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Editorial - 14 junio, 2013

Silvestre en la jungla musical

Haga ruido y déjese oir, exhíbase y será visto, es la consigna del lanzamiento de la producción de Silvestre Dangond. Silvestre, en la acepción gramatical, se define como salvaje, rudo, que vive entre la naturaleza. Pareciera hacerle un homenaje a ese estereotipo la estrella musical al mostrarse representando una batalla con soldados de gafas oscuras […]

Haga ruido y déjese oir, exhíbase y será visto, es la consigna del lanzamiento de la producción de Silvestre Dangond. Silvestre, en la acepción gramatical, se define como salvaje, rudo, que vive entre la naturaleza. Pareciera hacerle un homenaje a ese estereotipo la estrella musical al mostrarse representando una batalla con soldados de gafas oscuras y  enormes armas, como los caines de la televisión, lo cual no se puede explicar sino por un propósito no solo del cantante y su equipo como de los patrocinadores, grandes y respetables marcas, que no quieren perder oportunidades comerciales. Las guerras y sus símbolos venden, aunque en nuestra región los fantasmas de los últimos años de violencia de grupos armados ilegales, nos generan escozor. Lo sabían los publicistas para mayor impacto. 

A Silvestre cualquier crítica le parecerá un comino, porque en sus entrañas y en sus éxitos, como en la de muchas estrellas, se tiene la conciencia de que eso gusta, de que de eso se vive, rico por supuesto,y por eso se es importante. El artista se debe a su público y a éste, en los tiempos modernos, le gusta el espectáculo y el afán del entretenimiento. Por llamar la atención diferenciándose o porque estaba en sus genes geniales así de singulares, en diferentes escenarios, han sido Diomedes Díaz , Madonna y Michael Jackson.

De hecho en el Festival ya no hay parrandas sino fiestas, poco se escucha y mucho se baila, poco se conversa y mucho se grita, en medio de los amplificadores. Valen más las presentaciones de cantantes latinos y de los artistas nuevos del vallenato, con numerosos instrumentos, equipos de sonido y luces, que la tradicional de acordeón, caja y guacharaca.

Dice Vargas Llosa en su reciente ensayo sobre el tema :

"¿Qué quiero decir con civilización del espectáculo? La de un mundo en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias a veces inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo específico de la información, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía y el escándalo"

"El bienestar, la libertad de costumbres y el espacio creciente ocupado por el ocio en el mundo desarrollado constituyó un estímulo notable para que proliferaran como nunca antes las industrias del entretenimiento, promovidas por la publicidad, madre y maestra mágica de nuestro tiempo.

Esperamos que las medidas adoptadas por la Alcaldía conduzcan en sana alegría al espectáculo. Veremos a políticos confundiendo las cosas- y los votos- acompasados en la marcha. Y a muchos ciudadanos – y niños? – queriendo ser militares sin autorización. Qué miedo, los fantasmas.

En pocas semanas el foco pasó del tierno Gustavo Gutiérrez al rudo Silvestre Dangond.

Editorial
14 junio, 2013

Silvestre en la jungla musical

Haga ruido y déjese oir, exhíbase y será visto, es la consigna del lanzamiento de la producción de Silvestre Dangond. Silvestre, en la acepción gramatical, se define como salvaje, rudo, que vive entre la naturaleza. Pareciera hacerle un homenaje a ese estereotipo la estrella musical al mostrarse representando una batalla con soldados de gafas oscuras […]


Haga ruido y déjese oir, exhíbase y será visto, es la consigna del lanzamiento de la producción de Silvestre Dangond. Silvestre, en la acepción gramatical, se define como salvaje, rudo, que vive entre la naturaleza. Pareciera hacerle un homenaje a ese estereotipo la estrella musical al mostrarse representando una batalla con soldados de gafas oscuras y  enormes armas, como los caines de la televisión, lo cual no se puede explicar sino por un propósito no solo del cantante y su equipo como de los patrocinadores, grandes y respetables marcas, que no quieren perder oportunidades comerciales. Las guerras y sus símbolos venden, aunque en nuestra región los fantasmas de los últimos años de violencia de grupos armados ilegales, nos generan escozor. Lo sabían los publicistas para mayor impacto. 

A Silvestre cualquier crítica le parecerá un comino, porque en sus entrañas y en sus éxitos, como en la de muchas estrellas, se tiene la conciencia de que eso gusta, de que de eso se vive, rico por supuesto,y por eso se es importante. El artista se debe a su público y a éste, en los tiempos modernos, le gusta el espectáculo y el afán del entretenimiento. Por llamar la atención diferenciándose o porque estaba en sus genes geniales así de singulares, en diferentes escenarios, han sido Diomedes Díaz , Madonna y Michael Jackson.

De hecho en el Festival ya no hay parrandas sino fiestas, poco se escucha y mucho se baila, poco se conversa y mucho se grita, en medio de los amplificadores. Valen más las presentaciones de cantantes latinos y de los artistas nuevos del vallenato, con numerosos instrumentos, equipos de sonido y luces, que la tradicional de acordeón, caja y guacharaca.

Dice Vargas Llosa en su reciente ensayo sobre el tema :

"¿Qué quiero decir con civilización del espectáculo? La de un mundo en el que el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal. Este ideal de vida es perfectamente legítimo, sin duda. Sólo un puritano fanático podría reprochar a los miembros de una sociedad que quieran dar solaz, esparcimiento, humor y diversión a unas vidas encuadradas por lo general en rutinas deprimentes y a veces embrutecedoras. Pero convertir esa natural propensión a pasarlo bien en un valor supremo tiene consecuencias a veces inesperadas. Entre ellas la banalización de la cultura, la generalización de la frivolidad, y, en el campo específico de la información, la proliferación del periodismo irresponsable, el que se alimenta de la chismografía y el escándalo"

"El bienestar, la libertad de costumbres y el espacio creciente ocupado por el ocio en el mundo desarrollado constituyó un estímulo notable para que proliferaran como nunca antes las industrias del entretenimiento, promovidas por la publicidad, madre y maestra mágica de nuestro tiempo.

Esperamos que las medidas adoptadas por la Alcaldía conduzcan en sana alegría al espectáculo. Veremos a políticos confundiendo las cosas- y los votos- acompasados en la marcha. Y a muchos ciudadanos – y niños? – queriendo ser militares sin autorización. Qué miedo, los fantasmas.

En pocas semanas el foco pasó del tierno Gustavo Gutiérrez al rudo Silvestre Dangond.