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Columnista - 5 agosto, 2016

Santa Cruz de Mompox

Por la feliz iniciativa de la ya no joven, pero sí hermosa e inquieta doctora Belinda Blanco, esposa del también no joven pero lleno de vitalidad doctor Carlos Morón Cuello, conocí a la legendaria y aristocrática población de Santa Cruz de Mompox, a donde Belinda nos invitó a celebrarle a Carlos su cumpleaños, el 23 […]

Por la feliz iniciativa de la ya no joven, pero sí hermosa e inquieta doctora Belinda Blanco, esposa del también no joven pero lleno de vitalidad doctor Carlos Morón Cuello, conocí a la legendaria y aristocrática población de Santa Cruz de Mompox, a donde Belinda nos invitó a celebrarle a Carlos su cumpleaños, el 23 de julio pasado y como es lógico y frecuente en forma trivial y tribal nada más fue regar la voz y ¡pa Mompox!

En una nutrida caravana salimos a las 7:00 de la mañana, desayunamos como es costumbre en Aguasblancas con arepuela, pastelitos, arroz de pollo y arepa de huevo acompañado de una deliciosa chicha y un aromático tinto y de un solo a las once estábamos entrando, recorriendo una carretera buena, muy buena y regular en pequeños tramos que se están deteriorando.

Mompox es lo que yo pensaba, pero no como yo me lo imaginaba: un pueblo bonito, colonial y lleno de historia, pero descuidado, donde no han sabido aprovechar la gallina de huevos de oro que tienen para explotar y se han conformado con lo que hicieron los españoles hace ya 480 años y en vez de prosperar ha echado para atrás, al igual que los barranquilleros que hasta ahora descubren el río, le han dado la espalda al mar de agua dulce que tienen, su calle principal es una concha de retazos de pavimento de mala calidad, la Avenida de Las Albarradas, paralela al río es una vía sucia, destapada y fea, cuando desde hace años debería ser una belleza adoquinada con un boulevard bien arborizado y un río aprovechado con juegos náuticos e iluminación, aunque sea una bicicletica o unos neumáticos pintados, pero nada y nada es nada.

En una tribu que superaba las 40 personas, visitamos en mototaxi sus iglesias, el bello cementerio, los centros culturales, teatros, talleres de orfebrería y comercio en general y aprovechamos para degustar exquisitos bocachicos, bagre y un surtido menú a precios muy accesibles. En la tarde recorrimos el río en un viejo lanchón amenizado con una papayera, cervezas bien frías y abundante Old Parr y en la noche al aire libre y con otra papayera, consumimos un exquisito plato y le cantamos a Carlos el feliz cumpleaños. La pasamos rico ¡ala! como diría un cachaco y al día siguiente dejamos a Mompox y cinco horas después, con la barriga llena, pues el almuerzo fue suculento, estuvimos nuevamente en esta grata y bella ciudad.

Faltaron Iván y Ana María, Rodrigo y Eyleen y por razones obvias Malvina e Inés y Eduardo y no saben de la que se perdieron.

Uno que estuvo presente siempre fue el inolvidable Julio Muñoz, pues cada vez que veíamos un colino de coco o de naranja, un queso de capita o el famoso dulce de limón, hacíamos alusión fraternal a él.

¿Por qué la Santa Cruz de Mompox?: Primero porque Mompox fue un Cacique Indio, creo que Zenú que habitó esa región y segundo porque fue fundada un 3 de mayo. Recuerdan al Viejo Mile cuando salió para Urumita que iba a tocar un 3 de mayo el Día de la Cruz, pero en La Jagua, lo detuvo Agustinita, le tocó la fiesta y todavía no le ha pagado…

 

Columnista
5 agosto, 2016

Santa Cruz de Mompox

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Por la feliz iniciativa de la ya no joven, pero sí hermosa e inquieta doctora Belinda Blanco, esposa del también no joven pero lleno de vitalidad doctor Carlos Morón Cuello, conocí a la legendaria y aristocrática población de Santa Cruz de Mompox, a donde Belinda nos invitó a celebrarle a Carlos su cumpleaños, el 23 […]


Por la feliz iniciativa de la ya no joven, pero sí hermosa e inquieta doctora Belinda Blanco, esposa del también no joven pero lleno de vitalidad doctor Carlos Morón Cuello, conocí a la legendaria y aristocrática población de Santa Cruz de Mompox, a donde Belinda nos invitó a celebrarle a Carlos su cumpleaños, el 23 de julio pasado y como es lógico y frecuente en forma trivial y tribal nada más fue regar la voz y ¡pa Mompox!

En una nutrida caravana salimos a las 7:00 de la mañana, desayunamos como es costumbre en Aguasblancas con arepuela, pastelitos, arroz de pollo y arepa de huevo acompañado de una deliciosa chicha y un aromático tinto y de un solo a las once estábamos entrando, recorriendo una carretera buena, muy buena y regular en pequeños tramos que se están deteriorando.

Mompox es lo que yo pensaba, pero no como yo me lo imaginaba: un pueblo bonito, colonial y lleno de historia, pero descuidado, donde no han sabido aprovechar la gallina de huevos de oro que tienen para explotar y se han conformado con lo que hicieron los españoles hace ya 480 años y en vez de prosperar ha echado para atrás, al igual que los barranquilleros que hasta ahora descubren el río, le han dado la espalda al mar de agua dulce que tienen, su calle principal es una concha de retazos de pavimento de mala calidad, la Avenida de Las Albarradas, paralela al río es una vía sucia, destapada y fea, cuando desde hace años debería ser una belleza adoquinada con un boulevard bien arborizado y un río aprovechado con juegos náuticos e iluminación, aunque sea una bicicletica o unos neumáticos pintados, pero nada y nada es nada.

En una tribu que superaba las 40 personas, visitamos en mototaxi sus iglesias, el bello cementerio, los centros culturales, teatros, talleres de orfebrería y comercio en general y aprovechamos para degustar exquisitos bocachicos, bagre y un surtido menú a precios muy accesibles. En la tarde recorrimos el río en un viejo lanchón amenizado con una papayera, cervezas bien frías y abundante Old Parr y en la noche al aire libre y con otra papayera, consumimos un exquisito plato y le cantamos a Carlos el feliz cumpleaños. La pasamos rico ¡ala! como diría un cachaco y al día siguiente dejamos a Mompox y cinco horas después, con la barriga llena, pues el almuerzo fue suculento, estuvimos nuevamente en esta grata y bella ciudad.

Faltaron Iván y Ana María, Rodrigo y Eyleen y por razones obvias Malvina e Inés y Eduardo y no saben de la que se perdieron.

Uno que estuvo presente siempre fue el inolvidable Julio Muñoz, pues cada vez que veíamos un colino de coco o de naranja, un queso de capita o el famoso dulce de limón, hacíamos alusión fraternal a él.

¿Por qué la Santa Cruz de Mompox?: Primero porque Mompox fue un Cacique Indio, creo que Zenú que habitó esa región y segundo porque fue fundada un 3 de mayo. Recuerdan al Viejo Mile cuando salió para Urumita que iba a tocar un 3 de mayo el Día de la Cruz, pero en La Jagua, lo detuvo Agustinita, le tocó la fiesta y todavía no le ha pagado…