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Columnista - 13 junio, 2017

Sensibilidad folclórica

Ante el fallecimiento del joven cantor Martín Elías, familiares más cercanos han montado un reality al mejor estilo de Las Vegas, show abarrotado de público siguiendo las incidencias entre expectantes y sorprendidos por las diatribas de alto poder belicoso que van y vienen entre viuda, madre, exconcubina, excompañero de trabajo y esposa de excompañero, alegando […]

Ante el fallecimiento del joven cantor Martín Elías, familiares más cercanos han montado un reality al mejor estilo de Las Vegas, show abarrotado de público siguiendo las incidencias entre expectantes y sorprendidos por las diatribas de alto poder belicoso que van y vienen entre viuda, madre, exconcubina, excompañero de trabajo y esposa de excompañero, alegando derechos.

Deplorable espectáculo brindan familiares del artista que dio en su paso fugaz por la tierra, alegría y nobleza heredada de su padre. Mesura a estas personas, como familia sensata sus diferencias deben arreglarlas en privado, no alimenten el morbo del vulgo.

Pruebas sobre altruismo y sensibilidad con sus seguidores, estos personajes brotan por doquier, en la velación de Martín en el parque, encontramos deambulando a la anciana María de los Ángeles Márquez, de 74 años, de Barranquilla, llegó hasta Valledupar exclusivamente a despedir al artista.

Nos dijo que conoció a Martín Elías siendo niño, de la mano de Diomedes Díaz, quien lo llevaba a los espectáculos en Barranquilla. María se apostaba a un lado de la entrada de estos eventos, ‘El Cacique’ la divisaba y la instaba a entrar para que lo acompañara y vendiera sus productos.

En la entrada de la caseta encontraba la oposición de los porteros, alegaban: “La señora debe comprar la entrada”, pero Diomedes verdaderamente molesto, llamó a Chapman, organizador del evento y lo sentenció: “Si a ella no la dejas entrar, tampoco entro yo”, las puertas se abrieron, ella entró, vendió sus chucherías y Diomedes al final del espectáculo le dio su propina, así ocurrió muchas veces alrededor del departamento del Atlántico.

Apenas María de los Ángeles supo del deceso trágico de Martín, empacó la desesperanza y el dolor, se vino al Valle con pasaje prestado con la promesa de devolverlo y conseguir el de regreso a través de sus ventas ambulantes.

En el parque la vimos apesadumbrada, más que por el sol infernal que siempre azota la región, la pobreza y el paso de los años, estaba adolorida por el impacto inesperado de la muerte de su ídolo.

Con su andar lento, su mirada lejos, María cargaba una chaza que colgaba de su cadera con unos pocos cigarrillos de marca barata, chicles y fósforos que ha vendido durante 50 años.
Márquez comentó: “Martín Elías era el amor de mi vida”.

La anciana siguió diciendo, iba a las presentaciones de Martín en ‘La Arenosa’, él era de buen augurio para la venta de sus escasos productos, al final del concierto la ubicaba y la gratificaba.

En el parque, en el ocaso del segundo día de velatorio, asistieron 20 mil personas, observamos a María apretujada en el tumulto haciendo cola, vestida de riguroso negro, quería ver por última vez a Martín, cerca del ataúd la atajaron, le dijeron que no había tiempo para el adiós, resignada hizo una oración, siguió su venta para conseguir el pasaje para regresar a Barranquilla, no supimos más de ella.

Colofón: A estos humildes seguidores que con sacrificio hacen grande al artista, es a quien hay que respetar señores.

Por Celso Guerra Gutiérrez

 

Columnista
13 junio, 2017

Sensibilidad folclórica

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Celso Guerra Gutiérrez

Ante el fallecimiento del joven cantor Martín Elías, familiares más cercanos han montado un reality al mejor estilo de Las Vegas, show abarrotado de público siguiendo las incidencias entre expectantes y sorprendidos por las diatribas de alto poder belicoso que van y vienen entre viuda, madre, exconcubina, excompañero de trabajo y esposa de excompañero, alegando […]


Ante el fallecimiento del joven cantor Martín Elías, familiares más cercanos han montado un reality al mejor estilo de Las Vegas, show abarrotado de público siguiendo las incidencias entre expectantes y sorprendidos por las diatribas de alto poder belicoso que van y vienen entre viuda, madre, exconcubina, excompañero de trabajo y esposa de excompañero, alegando derechos.

Deplorable espectáculo brindan familiares del artista que dio en su paso fugaz por la tierra, alegría y nobleza heredada de su padre. Mesura a estas personas, como familia sensata sus diferencias deben arreglarlas en privado, no alimenten el morbo del vulgo.

Pruebas sobre altruismo y sensibilidad con sus seguidores, estos personajes brotan por doquier, en la velación de Martín en el parque, encontramos deambulando a la anciana María de los Ángeles Márquez, de 74 años, de Barranquilla, llegó hasta Valledupar exclusivamente a despedir al artista.

Nos dijo que conoció a Martín Elías siendo niño, de la mano de Diomedes Díaz, quien lo llevaba a los espectáculos en Barranquilla. María se apostaba a un lado de la entrada de estos eventos, ‘El Cacique’ la divisaba y la instaba a entrar para que lo acompañara y vendiera sus productos.

En la entrada de la caseta encontraba la oposición de los porteros, alegaban: “La señora debe comprar la entrada”, pero Diomedes verdaderamente molesto, llamó a Chapman, organizador del evento y lo sentenció: “Si a ella no la dejas entrar, tampoco entro yo”, las puertas se abrieron, ella entró, vendió sus chucherías y Diomedes al final del espectáculo le dio su propina, así ocurrió muchas veces alrededor del departamento del Atlántico.

Apenas María de los Ángeles supo del deceso trágico de Martín, empacó la desesperanza y el dolor, se vino al Valle con pasaje prestado con la promesa de devolverlo y conseguir el de regreso a través de sus ventas ambulantes.

En el parque la vimos apesadumbrada, más que por el sol infernal que siempre azota la región, la pobreza y el paso de los años, estaba adolorida por el impacto inesperado de la muerte de su ídolo.

Con su andar lento, su mirada lejos, María cargaba una chaza que colgaba de su cadera con unos pocos cigarrillos de marca barata, chicles y fósforos que ha vendido durante 50 años.
Márquez comentó: “Martín Elías era el amor de mi vida”.

La anciana siguió diciendo, iba a las presentaciones de Martín en ‘La Arenosa’, él era de buen augurio para la venta de sus escasos productos, al final del concierto la ubicaba y la gratificaba.

En el parque, en el ocaso del segundo día de velatorio, asistieron 20 mil personas, observamos a María apretujada en el tumulto haciendo cola, vestida de riguroso negro, quería ver por última vez a Martín, cerca del ataúd la atajaron, le dijeron que no había tiempo para el adiós, resignada hizo una oración, siguió su venta para conseguir el pasaje para regresar a Barranquilla, no supimos más de ella.

Colofón: A estos humildes seguidores que con sacrificio hacen grande al artista, es a quien hay que respetar señores.

Por Celso Guerra Gutiérrez