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Columnista - 25 mayo, 2017

¿Tambalean los procesos de paz?

El discurso del polemista  Fernando Londoño Hoyos en la recién pasada cumbre del Partido Centro Democrático, donde manifiesta con tajante vehemencia que si un uribista resulta elegido como Presidente de la República para el siguiente cuatrienio, harán trizas el acuerdo entre el actual gobierno y las Farc. El reciente fallo de la Corte Constitucional que […]

El discurso del polemista  Fernando Londoño Hoyos en la recién pasada cumbre del Partido Centro Democrático, donde manifiesta con tajante vehemencia que si un uribista resulta elegido como Presidente de la República para el siguiente cuatrienio, harán trizas el acuerdo entre el actual gobierno y las Farc. El reciente fallo de la Corte Constitucional que  tumba dos incisos  de la ley especial, al modificar el fast track que permitía aprobar de manera rápida las normas necesarias para la implementación de los acuerdos de paz con grupos insurgentes. Las declaraciones del director del Partido Cambio radical, Jorge Enrique Vélez, y del congresista de este mismo Partido político, presidente de la Comisión Primera del Senado, Carlos Fernando Motoa, quienes conminan al Eln a firmar un acuerdo de paz lo más pronto posible, porque de llegar Germán Vargas Lleras a la presidencia no negociaría la paz.

Muchos han dicho que tal panorama pone a tambalear a los procesos de paz sostenidos por el presidente JM Santos con tanto empeño. Esto no es tan verosímil, posiblemente se atrasen más de lo previsto, pero para Colombia sería un retroceso, tanto extenso como monstruoso, si un auténtico uribista o Germán Vargas Lleras llegaran a ocupar la Casa de Nariño.

Todo mundo sabe que todos los integrantes de las Farc y del Eln son unos individuos de la peor calaña, pero lo que más deseamos los colombianos es que no nos sigan destruyendo el país, ni matando ni mutilando a gente inocente, esto solo se logra –aunque no lo acepten sus opositores– con la negociación política de la paz.

Claro que corremos el riesgo de que alguno de los militantes de la insurgencia llegue a ser elegido como Presidente de la República; sin embargo, no es tan fácil como los opositores del presidente Santos se obstinan en visibilizarlo como un hecho inminente e irremediable. Esto es una gran mentira para asustar a los ingenuos que pululan a lo largo y ancho de nuestro país a pesar de vivir en condiciones calamitosas.

La gran verdad es que los colombianos no incautos pedimos a gritos los cambios que nos faciliten las oportunidades de lograr prosperidad, superación personal y colectiva. Si bien es cierto que entre los actuales candidatos y precandidatos a la presidencia del país no hay ninguno confiable, lo mejorcito es votar por aquel que esté dispuesto a continuar con los procesos de paz iniciados por el actual gobierno. Porque si se llegan a implementar por lo menos en un mediano plazo podremos vivir tranquilos, trabajando y desplazándonos sin temor a perder la vida o las piernas por la explosión de minas antipersonas que han incrustado los guerrilleros en muchas partes del país.

Las amenazas de hacer trizas lo acordado con las Farc, las trabas de algunos magistrados de la Corte Constitucional y eso de importantes voceros del Partido Cambio Radical de querer cancelar el diálogo con el Eln, más bien inducen a la ciudadanía a votar para que en el territorio colombiano llegue a imperar la paz, ya que acabar el narcotráfico, la delincuencia común y otras fechorías horribles, aunque tengan nexos, son objetivos diferentes que requieren mucho más tiempo.

Por José Romero Churio

[email protected]

Columnista
25 mayo, 2017

¿Tambalean los procesos de paz?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

El discurso del polemista  Fernando Londoño Hoyos en la recién pasada cumbre del Partido Centro Democrático, donde manifiesta con tajante vehemencia que si un uribista resulta elegido como Presidente de la República para el siguiente cuatrienio, harán trizas el acuerdo entre el actual gobierno y las Farc. El reciente fallo de la Corte Constitucional que […]


El discurso del polemista  Fernando Londoño Hoyos en la recién pasada cumbre del Partido Centro Democrático, donde manifiesta con tajante vehemencia que si un uribista resulta elegido como Presidente de la República para el siguiente cuatrienio, harán trizas el acuerdo entre el actual gobierno y las Farc. El reciente fallo de la Corte Constitucional que  tumba dos incisos  de la ley especial, al modificar el fast track que permitía aprobar de manera rápida las normas necesarias para la implementación de los acuerdos de paz con grupos insurgentes. Las declaraciones del director del Partido Cambio radical, Jorge Enrique Vélez, y del congresista de este mismo Partido político, presidente de la Comisión Primera del Senado, Carlos Fernando Motoa, quienes conminan al Eln a firmar un acuerdo de paz lo más pronto posible, porque de llegar Germán Vargas Lleras a la presidencia no negociaría la paz.

Muchos han dicho que tal panorama pone a tambalear a los procesos de paz sostenidos por el presidente JM Santos con tanto empeño. Esto no es tan verosímil, posiblemente se atrasen más de lo previsto, pero para Colombia sería un retroceso, tanto extenso como monstruoso, si un auténtico uribista o Germán Vargas Lleras llegaran a ocupar la Casa de Nariño.

Todo mundo sabe que todos los integrantes de las Farc y del Eln son unos individuos de la peor calaña, pero lo que más deseamos los colombianos es que no nos sigan destruyendo el país, ni matando ni mutilando a gente inocente, esto solo se logra –aunque no lo acepten sus opositores– con la negociación política de la paz.

Claro que corremos el riesgo de que alguno de los militantes de la insurgencia llegue a ser elegido como Presidente de la República; sin embargo, no es tan fácil como los opositores del presidente Santos se obstinan en visibilizarlo como un hecho inminente e irremediable. Esto es una gran mentira para asustar a los ingenuos que pululan a lo largo y ancho de nuestro país a pesar de vivir en condiciones calamitosas.

La gran verdad es que los colombianos no incautos pedimos a gritos los cambios que nos faciliten las oportunidades de lograr prosperidad, superación personal y colectiva. Si bien es cierto que entre los actuales candidatos y precandidatos a la presidencia del país no hay ninguno confiable, lo mejorcito es votar por aquel que esté dispuesto a continuar con los procesos de paz iniciados por el actual gobierno. Porque si se llegan a implementar por lo menos en un mediano plazo podremos vivir tranquilos, trabajando y desplazándonos sin temor a perder la vida o las piernas por la explosión de minas antipersonas que han incrustado los guerrilleros en muchas partes del país.

Las amenazas de hacer trizas lo acordado con las Farc, las trabas de algunos magistrados de la Corte Constitucional y eso de importantes voceros del Partido Cambio Radical de querer cancelar el diálogo con el Eln, más bien inducen a la ciudadanía a votar para que en el territorio colombiano llegue a imperar la paz, ya que acabar el narcotráfico, la delincuencia común y otras fechorías horribles, aunque tengan nexos, son objetivos diferentes que requieren mucho más tiempo.

Por José Romero Churio

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