En su columna habitual en El Tiempo del 20/04/18, Enrique Santos Molano, un taurino no petrista, hace una profunda radiografía del cúmulo de encuestas, con muestras no tan aleatorias tratando de catalizar el proceso de maduración de algunas candidaturas presidenciales sin que medien propuestas sensacionales. En cambio, toma la encuesta en línea que la revista Dinero ha hecho desde hace 20 días sobre doscientas mil personas que dan a ganador a Petro con 62%, que lo pondrían a ganar en la primera vuelta; los demás: SF 17%, ID 11% y GV 7%.

Estos resultados, dice el columnista, coinciden con la tendencia de las manifestaciones que Petro viene haciendo en plazas públicas. La razón, dice Molano, es que Petro está haciendo propuestas realistas con claridad dialéctica. Recomiendo esta columna y aclaro que las encuestas electorales son formas de desinformación con aparente respaldo técnico. Pero lo más grave es que hay personas que, sin ningún escrúpulo académico y ético, matriculados en las enseñanzas de Goebbels el publicista que le hizo creer a Hitler que él podría dominar al mundo, pero ya vimos lo que pasó; el heredero aquí, de esta falacia, es el apátrida venezolano J.J. Rendón, un alquimista social que convierte en verdades las más atroces mentiras.

Según algunos de sus seguidores, Petro acabaría el Festival Vallenato. Qué torpeza. Los procesos culturales así como los idiomas, se construyen a través del tiempo y no se acaban por decreto. Tampoco puede un presidente acabar ciertos sectores de la economía que solo la competencia puede hacer. O es que no creen en los mercados. Otro punto es el consumo de combustibles fósiles cuya realidad es que ya gran parte del orbe comenzó a desmontar por competencia tecnológica y por conveniencias para la humanidad.

Claro, unos cuantos mercaderes de la vida tienen altos intereses en mantener este sector, a expensas del resto del mundo. Actuar así no es hacer patria, es apresurar la muerte y ningún país del mundo debe someterse a unas políticas criminales por encumbrados que parezcan sus promotores. El fracking, p.ej., es una política agónica, de quiénes se acostumbraron a vivir de las rentas del Estado, para extraer los últimos residuos de petróleo que de todos modos se acabarán junto con el agua.

@NAPOLEÓN DE ARMAS.