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Columnista - 25 julio, 2017

¿Tiempos de plusvalía en Valledupar?

Por estos días en el país se viven tiempos confusos donde la paz, el desempleo, la corrupción, el medio ambiente, entre otros, ocupan gran parte de la agenda pública nacional. Sin embargo, Valledupar durante los últimos cinco años ha mostrado un crecimiento considerable en términos urbanísticos más no económicos y de generación de empleo, tal […]

Por estos días en el país se viven tiempos confusos donde la paz, el desempleo, la corrupción, el medio ambiente, entre otros, ocupan gran parte de la agenda pública nacional. Sin embargo, Valledupar durante los últimos cinco años ha mostrado un crecimiento considerable en términos urbanísticos más no económicos y de generación de empleo, tal como lo demuestran los indicadores del mercado laboral para el trimestre febrero 2017 – abril 2017, elaborado por el Dane, en el que la ciudad se ubica con la séptima peor tasa de desocupación 12.7 % entre las ciudades capitales, por encima del promedio nacional 9.7 %, situación que preocupa a ciudadanos, empresarios e inversionistas interesados en participar activamente en la economía local.

Al parecer se avecinan tiempos de mayores obligaciones fiscales. Me refiero a la participación en plusvalía. Muchos se preguntarán ¿en qué consiste esto? Se trata del incremento al valor que experimenta un terreno por lo cual se grava con este impuesto, situación que viene considerando implementar muy en serio la administración municipal, por lo que escogió a través, de un concurso de méritos a la Lonja de Propiedad Raíz de Valledupar, Contrato No. 073 de 1017, cuyo objetivo No. 3 entre otros es “establecer el efecto de plusvalía por metro cuadrado calculada para cada una de las zonas o sub zonas objeto de la participación, a partir de la estimación de los precios de referencia (precios comerciales por metro cuadrado de los inmuebles antes de la acción urbanística) y el nuevo precio comercial (mayor valor de metro cuadrado generado por la aplicación de la acción urbanística, cambio de uso del suelo, mayor índice de edificabilidad y/o mayor índice de ocupación)”.

En otras palabras los vallenatos pagaremos un nuevo impuesto sobre los inmuebles que luego del citado estudio clasifiquen para hacerlo efectivo, que sin mayor esfuerzo será un número grande de inmuebles.

En principio el cuestionamiento no solo sería ¿Es momento de implementar un nuevo tributo en la ciudad?, Sino más bien, ¿será necesario optimizar el recaudo y cobro coactivo de impuestos aplicados en la ciudad? Toda vez que para poner un ejemplo similar al tributo que se pretende aplicar, el recaudo del impuesto predial para la vigencia 2016 en Valledupar estuvo alrededor del 40 %, quedando un porcentaje amplio de contribuyentes sin cancelar este impuesto, escenario que de mejorar aliviaría de gran manera las finanzas de la ciudad, motivo suficiente para reconsiderar la implementación de un nuevo tributo.

Para entrar en contexto con ejemplos similares en la aplicación de la plusvalía, en Bogotá para el año 2003 una vez implementada se evidenció conforme a un estudio realizado por la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Javeriana en el año 2013, una disminución en el recaudo de otros impuestos en zonas que acumulan un volumen importante de rentas, con esto desincentivando al ciudadano en el deber de cumplir con su obligaciones fiscales distritales y/o municipales, por tener que cumplir con un tributo más, sin considerar los bajos ingresos y limitada capacidad de pago, tal como sucede hoy en día en la ciudad de Valledupar.

Por último y preocupado como vallenato hago un llamado a las autoridades locales, gremios y actores involucrados en general, para que revisen a fondo esta política pública que se encuentra en fase de diseño, buscando con esto minimizar los efectos en la economía de la ciudad relacionado con los tributos en general, algo clave para aumentar la inversión directa y generación de empleo.

Por Fabio Andrés Arenas Díaz

 

Columnista
25 julio, 2017

¿Tiempos de plusvalía en Valledupar?

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El Pilón

Por estos días en el país se viven tiempos confusos donde la paz, el desempleo, la corrupción, el medio ambiente, entre otros, ocupan gran parte de la agenda pública nacional. Sin embargo, Valledupar durante los últimos cinco años ha mostrado un crecimiento considerable en términos urbanísticos más no económicos y de generación de empleo, tal […]


Por estos días en el país se viven tiempos confusos donde la paz, el desempleo, la corrupción, el medio ambiente, entre otros, ocupan gran parte de la agenda pública nacional. Sin embargo, Valledupar durante los últimos cinco años ha mostrado un crecimiento considerable en términos urbanísticos más no económicos y de generación de empleo, tal como lo demuestran los indicadores del mercado laboral para el trimestre febrero 2017 – abril 2017, elaborado por el Dane, en el que la ciudad se ubica con la séptima peor tasa de desocupación 12.7 % entre las ciudades capitales, por encima del promedio nacional 9.7 %, situación que preocupa a ciudadanos, empresarios e inversionistas interesados en participar activamente en la economía local.

Al parecer se avecinan tiempos de mayores obligaciones fiscales. Me refiero a la participación en plusvalía. Muchos se preguntarán ¿en qué consiste esto? Se trata del incremento al valor que experimenta un terreno por lo cual se grava con este impuesto, situación que viene considerando implementar muy en serio la administración municipal, por lo que escogió a través, de un concurso de méritos a la Lonja de Propiedad Raíz de Valledupar, Contrato No. 073 de 1017, cuyo objetivo No. 3 entre otros es “establecer el efecto de plusvalía por metro cuadrado calculada para cada una de las zonas o sub zonas objeto de la participación, a partir de la estimación de los precios de referencia (precios comerciales por metro cuadrado de los inmuebles antes de la acción urbanística) y el nuevo precio comercial (mayor valor de metro cuadrado generado por la aplicación de la acción urbanística, cambio de uso del suelo, mayor índice de edificabilidad y/o mayor índice de ocupación)”.

En otras palabras los vallenatos pagaremos un nuevo impuesto sobre los inmuebles que luego del citado estudio clasifiquen para hacerlo efectivo, que sin mayor esfuerzo será un número grande de inmuebles.

En principio el cuestionamiento no solo sería ¿Es momento de implementar un nuevo tributo en la ciudad?, Sino más bien, ¿será necesario optimizar el recaudo y cobro coactivo de impuestos aplicados en la ciudad? Toda vez que para poner un ejemplo similar al tributo que se pretende aplicar, el recaudo del impuesto predial para la vigencia 2016 en Valledupar estuvo alrededor del 40 %, quedando un porcentaje amplio de contribuyentes sin cancelar este impuesto, escenario que de mejorar aliviaría de gran manera las finanzas de la ciudad, motivo suficiente para reconsiderar la implementación de un nuevo tributo.

Para entrar en contexto con ejemplos similares en la aplicación de la plusvalía, en Bogotá para el año 2003 una vez implementada se evidenció conforme a un estudio realizado por la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Javeriana en el año 2013, una disminución en el recaudo de otros impuestos en zonas que acumulan un volumen importante de rentas, con esto desincentivando al ciudadano en el deber de cumplir con su obligaciones fiscales distritales y/o municipales, por tener que cumplir con un tributo más, sin considerar los bajos ingresos y limitada capacidad de pago, tal como sucede hoy en día en la ciudad de Valledupar.

Por último y preocupado como vallenato hago un llamado a las autoridades locales, gremios y actores involucrados en general, para que revisen a fondo esta política pública que se encuentra en fase de diseño, buscando con esto minimizar los efectos en la economía de la ciudad relacionado con los tributos en general, algo clave para aumentar la inversión directa y generación de empleo.

Por Fabio Andrés Arenas Díaz