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Columnista - 29 diciembre, 2017

Sigamos remando

“… pero en tu palabra echaré la red”. San Lucas 5,5 Cuenta el Evangelio que después de haber hablado a las gentes desde la barca de Pedro, Jesús se vuelve hacia este y le manda remar mar adentro. Para Pedro y sus amigos, había sido una larga noche, estaban cansados y sin dormir; luego de […]

“… pero en tu palabra echaré la red”. San Lucas 5,5

Cuenta el Evangelio que después de haber hablado a las gentes desde la barca de Pedro, Jesús se vuelve hacia este y le manda remar mar adentro. Para Pedro y sus amigos, había sido una larga noche, estaban cansados y sin dormir; luego de una jornada tan frustrante y desgastante, un sentimiento de resignación invadía sus corazones. ¡No habían pescado nada! Habían echado sus redes con esperanza, pero al recogerlas únicamente recogieron el vacío de su decepción.

Para este nuevo año 2018, los cristianos de todos los matices estamos siendo llamados a obedecer el mismo mandato de remar mar adentro. Sí tenemos el valor de remar mar adentro en la vida y en el tiempo para buscar, un montón de realidades están por llegar y descubrirse.

Mirado desprevenidamente, este año que nace surge ante nuestros ojos como una promesa de realidades maravillosamente posibles: Los avances de la tecnología, la humanización de los procesos partiendo de lo aprendido el año pasado, nuestro crecimiento en dignidad y calidad de vida, nuestro sueño por la paz y la fraternidad entre colombianos, el cumplimiento de todas las promesas que Dios nos hizo en el pasado, el disfrute constante de la presencia y dirección de Dios en todo lo que hagamos.

Tal vez se trate de sueños y utopías, pero cuando tenemos por delante 365 días por estrenar, debe surgir en nosotros un deseo de adentrarnos en el corazón de Dios, por remar hacia lo profundo de su presencia; esforzadamente, denodadamente, para hacer posible los deseos imposibles, y volver real lo que por el momento son solamente anhelos. Recordemos que si a los sueños, le sumamos oración, y acción, se convierten en realidad.

Amados amigos lectores: puestas todas las vivencias en la balanza, ¿Cómo fue el año que termina? ¿Quedamos con saldo en rojo? ¿Acaso estamos ya cansados intentando ser felices? ¿Hemos recogido muchas redes llenas de desilusión, o vacías de realidades? Yo creo firmemente que, ¡Es posible revertir el fracaso! ¡Es posible redimir los sueños! ¡2018 será un buen año!

Pedro le ofreció a Jesús su barca para que enseñara a una multitud que estaba en la orilla y fue el principio de su éxito. ¡Jesús es la clave! Para este nuevo año, debemos invitar a Jesús a nuestra barca, ofreciéndole nuestro corazón.

Si le entregamos a Dios el control de todas las cosas y nos consagramos por completo a Él, podremos oír la voz del Maestro guiándonos al lugar de la abundancia. Pedro obedeció la orden de Jesús, hizo a un lado sus propios sentimientos negativos de enojo, desánimo y se dejó guiar. El resultado fue que Dios bendijo a Pedro con una pesca tan abundante que sus amigos también fueron bendecidos. Si podemos confiar en la palabra de Jesús y esperar lo mejor, entonces estaremos en el comienzo de nuevas victorias para el año que viene.

La invitación es a que, venciendo todos los temores y aun los propios prejuicios, tengamos el valor de tomar la barca de la vida y remar mar adentro. Si remamos con fe, confiando en la palabra de Jesús, sacaremos las redes llenas de vida. ¡Vamos… levantémonos y de cara al infinito, rememos mar adentro!

Inclina un momento tu rostro delante de Dios y dile: “Señor Jesús, ven a mi barca, te necesito. Guíame hacia la coordenada donde se encuentra el éxito. Te doy gracias. Amen”.

Mi oración para que el 2018 sea un buen año para ti y los tuyos. ¡Feliz año nuevo!
PD. Esta columna estará de vacaciones en enero 2018. ¡Gracias por esperarnos!

Columnista
29 diciembre, 2017

Sigamos remando

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

“… pero en tu palabra echaré la red”. San Lucas 5,5 Cuenta el Evangelio que después de haber hablado a las gentes desde la barca de Pedro, Jesús se vuelve hacia este y le manda remar mar adentro. Para Pedro y sus amigos, había sido una larga noche, estaban cansados y sin dormir; luego de […]


“… pero en tu palabra echaré la red”. San Lucas 5,5

Cuenta el Evangelio que después de haber hablado a las gentes desde la barca de Pedro, Jesús se vuelve hacia este y le manda remar mar adentro. Para Pedro y sus amigos, había sido una larga noche, estaban cansados y sin dormir; luego de una jornada tan frustrante y desgastante, un sentimiento de resignación invadía sus corazones. ¡No habían pescado nada! Habían echado sus redes con esperanza, pero al recogerlas únicamente recogieron el vacío de su decepción.

Para este nuevo año 2018, los cristianos de todos los matices estamos siendo llamados a obedecer el mismo mandato de remar mar adentro. Sí tenemos el valor de remar mar adentro en la vida y en el tiempo para buscar, un montón de realidades están por llegar y descubrirse.

Mirado desprevenidamente, este año que nace surge ante nuestros ojos como una promesa de realidades maravillosamente posibles: Los avances de la tecnología, la humanización de los procesos partiendo de lo aprendido el año pasado, nuestro crecimiento en dignidad y calidad de vida, nuestro sueño por la paz y la fraternidad entre colombianos, el cumplimiento de todas las promesas que Dios nos hizo en el pasado, el disfrute constante de la presencia y dirección de Dios en todo lo que hagamos.

Tal vez se trate de sueños y utopías, pero cuando tenemos por delante 365 días por estrenar, debe surgir en nosotros un deseo de adentrarnos en el corazón de Dios, por remar hacia lo profundo de su presencia; esforzadamente, denodadamente, para hacer posible los deseos imposibles, y volver real lo que por el momento son solamente anhelos. Recordemos que si a los sueños, le sumamos oración, y acción, se convierten en realidad.

Amados amigos lectores: puestas todas las vivencias en la balanza, ¿Cómo fue el año que termina? ¿Quedamos con saldo en rojo? ¿Acaso estamos ya cansados intentando ser felices? ¿Hemos recogido muchas redes llenas de desilusión, o vacías de realidades? Yo creo firmemente que, ¡Es posible revertir el fracaso! ¡Es posible redimir los sueños! ¡2018 será un buen año!

Pedro le ofreció a Jesús su barca para que enseñara a una multitud que estaba en la orilla y fue el principio de su éxito. ¡Jesús es la clave! Para este nuevo año, debemos invitar a Jesús a nuestra barca, ofreciéndole nuestro corazón.

Si le entregamos a Dios el control de todas las cosas y nos consagramos por completo a Él, podremos oír la voz del Maestro guiándonos al lugar de la abundancia. Pedro obedeció la orden de Jesús, hizo a un lado sus propios sentimientos negativos de enojo, desánimo y se dejó guiar. El resultado fue que Dios bendijo a Pedro con una pesca tan abundante que sus amigos también fueron bendecidos. Si podemos confiar en la palabra de Jesús y esperar lo mejor, entonces estaremos en el comienzo de nuevas victorias para el año que viene.

La invitación es a que, venciendo todos los temores y aun los propios prejuicios, tengamos el valor de tomar la barca de la vida y remar mar adentro. Si remamos con fe, confiando en la palabra de Jesús, sacaremos las redes llenas de vida. ¡Vamos… levantémonos y de cara al infinito, rememos mar adentro!

Inclina un momento tu rostro delante de Dios y dile: “Señor Jesús, ven a mi barca, te necesito. Guíame hacia la coordenada donde se encuentra el éxito. Te doy gracias. Amen”.

Mi oración para que el 2018 sea un buen año para ti y los tuyos. ¡Feliz año nuevo!
PD. Esta columna estará de vacaciones en enero 2018. ¡Gracias por esperarnos!