrupción, violencia y desmadre de las sanas costumbres; de funcionarios cuya única ambición es robarse todo lo que se les encarga para que lo cuiden, sin hacer tampoco lo obligatorio de sus funciones, el país es hoy un campo de Agramante donde cada cual es autónomo y omnímodo, hace lo que le da su santa gana sin tener en cuenta si con ello perjudica a los demás, sea quien sea, y como las autoridades sólo intervienen para castigar a los enemigos y premiar a los amigos, esto se ha convertido en un torbellino que cada día involucra más gente a su paso, y si todos sabemos como comenzó todo, nadie sabe como habrá de terminar; de todas maneras, si habrá beneficiados al final, serán los violentos y los ricos, no los pobres ni la gente normal. Amanecerá y veremos, dijo Leandro.
Pero la gente es tan obcecada y ambiciosa que no se dan cuenta que cada día se descubren más delitos cometidos por más funcionarios de los que acompañaron al anterior presidente en sus criminales andanzas; jamás se vio en Colombia un presidente acompañado de tantos delincuentes en su gobierno, como el caso que nos ocupa; ¿Qué sería lo que pasó? Alguna enfermedad viral, bacteriana, tumoral, oficial o las ganas del jefe de perpetuarse en el poder para lo cual violó e hizo violar a sus cómplices todos los códigos, moral, penal, civil, etc., etc. y los cómplices, como lo mismo que los nazis creían que el poder en sus manos sería “in eternum”, se prestaron para todo lo que les propusieron. Fácil, simple, sencillo, chévere. Ojo, José Alfredo.
“Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?”.

Columnista
24 octubre, 2010

Todo conduce a Uribe

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jaime Gnecco Hernandez

P E R I S C O P I O Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ En épocas del Imperio Romano, se decía que “todos los caminos conducen a Roma,” no sólo por la intrincada red de caminos que poblaban toda su superficie y que ahí comenzaban y terminaban, sino también porque todos los problemas debían resolverse […]


P E R I S C O P I O

Por: JAIME GNECCO HERNANDEZ
En épocas del Imperio Romano, se decía que “todos los caminos conducen a Roma,” no sólo por la intrincada red de caminos que poblaban toda su superficie y que ahí comenzaban y terminaban, sino también porque todos los problemas debían resolverse en la capital del Imperio. Aún disuelto éste y configurado el nuevo por la Iglesia Católica, aún persiste en la congregación el mismo espíritu, cuando ante cualquier contencioso que deambula durante tiempos en varias ciudades o instancias todo se arregla cuando “Roma locuta, causa finita”.
Aquí en Colombia actualmente nos está sucediendo algo parecido: hay una cantidad de problemas especialmente de la Justicia, que están envueltos en dimes y diretes por parte de las partes involucradas que la Fiscalía o la Corte Suprema parece que no saben a qué atenerse acerca de cual parte es la que dice la Verdad, mientras que un Papa o alguien que lo fue, dice responder política y jurídicamente por ex funcionarios del anterior régimen. No lo entiendo, porque creo que la manera de responder por alguien es diciendo la Verdad que todo lo aclara y no mentiras, que todo lo enturbian. Y ya sabemos que el de marras es más amigo de lo segundo que de lo primero.
Por otro lado, así como todos los caminos conducían a Roma, resulta que en todas las investigaciones acerca de cualquier delito cometido por funcionarios del anterior régimen, conducen, inevitablemente, a la persona del anterior presidente, por lo que es necesario que éste señor diga si todo comenzaba con él y si por el contrario, todo terminaba con él. Hay que aclarar si éste señor intervenía en los procesos criminales al comienzo o al final de los mismos, pero de que intervenía no hay la menor duda; por lo menos es lo que sentimos todos y estamos convencidos de ello.
Pero, ¿ante quién lo debe dilucidar, ante qué autoridades? En éste país del Sagrado Corazón de Jesús, que anda patas arriba, se da el caso de que son los “esclavos” los que juzgan a los “señores”. Sí, en la Cámara de Representantes hay una Comisión de Acusaciones, rebautizada de “Absoluciones”, que es la encargada de juzgar a los presidentes de la República, pero que jamás lo ha hecho porque siempre sus integrantes son deudores de favores de los mismos  que siempre se encargan de hacérselos en forma preventiva por si las moscas, además son todos de la coalición de gobierno así que no hay el menor peligro que fallen en derecho, ya todo está  arreglado.
Y ya nos imaginamos  como ha prometido, que volverá a hacer campaña para demostrar su prístina inocencia, recomendando que voten por sus nuevos cómplices, no sabiendo ellos que sólo son carne de cañón para engrosar el relleno futuro de las cárceles del país ya que allá han terminado -y van a terminar- los que  se junten con éste engendro, pues los pondrá a delinquir como hizo con los anteriores ya que por ahora sólo aspira a repetir presidencia, para lo cual es capaz de hacer cualquier cosa, buena o mala, legal o ilegal. Mucho ojo, que la culebra sigue viva y con ganas de perjudicar a quien sea con tal de volver, volver, volver.
Me imagino que la mayoría del pueblo colombiano debe sentirse como me siento yo, que me considero ciudadano común y corriente; hastiado, repleto, aburrido de tanto arribismo, discordia, egoísmo, desorden, corrupción, violencia y desmadre de las sanas costumbres; de funcionarios cuya única ambición es robarse todo lo que se les encarga para que lo cuiden, sin hacer tampoco lo obligatorio de sus funciones, el país es hoy un campo de Agramante donde cada cual es autónomo y omnímodo, hace lo que le da su santa gana sin tener en cuenta si con ello perjudica a los demás, sea quien sea, y como las autoridades sólo intervienen para castigar a los enemigos y premiar a los amigos, esto se ha convertido en un torbellino que cada día involucra más gente a su paso, y si todos sabemos como comenzó todo, nadie sabe como habrá de terminar; de todas maneras, si habrá beneficiados al final, serán los violentos y los ricos, no los pobres ni la gente normal. Amanecerá y veremos, dijo Leandro.
Pero la gente es tan obcecada y ambiciosa que no se dan cuenta que cada día se descubren más delitos cometidos por más funcionarios de los que acompañaron al anterior presidente en sus criminales andanzas; jamás se vio en Colombia un presidente acompañado de tantos delincuentes en su gobierno, como el caso que nos ocupa; ¿Qué sería lo que pasó? Alguna enfermedad viral, bacteriana, tumoral, oficial o las ganas del jefe de perpetuarse en el poder para lo cual violó e hizo violar a sus cómplices todos los códigos, moral, penal, civil, etc., etc. y los cómplices, como lo mismo que los nazis creían que el poder en sus manos sería “in eternum”, se prestaron para todo lo que les propusieron. Fácil, simple, sencillo, chévere. Ojo, José Alfredo.
“Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?”.