Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 7 abril, 2017

Sin muletas

“… el que crea en él, no será avergonzado”. 1Pedro 2,6. El término muleta se refiere al instrumento que usamos como apoyo, sirve para aliviar el peso del cuerpo en casos de dificultad para caminar. También es una cosa que ayuda en parte a mantener otra. Igualmente, se usa para describir algo o alguien en […]

“… el que crea en él, no será avergonzado”. 1Pedro 2,6.

El término muleta se refiere al instrumento que usamos como apoyo, sirve para aliviar el peso del cuerpo en casos de dificultad para caminar.

También es una cosa que ayuda en parte a mantener otra. Igualmente, se usa para describir algo o alguien en quien apoyarnos durante cierto tiempo y que nos ayuda a atravesar alguna dificultad.

En cláusulas negativas, describe algo de lo que nos hemos vuelto dependientes de modo innecesario, para perjuicio de nuestro progreso físico, mental o emocional.

Hoy quiero reseñar a esos apoyos que se convierten en indispensables y cuya relación nos hace dependientes. Un apoyo debe ser temporal, solo hasta que nos curemos o hasta que podamos arreglárnoslas por nosotros mismos.

Evidentemente, que el cónyuge y familia cercana, deben permanecer. Pero, no necesariamente, las personas que vienen a nuestras vidas durante cierto período para ayudarnos a franquear cierta etapa de la vida o un momento difícil. Debemos ser lo suficientemente fuertes para reconocer cuándo el papel de alguien en nuestras vidas ha terminado. Para seguir adelante, debemos aprender a soltar.

Amados amigos: si queremos seguir creciendo… ¡Soltemos las muletas! No tenemos que halagar a las personas todo el tiempo, ni mantenerlas contentas, no necesitamos amigos difíciles de agradar. Y si alguien intenta manipularnos y presionarnos para hacer lo que a ellos les parece, que se alejen. No necesitamos a nadie más para cumplir nuestro destino.

Cuando los amigos no intentan controlarnos, y nos proporcionan espacio para cometer errores.

Cuando no necesitan atención todo el tiempo y aportan a la relación más de lo que piden; entonces, esas son relaciones verdaderas. Pero cuando intentan limitarnos, obstaculizan todo avance y tratan de convencernos de que les necesitamos, esos no son amigos, sino verdugos.

El libro de Jueces relata la historia de Gedeón y su victoria contra los madianitas. Dios redujo su ejército de treinta y dos mil soldados a tan solo trecientos valientes, y con ellos les dio la victoria. El corolario es: No importa cuántos tengamos a nuestro lado, lo verdaderamente importante es seguir la instrucción de Dios para tener de nuestra parte las personas que Dios quiere.

En estos tiempos de convulsión política y religiosa, lo único realmente necesario es Dios y su palabra, todo lo demás es accesorio y susceptible de cambio.

Somos seres completos y únicos. No tenemos que apoyarnos en otros para que hablen, crean o invoquen por nosotros. No dependamos de que alguien haga por nosotros, lo que podemos hacer por nosotros mismos.

Puede que tengamos algunas limitaciones, pero no necesitamos una muleta constante. Hemos sido equipados para cumplir nuestro destino, para tomar nuestras propias decisiones. Dios nos ha dado sabiduría para dirigir la vida propia. No necesitamos que alguien esté diciendo constantemente lo que Dios quiere que hagamos.

No me refiero a recibir el consejo sabio del anciano o de las personas en autoridad, tampoco de renunciar a ser tratados y absorber la crítica constructiva, mucho menos a ser reticente al trabajo en equipo; hablo de que nosotros también podemos recibir la perspectiva de Dios de modo personal. También podemos oír su suave voz guiándonos. Tenemos comunión con Dios, relación entrañable, línea directa con el trono de la gracia. Somos hijos, no nietos de Dios. Y si alguien intenta decirnos de parte de Dios, lo que tenemos que hacer, simplemente digamos: “Gracias. Hablé con él esta mañana”.

Seamos humildes para recibir consejo culto, pero firmes para rechazar la manipulación dependiente y engañosa.

Dios nos da todo lo que necesitamos. ¡Animémonos a seguir! Abrazos y bendiciones…
Por Valerio Mejía Araujo

 

Columnista
7 abril, 2017

Sin muletas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“… el que crea en él, no será avergonzado”. 1Pedro 2,6. El término muleta se refiere al instrumento que usamos como apoyo, sirve para aliviar el peso del cuerpo en casos de dificultad para caminar. También es una cosa que ayuda en parte a mantener otra. Igualmente, se usa para describir algo o alguien en […]


“… el que crea en él, no será avergonzado”. 1Pedro 2,6.

El término muleta se refiere al instrumento que usamos como apoyo, sirve para aliviar el peso del cuerpo en casos de dificultad para caminar.

También es una cosa que ayuda en parte a mantener otra. Igualmente, se usa para describir algo o alguien en quien apoyarnos durante cierto tiempo y que nos ayuda a atravesar alguna dificultad.

En cláusulas negativas, describe algo de lo que nos hemos vuelto dependientes de modo innecesario, para perjuicio de nuestro progreso físico, mental o emocional.

Hoy quiero reseñar a esos apoyos que se convierten en indispensables y cuya relación nos hace dependientes. Un apoyo debe ser temporal, solo hasta que nos curemos o hasta que podamos arreglárnoslas por nosotros mismos.

Evidentemente, que el cónyuge y familia cercana, deben permanecer. Pero, no necesariamente, las personas que vienen a nuestras vidas durante cierto período para ayudarnos a franquear cierta etapa de la vida o un momento difícil. Debemos ser lo suficientemente fuertes para reconocer cuándo el papel de alguien en nuestras vidas ha terminado. Para seguir adelante, debemos aprender a soltar.

Amados amigos: si queremos seguir creciendo… ¡Soltemos las muletas! No tenemos que halagar a las personas todo el tiempo, ni mantenerlas contentas, no necesitamos amigos difíciles de agradar. Y si alguien intenta manipularnos y presionarnos para hacer lo que a ellos les parece, que se alejen. No necesitamos a nadie más para cumplir nuestro destino.

Cuando los amigos no intentan controlarnos, y nos proporcionan espacio para cometer errores.

Cuando no necesitan atención todo el tiempo y aportan a la relación más de lo que piden; entonces, esas son relaciones verdaderas. Pero cuando intentan limitarnos, obstaculizan todo avance y tratan de convencernos de que les necesitamos, esos no son amigos, sino verdugos.

El libro de Jueces relata la historia de Gedeón y su victoria contra los madianitas. Dios redujo su ejército de treinta y dos mil soldados a tan solo trecientos valientes, y con ellos les dio la victoria. El corolario es: No importa cuántos tengamos a nuestro lado, lo verdaderamente importante es seguir la instrucción de Dios para tener de nuestra parte las personas que Dios quiere.

En estos tiempos de convulsión política y religiosa, lo único realmente necesario es Dios y su palabra, todo lo demás es accesorio y susceptible de cambio.

Somos seres completos y únicos. No tenemos que apoyarnos en otros para que hablen, crean o invoquen por nosotros. No dependamos de que alguien haga por nosotros, lo que podemos hacer por nosotros mismos.

Puede que tengamos algunas limitaciones, pero no necesitamos una muleta constante. Hemos sido equipados para cumplir nuestro destino, para tomar nuestras propias decisiones. Dios nos ha dado sabiduría para dirigir la vida propia. No necesitamos que alguien esté diciendo constantemente lo que Dios quiere que hagamos.

No me refiero a recibir el consejo sabio del anciano o de las personas en autoridad, tampoco de renunciar a ser tratados y absorber la crítica constructiva, mucho menos a ser reticente al trabajo en equipo; hablo de que nosotros también podemos recibir la perspectiva de Dios de modo personal. También podemos oír su suave voz guiándonos. Tenemos comunión con Dios, relación entrañable, línea directa con el trono de la gracia. Somos hijos, no nietos de Dios. Y si alguien intenta decirnos de parte de Dios, lo que tenemos que hacer, simplemente digamos: “Gracias. Hablé con él esta mañana”.

Seamos humildes para recibir consejo culto, pero firmes para rechazar la manipulación dependiente y engañosa.

Dios nos da todo lo que necesitamos. ¡Animémonos a seguir! Abrazos y bendiciones…
Por Valerio Mejía Araujo