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Columnista - 13 febrero, 2016

Salvemos el río Guatapurí

Nuestro planeta o nuestra casa común como la definió el papa Francisco en la encíclica Laudato Si, Amado Seas, padece los efectos del deterioro originado por la mano depredadora del hombre. El antecedente de los problemas ambientales se remonta al periodo histórico iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII, conocido como la Revolución Industrial. […]

Nuestro planeta o nuestra casa común como la definió el papa Francisco en la encíclica Laudato Si, Amado Seas, padece los efectos del deterioro originado por la mano depredadora del hombre. El antecedente de los problemas ambientales se remonta al periodo histórico iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII, conocido como la Revolución Industrial. Este fenómeno siguió de largo entre 1870 y 1914, con el uso del petróleo, la electricidad y la industria siderúrgica.

Sólo hasta 1972, los principales líderes del mundo se reunieron en Estocolmo para discutir la preocupación relativa a la de incapacidad de asimilación que revelaba la tierra en consecuencia de la contaminación. En 1960, el premio Nobel de Economía, Ronald Harry Coase, introdujo el concepto de externalidades en aras de establecer valor cuantitativo a los daños ambientales. He querido realizar este tránsito histórico con el propósito de insistir en la necesidad de cuidar y salvaguardar nuestro río Guatapurí, asimismo para poner de presente la responsabilidad que nos asiste a los ciudadanos en materia de Uso Racional del Agua.

El río Guatapurí es un encanto natural, garantía de la continuidad de la existencia y hace parte del mito del planeta de agua: a pesar de que el 66% de la superficie terrestre es agua, el 97% es agua salada, 2.7% es hielo polar y solo el 0.3% es agua dulce de ríos y lagos, muchos de ellos contaminados por la acción humana. El rio Guatapurí es evidencia del deterioro progresivo del planeta, asimismo, personifica la exigua atención de políticas públicas en materia administrativa y ambiental con la que ha convivido Valledupar en los últimos 16 años.

El departamento del Cesar sufre los efectos generados por la contaminación, el rio Cesar, emblema nuestro, superó su capacidad de asimilación, perdió la facultad de procesar las sustancias químicas liberadas y de absorción de los impactos físicos. Al norte, la Sierra Nevada de Santa Marta, cada vez disminuye su potencial para la generación de agua y en el Centro, la explotación de Carbón está acabando con el manto verde de la Serranía del Perijá. Actuemos, no dejemos que el rio Guatapurí corra la misma suerte. (Ciudadanía de Valledupar, iniciemos tomándonos el Rio, para diagnosticar las razones que empobrecen su caudal. Evitemos que este acto se convierta en espacio proselitista o populista).

Colombia como miembro de la Asociación Independiente de Latinoamérica y el Caribe (AILAC), participa activamente en las negociaciones internacionales de cambio climático con el fin de adoptar un nuevo acuerdo internacional que entre a regir en 2020. Este propósito está establecido en la estrategia de “Crecimiento Verde” (estrategia envolvente del “Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018), busca que todos los sectores productivos adopten prácticas de generación de valor agregado que conduzcan a que el crecimiento sea sostenible económica, social y ambientalmente.

Con base en la participación activa del país a nivel Latinoamericano en el Diseño de estrategias para salvaguardar la estabilidad climática del planeta, el compromiso que asumimos en la Conferencia sobre el Cambio Climático de París – COP21 del año pasado y la estrategia inmersa en el Plan de Desarrollo, desde esta tribuna hago un llamado a la Facultad de Ingeniería Ambiental de la Universidad Popular del Cesar, para que lidere con el concurso de otros actores el diseño de la política pública ambiental del departamento del Cesar, en el marco de la construcción de los Planes de Desarrollo Departamental y Municipal.
@LuchoDiaz12

Columnista
13 febrero, 2016

Salvemos el río Guatapurí

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Nuestro planeta o nuestra casa común como la definió el papa Francisco en la encíclica Laudato Si, Amado Seas, padece los efectos del deterioro originado por la mano depredadora del hombre. El antecedente de los problemas ambientales se remonta al periodo histórico iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII, conocido como la Revolución Industrial. […]


Nuestro planeta o nuestra casa común como la definió el papa Francisco en la encíclica Laudato Si, Amado Seas, padece los efectos del deterioro originado por la mano depredadora del hombre. El antecedente de los problemas ambientales se remonta al periodo histórico iniciado en la segunda mitad del siglo XVIII, conocido como la Revolución Industrial. Este fenómeno siguió de largo entre 1870 y 1914, con el uso del petróleo, la electricidad y la industria siderúrgica.

Sólo hasta 1972, los principales líderes del mundo se reunieron en Estocolmo para discutir la preocupación relativa a la de incapacidad de asimilación que revelaba la tierra en consecuencia de la contaminación. En 1960, el premio Nobel de Economía, Ronald Harry Coase, introdujo el concepto de externalidades en aras de establecer valor cuantitativo a los daños ambientales. He querido realizar este tránsito histórico con el propósito de insistir en la necesidad de cuidar y salvaguardar nuestro río Guatapurí, asimismo para poner de presente la responsabilidad que nos asiste a los ciudadanos en materia de Uso Racional del Agua.

El río Guatapurí es un encanto natural, garantía de la continuidad de la existencia y hace parte del mito del planeta de agua: a pesar de que el 66% de la superficie terrestre es agua, el 97% es agua salada, 2.7% es hielo polar y solo el 0.3% es agua dulce de ríos y lagos, muchos de ellos contaminados por la acción humana. El rio Guatapurí es evidencia del deterioro progresivo del planeta, asimismo, personifica la exigua atención de políticas públicas en materia administrativa y ambiental con la que ha convivido Valledupar en los últimos 16 años.

El departamento del Cesar sufre los efectos generados por la contaminación, el rio Cesar, emblema nuestro, superó su capacidad de asimilación, perdió la facultad de procesar las sustancias químicas liberadas y de absorción de los impactos físicos. Al norte, la Sierra Nevada de Santa Marta, cada vez disminuye su potencial para la generación de agua y en el Centro, la explotación de Carbón está acabando con el manto verde de la Serranía del Perijá. Actuemos, no dejemos que el rio Guatapurí corra la misma suerte. (Ciudadanía de Valledupar, iniciemos tomándonos el Rio, para diagnosticar las razones que empobrecen su caudal. Evitemos que este acto se convierta en espacio proselitista o populista).

Colombia como miembro de la Asociación Independiente de Latinoamérica y el Caribe (AILAC), participa activamente en las negociaciones internacionales de cambio climático con el fin de adoptar un nuevo acuerdo internacional que entre a regir en 2020. Este propósito está establecido en la estrategia de “Crecimiento Verde” (estrategia envolvente del “Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018), busca que todos los sectores productivos adopten prácticas de generación de valor agregado que conduzcan a que el crecimiento sea sostenible económica, social y ambientalmente.

Con base en la participación activa del país a nivel Latinoamericano en el Diseño de estrategias para salvaguardar la estabilidad climática del planeta, el compromiso que asumimos en la Conferencia sobre el Cambio Climático de París – COP21 del año pasado y la estrategia inmersa en el Plan de Desarrollo, desde esta tribuna hago un llamado a la Facultad de Ingeniería Ambiental de la Universidad Popular del Cesar, para que lidere con el concurso de otros actores el diseño de la política pública ambiental del departamento del Cesar, en el marco de la construcción de los Planes de Desarrollo Departamental y Municipal.
@LuchoDiaz12