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Columnista - 3 enero, 2011

Tábula rasa 2011

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra Quisiera hacer y proponer a vuestros lectores, tábula rasa al comenzar el año nuevo. Tengo absoluta disposición para emprender una vida nueva, aunque tenga poco o nada de que arrepentirme, con un pensamiento nuevo y una actitud positiva, optimista  y emprendedora. Para lograrlo será irremediable una catarsis. Aplicar el […]

Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra
Quisiera hacer y proponer a vuestros lectores, tábula rasa al comenzar el año nuevo. Tengo absoluta disposición para emprender una vida nueva, aunque tenga poco o nada de que arrepentirme, con un pensamiento nuevo y una actitud positiva, optimista  y emprendedora.
Para lograrlo será irremediable una catarsis. Aplicar el perdón y la tolerancia. Esforzarnos, aceptando que los demás son diferentes. Que tienen deberes pero también derechos, como nosotros. Que se equivocan, como nosotros nos equivocamos. Que tienen sus propios sueños, ambiciones, defectos, pero, claro, sus valores.
A quienes se equivocan, yerran, abusan, pecan por acción o por omisión. Aquellos que ofenden, calumnian, pero también aman y tienen momentos de lucidez en los que son acertados, solidarios, hacen cosas buenas; pecan y rezan para empatar, se arrepienten y, en ocasiones, rectifican.
Sabrán todos, que es muy complicado, aceptar, por ejemplo que Valledupar esté sitiada por la delincuencia. Que la indiferencia de la sociedad se haya contagiado con la ineficaz acción de las autoridades generando un espacio propicio para que delincuentes, de todos los pelambres, humillen y ofendan a esta sociedad ahíta de tanto problema.
Que en Valledupar, nuestra linda ciudad, opera la dictadura de las motorratones, es algo, sinceramente, duro de aceptar. Tampoco es fácil admitir que la malla vial de la ciudad esté acabada, y que un desempleo indignante, arrincone a tantísima gente en calzas prietas para par dar de comer a sus hijos.
Contrasta con ello, las muchas cosas positivas de Luis Fabián Fernández, nuestro alcalde. Lamentablemente, aquellas son tan descomunales que eclipsan su gestión. Aceptemos, entonces, en gracia de sueños alegres y optimistas, que estaremos al frente de la recuperación total de nuestra tranquilidad, armonía y orden, a partir de este enero.
Los cuestionamientos constantes al Concejo de Valledupar dejan una, no muy agradable, sensación. Confieso no saber mucho de esta institución, pero acepto sus buenas intenciones y sus deseos de cambiar para mejorar su imagen, su gestión. Al menos que aquello, pero nada que deslumbre, ocurrió por los lados de la Asamblea. Os recuerdo que 2011 es año electoral.
Admitamos que a lo largo de estos últimos años, hemos asistido a un funeral masivo de gremios. Réquiem por ellos y también loas para aquellos que intentan revivir o por los que, estando vivos se equivocan, y aunque no se perciba la mínima intención de corregir, tienen el temor de ahogarse y hacen lánguidos esfuerzos en ese sentido. Admitamos, por ejemplo, que la Junta Directiva de la Cámara de Comercio, actuó de buena fe cuando decidió reemplazar a José Hornlandy Castro, sin atender un clamor de sectores y líderes que, voz en cuello, sin desconocer las calidades personales y profesionales de José Luis Urón, pedimos un procedimiento democrático en el que, seguramente, nadie vencería al aliado sempiterno del propio Horlandy.
Aceptemos que existen dirigentes gremiales como muchos otros políticos y empresariales, que dicen de labios para afuera todo lo contrario de lo que están diciendo de labios hacia adentro y haciendo, discretamente.
Abracemos la idea de que Silvestre Dangond, estrella del canto vallenato, se lengüisoltó por una emoción delirante, cuando repartió dinero entre niños que, mejor, le hubieran agradecido un juguete, y cuando dijo que tiene tanto dinero que podría usarlo de papel higiénico.
Aprobemos sin recelos la gestión de Cristian Moreno, y no aceptemos, por favor, las voces, que pasado el primer segundo de 2010, agradecían a Dios, porque solo le resta un año de su mandato. Aprobemos, en gracia de armonía, que nadie fisgoneó para que los organizadores del Festival Tierra de Compositores le negaran, a Moreno, un reconocimiento que le prometieron y que esperó.
En fin, aceptemos, el voto del Senador Valera a favor de que nos recorten regalías, la escasa integración del bloque parlamentario, la presencia de candidatos necios para gobernación y alcaldía. Acojamos, sin remilgos, la promesa estatal de ayudar a miles de damnificados por el invierno y la posibilidad de que nuestras vías, Dios del Cielo, Valledupar -Bosconia, por ejemplo, serán recuperadas.
Cedamos, eso sí, pactada la salvaguarda para cambiar: errores, equivocaciones, torcidas, maleficencias, porque errar es humano. Cedamos, con esa misma condición de cambiar, hasta indignante parcialización de medios de comunicación, la ascensión del rumor y el chisme al grado de noticia y la presencia impertinente de columnistas que, como yo, seguimos ofreciendo nuestro concurso para salvar a esta tierra, para que renazca la semilla de la esperanza y la prosperidad.
Ruego, sincera y honradamente, me excusen. Soy humano, y también estoy haciendo mi propio esfuerzo para cambiar.
Feliz año nuevo, queridos lectores.

Columnista
3 enero, 2011

Tábula rasa 2011

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión Universal Por: Luis Mendoza Sierra Quisiera hacer y proponer a vuestros lectores, tábula rasa al comenzar el año nuevo. Tengo absoluta disposición para emprender una vida nueva, aunque tenga poco o nada de que arrepentirme, con un pensamiento nuevo y una actitud positiva, optimista  y emprendedora. Para lograrlo será irremediable una catarsis. Aplicar el […]


Visión Universal

Por: Luis Mendoza Sierra
Quisiera hacer y proponer a vuestros lectores, tábula rasa al comenzar el año nuevo. Tengo absoluta disposición para emprender una vida nueva, aunque tenga poco o nada de que arrepentirme, con un pensamiento nuevo y una actitud positiva, optimista  y emprendedora.
Para lograrlo será irremediable una catarsis. Aplicar el perdón y la tolerancia. Esforzarnos, aceptando que los demás son diferentes. Que tienen deberes pero también derechos, como nosotros. Que se equivocan, como nosotros nos equivocamos. Que tienen sus propios sueños, ambiciones, defectos, pero, claro, sus valores.
A quienes se equivocan, yerran, abusan, pecan por acción o por omisión. Aquellos que ofenden, calumnian, pero también aman y tienen momentos de lucidez en los que son acertados, solidarios, hacen cosas buenas; pecan y rezan para empatar, se arrepienten y, en ocasiones, rectifican.
Sabrán todos, que es muy complicado, aceptar, por ejemplo que Valledupar esté sitiada por la delincuencia. Que la indiferencia de la sociedad se haya contagiado con la ineficaz acción de las autoridades generando un espacio propicio para que delincuentes, de todos los pelambres, humillen y ofendan a esta sociedad ahíta de tanto problema.
Que en Valledupar, nuestra linda ciudad, opera la dictadura de las motorratones, es algo, sinceramente, duro de aceptar. Tampoco es fácil admitir que la malla vial de la ciudad esté acabada, y que un desempleo indignante, arrincone a tantísima gente en calzas prietas para par dar de comer a sus hijos.
Contrasta con ello, las muchas cosas positivas de Luis Fabián Fernández, nuestro alcalde. Lamentablemente, aquellas son tan descomunales que eclipsan su gestión. Aceptemos, entonces, en gracia de sueños alegres y optimistas, que estaremos al frente de la recuperación total de nuestra tranquilidad, armonía y orden, a partir de este enero.
Los cuestionamientos constantes al Concejo de Valledupar dejan una, no muy agradable, sensación. Confieso no saber mucho de esta institución, pero acepto sus buenas intenciones y sus deseos de cambiar para mejorar su imagen, su gestión. Al menos que aquello, pero nada que deslumbre, ocurrió por los lados de la Asamblea. Os recuerdo que 2011 es año electoral.
Admitamos que a lo largo de estos últimos años, hemos asistido a un funeral masivo de gremios. Réquiem por ellos y también loas para aquellos que intentan revivir o por los que, estando vivos se equivocan, y aunque no se perciba la mínima intención de corregir, tienen el temor de ahogarse y hacen lánguidos esfuerzos en ese sentido. Admitamos, por ejemplo, que la Junta Directiva de la Cámara de Comercio, actuó de buena fe cuando decidió reemplazar a José Hornlandy Castro, sin atender un clamor de sectores y líderes que, voz en cuello, sin desconocer las calidades personales y profesionales de José Luis Urón, pedimos un procedimiento democrático en el que, seguramente, nadie vencería al aliado sempiterno del propio Horlandy.
Aceptemos que existen dirigentes gremiales como muchos otros políticos y empresariales, que dicen de labios para afuera todo lo contrario de lo que están diciendo de labios hacia adentro y haciendo, discretamente.
Abracemos la idea de que Silvestre Dangond, estrella del canto vallenato, se lengüisoltó por una emoción delirante, cuando repartió dinero entre niños que, mejor, le hubieran agradecido un juguete, y cuando dijo que tiene tanto dinero que podría usarlo de papel higiénico.
Aprobemos sin recelos la gestión de Cristian Moreno, y no aceptemos, por favor, las voces, que pasado el primer segundo de 2010, agradecían a Dios, porque solo le resta un año de su mandato. Aprobemos, en gracia de armonía, que nadie fisgoneó para que los organizadores del Festival Tierra de Compositores le negaran, a Moreno, un reconocimiento que le prometieron y que esperó.
En fin, aceptemos, el voto del Senador Valera a favor de que nos recorten regalías, la escasa integración del bloque parlamentario, la presencia de candidatos necios para gobernación y alcaldía. Acojamos, sin remilgos, la promesa estatal de ayudar a miles de damnificados por el invierno y la posibilidad de que nuestras vías, Dios del Cielo, Valledupar -Bosconia, por ejemplo, serán recuperadas.
Cedamos, eso sí, pactada la salvaguarda para cambiar: errores, equivocaciones, torcidas, maleficencias, porque errar es humano. Cedamos, con esa misma condición de cambiar, hasta indignante parcialización de medios de comunicación, la ascensión del rumor y el chisme al grado de noticia y la presencia impertinente de columnistas que, como yo, seguimos ofreciendo nuestro concurso para salvar a esta tierra, para que renazca la semilla de la esperanza y la prosperidad.
Ruego, sincera y honradamente, me excusen. Soy humano, y también estoy haciendo mi propio esfuerzo para cambiar.
Feliz año nuevo, queridos lectores.