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Columnista - 26 noviembre, 2016

En salud y educación: qué nos dan y qué nos quitan

Añoramos un país educado y sano, pretendemos encontrar una atención en salud adecuada y también una educación optima; ayer cuando los abuelos y padres consultaban qué nos gustaría ser cuando grandes, nada más gratificante para ellos que oír: yo quiero ser médico; yo profesor. Hoy el desprestigio de la salud y la educación es tan […]

Añoramos un país educado y sano, pretendemos encontrar una atención en salud adecuada y también una educación optima; ayer cuando los abuelos y padres consultaban qué nos gustaría ser cuando grandes, nada más gratificante para ellos que oír: yo quiero ser médico; yo profesor. Hoy el desprestigio de la salud y la educación es tan evidente que nos aterroriza pensar que nuestros hijos quieran ser médicos o maestros; no por la profesión como tal, nada más edificante y grato que tener profesionales importantes, que curen vidas y que eduquen el futuro de un país.

Eso es un orgullo.

Hay que revisar y preguntarnos ¿Qué ha pasado con la educación en nuestro país, qué sucede con la salud? Encontramos que de manera perversa se juega con el presupuesto de la educación, hallazgos fiscales millonarios en contratos para la ejecución del programa de alimentación escolar PAE -y esto solo es un pequeño ejemplo- en nuestro amado departamento.

Sueldos de hambre y de miseria para los docentes que merecen mejor nivel y categoría. No en vano tienen tan alta responsabilidad. Cómo hablar de calidad en la salud y seguridad de un paciente, si hay tantas cosas por corregir. Empezando por la categorización de su salario, a estos profesionales en Colombia les pagan con tablas del ISS de 1991 como guía. Los médicos que digan por favor, si es un trato digno a su responsabilidad.

Colombia se ha convertido en un cielo abierto para que lleguen profesionales de otras latitudes que trabajan por menos salarios pero sin exigencias mayores, que cumplan al menos con exámenes que habiliten su actualización por conocimientos o por lo menos con la prestación de un año de servicio social obligatorio como el que exigen a los nacionales en México o Argentina. Lo que es igual no es ventaja, pero un trato digno si merece nuestra salud.

No es posible encontrar pacientes con enfermedades crónicas acudiendo a tutelas y a derechos adquiridos en batallas legales interminables para ser atendidos con medicamentos y equipos adecuados que deben ser brindados por las EPS.

Preocupa notablemente que ahora se centraliza el manejo de los recursos de la salud a través del Adres, Banco de la Salud, que entre otras funciones debe: “Realizar pagos, efectuar giros directos a los prestadores de servicios de salud y proveedores de tecnologías en salud; adelantar transferencias que correspondan a los diferentes agentes del sistema”.

¿Qué pasará con la gestión del régimen subsidiado la demanda y la oferta de los entes territoriales? Herramienta de gestión electoral en lo local. ¿Será que manejando desde el nivel central los recursos en salud se acabará la feria de los votos con la encuesta del Sisben? Amanecerá y veremos. Pasará algo parecido a los recursos de regalías del carbón. Dios nos provea salud. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara

 

Columnista
26 noviembre, 2016

En salud y educación: qué nos dan y qué nos quitan

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
El Pilón

Añoramos un país educado y sano, pretendemos encontrar una atención en salud adecuada y también una educación optima; ayer cuando los abuelos y padres consultaban qué nos gustaría ser cuando grandes, nada más gratificante para ellos que oír: yo quiero ser médico; yo profesor. Hoy el desprestigio de la salud y la educación es tan […]


Añoramos un país educado y sano, pretendemos encontrar una atención en salud adecuada y también una educación optima; ayer cuando los abuelos y padres consultaban qué nos gustaría ser cuando grandes, nada más gratificante para ellos que oír: yo quiero ser médico; yo profesor. Hoy el desprestigio de la salud y la educación es tan evidente que nos aterroriza pensar que nuestros hijos quieran ser médicos o maestros; no por la profesión como tal, nada más edificante y grato que tener profesionales importantes, que curen vidas y que eduquen el futuro de un país.

Eso es un orgullo.

Hay que revisar y preguntarnos ¿Qué ha pasado con la educación en nuestro país, qué sucede con la salud? Encontramos que de manera perversa se juega con el presupuesto de la educación, hallazgos fiscales millonarios en contratos para la ejecución del programa de alimentación escolar PAE -y esto solo es un pequeño ejemplo- en nuestro amado departamento.

Sueldos de hambre y de miseria para los docentes que merecen mejor nivel y categoría. No en vano tienen tan alta responsabilidad. Cómo hablar de calidad en la salud y seguridad de un paciente, si hay tantas cosas por corregir. Empezando por la categorización de su salario, a estos profesionales en Colombia les pagan con tablas del ISS de 1991 como guía. Los médicos que digan por favor, si es un trato digno a su responsabilidad.

Colombia se ha convertido en un cielo abierto para que lleguen profesionales de otras latitudes que trabajan por menos salarios pero sin exigencias mayores, que cumplan al menos con exámenes que habiliten su actualización por conocimientos o por lo menos con la prestación de un año de servicio social obligatorio como el que exigen a los nacionales en México o Argentina. Lo que es igual no es ventaja, pero un trato digno si merece nuestra salud.

No es posible encontrar pacientes con enfermedades crónicas acudiendo a tutelas y a derechos adquiridos en batallas legales interminables para ser atendidos con medicamentos y equipos adecuados que deben ser brindados por las EPS.

Preocupa notablemente que ahora se centraliza el manejo de los recursos de la salud a través del Adres, Banco de la Salud, que entre otras funciones debe: “Realizar pagos, efectuar giros directos a los prestadores de servicios de salud y proveedores de tecnologías en salud; adelantar transferencias que correspondan a los diferentes agentes del sistema”.

¿Qué pasará con la gestión del régimen subsidiado la demanda y la oferta de los entes territoriales? Herramienta de gestión electoral en lo local. ¿Será que manejando desde el nivel central los recursos en salud se acabará la feria de los votos con la encuesta del Sisben? Amanecerá y veremos. Pasará algo parecido a los recursos de regalías del carbón. Dios nos provea salud. Sólo Eso.

Por Eduardo Santos Ortega Vergara