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Columnista - 20 diciembre, 2010

Sordos, por lo tanto, mudos

Visión Universal Por Luis Mendoza Sierra La sordera, es una patología muy frecuente entre quienes tienen la ineludible obligación de responder jurídica y socialmente ante la comunidad que los unge para desempeñarse en dignidades reservadas para hombres íntegros. Sorprende y desconcierta que esta epidemia de enfermos de los oídos, y hasta de la vista, agravada […]

Visión Universal

Por Luis Mendoza Sierra
La sordera, es una patología muy frecuente entre quienes tienen la ineludible obligación de responder jurídica y socialmente ante la comunidad que los unge para desempeñarse en dignidades reservadas para hombres íntegros.
Sorprende y desconcierta que esta epidemia de enfermos de los oídos, y hasta de la vista, agravada por la mudez natural en quienes no oyen, sea igual para actores públicos como privados, con la diferencia de que aquellos tienen responsabilidades de tipo disciplinario. Pero igual, los unos como los otros, a quienes debemos reverencia, están obligados, insisto, a entregar cuentas claras y precisas a la sociedad tanto de sus actos como de sus comportamientos, sin que ello implique referencia alguna a la esfera personal o íntima.
Desde el más empinado funcionario público regional hacia abajo, para hacer mención del sector público, nadie musita nada o sólo muy poco, aunque se los trague la crítica y las referencias, a veces comprometedoras, de columnistas, medios masivos y líderes. Como avestruces esconden la cabeza o la dejan afuera pero con tapones en los oídos y vendas en los ojos.
Los exhorto, con respeto y comedimiento, a modificar el silencio cómplice con el que creen protegerse. Especialmente a los servidores públicos, a quienes sobra recordarles que administran lo nuestro, por lo que no pueden hacerse los de la vista gorda ni mostrar falta de valor civil y social para explicar comportamientos, procedimientos, acciones y decisiones que tocan asuntos de la sociedad.
Horroriza el sigilo con el que recubren sus comportamientos y la obligación de responder ante la opinión por lo que hacen. Quede claro, de una vez, que no estoy haciendo referencia siempre a asuntos relacionados con corrupción, muy comentada, a propósito. Es el escenario general de falta de comedimiento, compromiso y responsabilidad social con los que tienen que actuar siempre que se les mencione, requiera o denuncie.
Si en lo público llueve, en lo privado no escampa. El ejemplo más sorprendente de la perforación inaudita del sector privado, acaba de dárnoslo la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Valledupar. Personalmente, como columnista, como consultor y promotor del proceso de competitividad y como ciudadano, reclamo y exijo que los miembros de esa junta, señores: Afranio Restrepo Córdoba, Leovadis Augusto Rojas, Betty León Machado, Hismer Rivero Zuleta, entiendo que Gustavo Gnecco Oñate, no asistió a la sesión, expliquen a la opinión las razones que llevaron a reemplazar, con apresuramiento asombroso, a José Horlandy Castro, cuando habíamos propuesto públicamente convocar un concurso.
Ese mismo lunes en que corrieron a reemplazar al director ejecutivo saliente, quien también debería explicar los secretos de su retirada inesperada, recomendamos, como lo han hecho otros líderes de gremios y medios, encargar a alguien, esperando completar la junta directiva, pues desde el vil asesinato de Anuar Yaver Cortés, la Presidencia de la República no había nombrado su reemplazo. Así mismo, indagar denuncias sobre afiliaciones masivas o dudosas, y promover un concurso abierto para reemplazar a Horlandy, pero la respuesta fue una decisión silenciosa y frustrante.
Que no crean, porque no lo aceptamos, que con el silencio callarán las voces de rechazo que ha generado la decisión. Estimo y aprecio a José Luis Urón, el escogido. Reconozco su carrera brillante en la Cámara de Comercio, lamento que sea un animal político, como siempre ha sido y que la política haya casado un divorcio eterno con el sector privado. Pero lamento, con más pesar, el que tenga que decir que no cejaré un instante en recordarle a la Junta Directiva de la Cámara de Comercio que es una entidad de la comunidad, que en el Cesar dos millones de ojos y dos millones de oídos están atentos a sus decisiones y que no pueden ignorarlos o desconocerlos.
Mañana, señores directivos, es tarde. El sector privado no puede seguir el mal ejemplo de tanto sordo, ciego y mudo de esta sociedad.
Sablazo
Uno: Diciembre me torna nostálgico y bobalicón. La melancolía y la ternura, que a veces parece rondar la bohemia y el principio fundamental de mi vida de no alojar en mi corazón ni en mi razón resentimientos contra nadie, se subliman. Siento profundamente la tristeza de tantísima gente afectada por el invierno y millones de niños que no verán aguinaldos ni en manos ajenas. Ante el compromiso de tener que ser felices, disque, a eso venimos a este mundo, toca casi inmolarse en la lucha para lograrlo.
Dos: Alcalde, ¡gracias por las hermosas  luces de Navidad!

Columnista
20 diciembre, 2010

Sordos, por lo tanto, mudos

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Mendoza S.

Visión Universal Por Luis Mendoza Sierra La sordera, es una patología muy frecuente entre quienes tienen la ineludible obligación de responder jurídica y socialmente ante la comunidad que los unge para desempeñarse en dignidades reservadas para hombres íntegros. Sorprende y desconcierta que esta epidemia de enfermos de los oídos, y hasta de la vista, agravada […]


Visión Universal

Por Luis Mendoza Sierra
La sordera, es una patología muy frecuente entre quienes tienen la ineludible obligación de responder jurídica y socialmente ante la comunidad que los unge para desempeñarse en dignidades reservadas para hombres íntegros.
Sorprende y desconcierta que esta epidemia de enfermos de los oídos, y hasta de la vista, agravada por la mudez natural en quienes no oyen, sea igual para actores públicos como privados, con la diferencia de que aquellos tienen responsabilidades de tipo disciplinario. Pero igual, los unos como los otros, a quienes debemos reverencia, están obligados, insisto, a entregar cuentas claras y precisas a la sociedad tanto de sus actos como de sus comportamientos, sin que ello implique referencia alguna a la esfera personal o íntima.
Desde el más empinado funcionario público regional hacia abajo, para hacer mención del sector público, nadie musita nada o sólo muy poco, aunque se los trague la crítica y las referencias, a veces comprometedoras, de columnistas, medios masivos y líderes. Como avestruces esconden la cabeza o la dejan afuera pero con tapones en los oídos y vendas en los ojos.
Los exhorto, con respeto y comedimiento, a modificar el silencio cómplice con el que creen protegerse. Especialmente a los servidores públicos, a quienes sobra recordarles que administran lo nuestro, por lo que no pueden hacerse los de la vista gorda ni mostrar falta de valor civil y social para explicar comportamientos, procedimientos, acciones y decisiones que tocan asuntos de la sociedad.
Horroriza el sigilo con el que recubren sus comportamientos y la obligación de responder ante la opinión por lo que hacen. Quede claro, de una vez, que no estoy haciendo referencia siempre a asuntos relacionados con corrupción, muy comentada, a propósito. Es el escenario general de falta de comedimiento, compromiso y responsabilidad social con los que tienen que actuar siempre que se les mencione, requiera o denuncie.
Si en lo público llueve, en lo privado no escampa. El ejemplo más sorprendente de la perforación inaudita del sector privado, acaba de dárnoslo la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Valledupar. Personalmente, como columnista, como consultor y promotor del proceso de competitividad y como ciudadano, reclamo y exijo que los miembros de esa junta, señores: Afranio Restrepo Córdoba, Leovadis Augusto Rojas, Betty León Machado, Hismer Rivero Zuleta, entiendo que Gustavo Gnecco Oñate, no asistió a la sesión, expliquen a la opinión las razones que llevaron a reemplazar, con apresuramiento asombroso, a José Horlandy Castro, cuando habíamos propuesto públicamente convocar un concurso.
Ese mismo lunes en que corrieron a reemplazar al director ejecutivo saliente, quien también debería explicar los secretos de su retirada inesperada, recomendamos, como lo han hecho otros líderes de gremios y medios, encargar a alguien, esperando completar la junta directiva, pues desde el vil asesinato de Anuar Yaver Cortés, la Presidencia de la República no había nombrado su reemplazo. Así mismo, indagar denuncias sobre afiliaciones masivas o dudosas, y promover un concurso abierto para reemplazar a Horlandy, pero la respuesta fue una decisión silenciosa y frustrante.
Que no crean, porque no lo aceptamos, que con el silencio callarán las voces de rechazo que ha generado la decisión. Estimo y aprecio a José Luis Urón, el escogido. Reconozco su carrera brillante en la Cámara de Comercio, lamento que sea un animal político, como siempre ha sido y que la política haya casado un divorcio eterno con el sector privado. Pero lamento, con más pesar, el que tenga que decir que no cejaré un instante en recordarle a la Junta Directiva de la Cámara de Comercio que es una entidad de la comunidad, que en el Cesar dos millones de ojos y dos millones de oídos están atentos a sus decisiones y que no pueden ignorarlos o desconocerlos.
Mañana, señores directivos, es tarde. El sector privado no puede seguir el mal ejemplo de tanto sordo, ciego y mudo de esta sociedad.
Sablazo
Uno: Diciembre me torna nostálgico y bobalicón. La melancolía y la ternura, que a veces parece rondar la bohemia y el principio fundamental de mi vida de no alojar en mi corazón ni en mi razón resentimientos contra nadie, se subliman. Siento profundamente la tristeza de tantísima gente afectada por el invierno y millones de niños que no verán aguinaldos ni en manos ajenas. Ante el compromiso de tener que ser felices, disque, a eso venimos a este mundo, toca casi inmolarse en la lucha para lograrlo.
Dos: Alcalde, ¡gracias por las hermosas  luces de Navidad!