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Columnista - 24 octubre, 2014

“Tanto pujá… Pa’ parí un ratón”

Confieso que el discurso de posesión del presidente Santos en lo que concierne a la educación me llenó de optimismo. Y es que no era para menos: el cúmulo de buenos propósitos y ambiciosas metas en materia de paz, equidad y educación que anunció son esperanzadores. En el aspecto educativo hubo reflexiones muy llenas de […]

Confieso que el discurso de posesión del presidente Santos en lo que concierne a la educación me llenó de optimismo. Y es que no era para menos: el cúmulo de buenos propósitos y ambiciosas metas en materia de paz, equidad y educación que anunció son esperanzadores.

En el aspecto educativo hubo reflexiones muy llenas de contenido como las siguientes: “¿Qué significa la meta de ser el país más educado de América Latina en el 2025?” Entre otras respuestas decía: “Significa una nueva cultura de amor y pasión por el conocimiento”. Reconocía Santos de que “a pesar de los importantes avances, hoy solo 46 de cada 100 jóvenes estudian en educación superior”. Y que por eso decidió tomar “una decisión transformadora: vamos a entregar 400 mil becas, 400 mil cupos gratis en educación superior a los mejores estudiantes del Sisbén 1 y 2”.

Transcurridos tres meses desde esa tarde soleada del 7 de agosto de 2014, son más las dudas que las certezas de que tanta belleza se convierta en realidad. En primer lugar, por la ministra que escogió. Gina Parody, una aguerrida parlamentaria en su paso por el Congreso, pero que en el poco tiempo que se ha desempeñado por fuera del contexto legislativo su accionar se ha desdibujado de manera vertiginosa. Primero como Consejera presidencial para Bogotá, después como Directora general del Sena y ahora como ministra de Educación. Gina, – ¿quién lo iba a pensar? -, como ministra ha hecho añorar a su antecesora María Fernanda.

Aquella muy amiga de la concertación, ésta impositiva y poco dada a escuchar a los estamentos básicos de la educación -maestros y estudiantes- en sus clamores, tal como lo ha demostrado con su actitud displicente en las diferentes audiencias públicas convocadas para la definición de una política pública concertada en educación. En segundo lugar, si se van a entregar 400 mil becas en cuatro años, quiere decir que por cada año son 100 mil. La realidad es que, -con bombos y platillos-, el presidente y su ministra anunciaron para este año el otorgamiento de 10 mil becas para bachilleres de bajos recursos. Es decir, la décima parte de lo prometido. Con muchos agravantes:

1. Es un subsidio a la demanda, no a la oferta educativa. No habrá ampliación de cobertura sino que las universidades receptoras de esas becas utilizarán su oferta normal para recibir a los bachilleres.

2. Impacta ante todo a las universidades privadas

3. En la región Caribe, la única universidad pública acreditada es la de Cartagena. El resto, por ahora no tendrá esa posibilidad.

4- Acentúa la brecha entre las universidades históricas y las de provincia. Son las universidades acreditadas las que se beneficiarán cualitativamente al recibir los mejores talentos de los estratos 1 y 2. Resumiendo, se puede afirmar que en este asunto el gobierno pujó tanto… pero la criatura que salió fue un ratón.

Así decían sabiamente nuestras abuelas.

Columnista
24 octubre, 2014

“Tanto pujá… Pa’ parí un ratón”

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Raúl Bermúdez Márquez

Confieso que el discurso de posesión del presidente Santos en lo que concierne a la educación me llenó de optimismo. Y es que no era para menos: el cúmulo de buenos propósitos y ambiciosas metas en materia de paz, equidad y educación que anunció son esperanzadores. En el aspecto educativo hubo reflexiones muy llenas de […]


Confieso que el discurso de posesión del presidente Santos en lo que concierne a la educación me llenó de optimismo. Y es que no era para menos: el cúmulo de buenos propósitos y ambiciosas metas en materia de paz, equidad y educación que anunció son esperanzadores.

En el aspecto educativo hubo reflexiones muy llenas de contenido como las siguientes: “¿Qué significa la meta de ser el país más educado de América Latina en el 2025?” Entre otras respuestas decía: “Significa una nueva cultura de amor y pasión por el conocimiento”. Reconocía Santos de que “a pesar de los importantes avances, hoy solo 46 de cada 100 jóvenes estudian en educación superior”. Y que por eso decidió tomar “una decisión transformadora: vamos a entregar 400 mil becas, 400 mil cupos gratis en educación superior a los mejores estudiantes del Sisbén 1 y 2”.

Transcurridos tres meses desde esa tarde soleada del 7 de agosto de 2014, son más las dudas que las certezas de que tanta belleza se convierta en realidad. En primer lugar, por la ministra que escogió. Gina Parody, una aguerrida parlamentaria en su paso por el Congreso, pero que en el poco tiempo que se ha desempeñado por fuera del contexto legislativo su accionar se ha desdibujado de manera vertiginosa. Primero como Consejera presidencial para Bogotá, después como Directora general del Sena y ahora como ministra de Educación. Gina, – ¿quién lo iba a pensar? -, como ministra ha hecho añorar a su antecesora María Fernanda.

Aquella muy amiga de la concertación, ésta impositiva y poco dada a escuchar a los estamentos básicos de la educación -maestros y estudiantes- en sus clamores, tal como lo ha demostrado con su actitud displicente en las diferentes audiencias públicas convocadas para la definición de una política pública concertada en educación. En segundo lugar, si se van a entregar 400 mil becas en cuatro años, quiere decir que por cada año son 100 mil. La realidad es que, -con bombos y platillos-, el presidente y su ministra anunciaron para este año el otorgamiento de 10 mil becas para bachilleres de bajos recursos. Es decir, la décima parte de lo prometido. Con muchos agravantes:

1. Es un subsidio a la demanda, no a la oferta educativa. No habrá ampliación de cobertura sino que las universidades receptoras de esas becas utilizarán su oferta normal para recibir a los bachilleres.

2. Impacta ante todo a las universidades privadas

3. En la región Caribe, la única universidad pública acreditada es la de Cartagena. El resto, por ahora no tendrá esa posibilidad.

4- Acentúa la brecha entre las universidades históricas y las de provincia. Son las universidades acreditadas las que se beneficiarán cualitativamente al recibir los mejores talentos de los estratos 1 y 2. Resumiendo, se puede afirmar que en este asunto el gobierno pujó tanto… pero la criatura que salió fue un ratón.

Así decían sabiamente nuestras abuelas.